capítulo 8

-Escúchame un momento, luego si quieres marcharte te dejaré hacerlo, yo no te mostré mi verdadero rostro por muchos motivos que no comprenderías, pero no quiero hacerte daño, nunca fue mi intención, solo estoy cumpliendo la promesa que alguien me hizo hacerle, por eso tengo que actuar de esta forma-

Louis ya no quería ver hacia los ojos de su majestad, él alejó su mano de las manos de ella y le respondió con una voz quebrante: - ¿Nunca pensaste en cómo me sentiría tras esta mentira?, ¿No te has puesto a pensar sobre mis sentimientos?, ¿Qué pasa con ellos? Veo que nunca te importaron... Cómo confiar en alguien que ni siquiera sé cuál es su verdadera cara-

Louis corrió saliendo de la habitación con pasos fuertes, Sebastián que se encontraba cerca de la puerta de la habitación observa el ambiente y no comprende bien lo que sucedió.

Louis siguió hasta las puertas que daban al exterior del castillo, sin mirar atrás, pero, si lo hubiera hecho habría visto una mujer a la que se le caía el mundo a lágrimas.

-Viejo zorro, el cumplir mi promesa me es doloroso, espero que estés satisfecho-

Sebastián entra a la habitación de su majestad, la ve muy deprimida, él reprime sus ganas de consolarla con un abrazo apretando fuerte de sus manos, sabe que debe mantener su distancia, pero unas de sus manos no se controlan y tocan un hombro de su majestad.

-no se preocupe su majestad, hizo lo que pudo-

-lo sé, no tenía planeado que esto saliera así-

Louis agarró su caballo y salió a galope de ahí, recorriendo a toda velocidad el amplio camino de tierra.

Louis regresó a su reino, abatido, muchos sirvientes trataron de darle la bienvenida, pero a él no le interesaba, se encerró en su habitación.

Unos días más tarde, Louis, perdido en sus pensamientos, empezó a salir de su encierro, él tenía el corazón partido y devastado, se sentía traicionado, Mientras recorría en el estrecho pasillo con pisos de madera que rechinaban con cada paso, trataba de contemplar el exterior, frente a él una sirvienta de alto rango se le acercó suavemente y le entregó una carta.

- ¿Qué es esto? -

Luis vio una carta sin abrir con el sello de emperador, no entendió lo que estaba viendo

-El difunto emperador la dejo para usted joven amo, antes de su fallecimiento, dijo que se la diera después de su muerte, no tuve oportunidades de entregársela antes, perdóneme -

Louis desconcertado, abrió la carta y empezó a leer las palabras escrita con una fina caligrafía que reposaban en un rústico papel.

"Si estás leyendo esto es porque yo ya dejé este mundo físico, déjame contarte una historia antes de proceder a regalarte mis últimas palabras...

Hace unos 150 años atrás, un lejano reino invocó a una santa, la cual pertenecía a un mundo distinto, un mundo con un amplio conocimiento y la paz reinaba.

Esa santa vivía una vida cotidiana, como cualquier otra persona hasta el momento de su invocación, Ella dejó de estar en su cómodo hogar al pasar a otro lugar desconocido y extraño.

Tras su adaptación a este nuevo entorno que la rodeaba, entendió el objetivo principal de su estadía aquí, una chica con un gran poder curativo era necesario en un reino atrasado. Ella pensó que con su gran poder podría ayudar a toda la gente común, tenía intenciones de tratar todas sus enfermedades. Ella quería traer la paz de su mundo a este mundo, pero, las cosas no surgieron, así como ella pensaba, la iglesia monopolizó su poder encerrándola en un profundo calabozo frío, húmedo y oscuro. Obligándola a hacer pociones de curación a gran escala, las cuales serían vendidas poco después en el mercado negro a un alto precio.

Cuando las cosas no salían como querían para la iglesia, por una baja producción de pociones curativas, la Santa era castigada cruelmente con látigos, incluso tortura extrema, ellos querían exprimir hasta la última gota de su poder mágico.

Luego de 30 años de esclavitud, sufrimiento y maltrato, ella logró escapar con ayuda de unos sacerdotes que se compadecieron de su mal estado.

La sacaron por la noche ocultándola en un carro bajo el heno, luego de alejarla del peligro la dejaron en un bosque y le explicaron que tenía que cruzarlo para pasar la frontera, haciendo eso en la próxima ciudad estaría fuera del peligro, ya que la iglesia no tenía autoridades ahí, ella podría comenzar su nueva vida.

La pobre Santa decidió continuar sobre las indicaciones de los sacerdotes, ella estaba descalza y adolorida, corrió lo más que pudo sin mirar atrás, a través de un espeso bosque para poder salir de ese infierno. Nunca paro de correr, a pesar del dolor y el hambre, pero su cuerpo desnutrido y herido no pudo seguir más, como consecuencia perdió la conciencia, cayendo entre los espesos arbustos.

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