Los vampiros

La comitiva avanzaba entre rocas y grandes montañas, se encontraban en un terreno desértico en el que no crecía ninguna vegetación, cerca de veinte personas avanzaban en el camino, abriendo la marcha iban dos hombres que sujetaban unas cadenas con las que arrastraban a un sujeto que iba tapado con una capa, detrás de ellos iba la dama de negro y más atrás seguía el resto de magos oscuros, el joven vampiro tapado todo su cuerpo a veces no lograba dar tres pasos seguidos y se derrumbaba en el suelo, los hombres que lo llevaban lo volvían a levantar dándole fuertes jalones, Valeria le dijo:

- ¿Qué pasa Erik? ¿No sabes caminar?

Bajo la capa, el moribundo vampiro le respondió:

- Podría caminar bien si todo mi cuerpo no estuviera lleno de quemaduras

- ¿Sabes una cosa Erik? Estoy empezando a cansarme de esta caminata\, llevamos horas caminando y aún no veo ningún lugar donde pueda vivir tu raza - dijo Valeria mirando a su alrededor

- Ya casi llegamos

- Más te vale si no quieres que te quite esa capa y deje que te carbonices - le respondió dándole un empujón con su cetro

Siguieron caminando unos tramos más, al pasar cinco minutos llegaron a la entrada de una cueva, Valeria la miró curiosamente y dijo:

- ¿Es aquí?

- Sí\, mi gente se encuentra adentro

Valeria le quitó las cadenas al vampiro y a punta de estrujones lo hizo entrar de primero en la cueva, cuando se adentraron en la roca, la oscuridad los envolvió por completo y solo se escuchaban sus pasos avanzar, en la oscuridad se sentía como el suelo descendía hacia el fondo de la tierra, luego de unos minutos llegaron a lo que parecía ser una inmensa sala rodeada de antorchas en las paredes, y recostados en las paredes había cerca de cincuenta ataúdes con las tapas cerradas, Erik que había caído de rodillas por el dolor de su cuerpo herido dijo:

- Esta es mi gente\, en el día dormimos y en la noche salimos

Valeria dio unos pasos, miró atentamente los cajones, se aclaró la garganta, pero nadie salió así que apuntó con su cetro al techo y dijo:

- Crepitus

Al instante la cueva tembló y unas cuantas rocas cayeron del techo, de inmediato los ataúdes se abrieron y de ellos salieron hombres y mujeres asustados por el estruendo, al ver a los magos a la entrada de la sala, los vampiros mostraron sus amenazadores colmillos mientras los miraban endemoniadamente, Valeria les apuntó con el cetro y les dijo:

- Hagan un solo movimiento malditos chupasangre\, un solo movimiento y hago que este techo se caiga y que los rayos del sol los ilumine

Los vampiros se quedaron quietos sin hacer nada, un hombre corpulento avanzó un poco y le dijo:

- ¿Qué están haciendo aquí?

Erik se adelantó arrastrándose por el suelo y dijo:

- Disculpe mi lord\, pero los tuve que traer\, me torturaron para que se los dijera

- ¿Qué te hicieron Erik? - pregunto el vampiro mirando con asombro al despojo que tenía delante

El vampiro se quitó la capa dejando ver su cuerpo lleno de quemaduras y su rostro desfigurado, los demás vampiros dieron gritos de terror, unos cuantos mostraron de nuevo sus colmillos con rabia, Erick dijo:

- Me expusieron al sol\, dejaron que me quemara por varios minutos

El hombre que hablaba mostró sus colmillos lleno de furia e indignación diciendo:

- ¿Cómo se atreven a torturar a uno de los míos?

- Nada le hubiera pasado si desde el principio me hubiera dicho donde se encontraban - respondió Valeria

- Solo estaba siguiendo mis órdenes de no decir nuestra ubicación

- ¿Tus órdenes? ¿Así que eres su líder? - pregunto cruzándose de brazos

- Sí\, soy su líder y te lo voy a volver a preguntar ¿Qué están haciendo aquí?

- Solo vengo a pedirte muy amablemente que tu raza se una a nosotros en la guerra contra los magos miserables que siguen a Ana

- Siempre habíamos dejado muy claro que no queremos tener nada que ver en esta guerra - dijo el vampiro escupiendo al suelo

- No seas hipócrita - la dama de negro se burló con gran fuerza - sé muy bien que los vampiros odian a los magos de Ana y que siempre han querido atravesar la barrera y pasarse al mundo de las personas normales

- Eso es cierto\, pero no vamos a dejar que nos maten en esa guerra en la que nada tenemos que ver

- Pues no tienen opción\, o se arriesgan a morir en la guerra\, o mueren ahora mismo - lo amenazo apuntándolo con su cetro

Otro vampiro se adelantó al líder riéndose y diciendo:

- ¿Ustedes nos van a matar a nosotros? Por favor no me haga reír - dijo riéndose a carcajadas

Valeria le sonrió sarcásticamente y apuntándole con su cetro dijo:

- Occidere

Un fuerte estallido resonó, el fuego salió disparado del cetro dando de lleno en el pecho del vampiro y a los segundos se encontraba tendido en el suelo sin vida, los otros vampiros retrocedieron asustados mientras Valeria decía:

- No crean que la luz del sol es la única que los puede aniquilar - sus ojos negros los miraban con rabia - no me reten malditos cerdos porque no estoy jugando

El vampiro líder no dejaba de mirarla con resentimiento y luego de unos instantes dijo:

- Eres igual que tu estúpida madre

- No - respondió Valeria - no soy igual que ella\, porque mi madre también vino a pedirles ayuda en su pelea contra Ana y ustedes asquerosos cobardes inmundos dijeron que no y ella no les hizo nada\, pero conmigo no tienen opción

- ¿Juras que después de la guerra no nos vas a volver a molestar y cuando pasemos al otro lado dejarás que hagamos lo que queramos? - le pregunto el vampiro luego de pensarlo

- Te lo juro\, cuando atravesemos la barrera\, ustedes serán libres de hacer lo que quieran\, podrán chupar la sangre a todas las personas que quieran

- Está bien\, lucharemos de tu lado\, pero solo porque tenemos sed de sangre humana - le aceptó sin dejarla de mirar con rabia

- Perfecto\, pero si te llegas a echar atrás haré que tú y tu gente sufran horrores indescriptibles - lo amenazo con una mirada infernal

Valeria salió de la cueva seguida de sus magos, dejando a los vampiros parados, observando el cadáver de su hombre, el líder siguió mirando el hueco por el que había salido Valeria, sentía ganas de alcanzarla y matarla, pero sabía que más le convenía estar de su lado, así podrían hacer lo que llevaban esperando muchos años: saciar su sed de personas humanas.

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