La dama de negro

Muy lejos del sitio donde se encontraba la fortaleza Macknars, el paisaje empezaba a cambiar, ya no había flores, todo era marchito y el cielo nunca estaba azul, siempre estaba negro, en el medio de ese paisaje de ultratumba se hallaba un castillo, en su tejado siempre había cuervos que graznaban horriblemente, en el interior del castillo en una sala había una larga mesa, alrededor de la mesa sentadas se hallaban treinta personas, hombres y mujeres vestidos de negro, hablaban unos con otros, pero se callaron cuando un sonido sordo se empezó a escuchar en la sala, era el sonido de un bastón golpeando el suelo, una mujer vestida de negro recorría la sala golpeando el suelo con un cetro, tenía 39 años y era muy bella, algunos de los presentes parecían nerviosos e intimidados con la sola presencia de la dama, ella llegó al frente de la mesa y tomó asiento diciendo:

- Mis fieles vasallos\, gracias por venir

Un hombre sentado a su derecha dijo:

- Mi señora\, usted sabe que siempre vamos a estar a sus órdenes

Mi querido Becion, siempre tan servicial - le respondió ella tratando de dar una sonrisa, pero era tan fingida que parecía más una mueca de dolor - Los he citado porque ya llevamos mucho tiempo sin hablar y llegó el momento no solo de hablar, sino también de actuar. Les tengo una sorpresa

La mujer levantó una mano y la sostuvo expectante en el aire, al rato la bajó diciendo:

- Capulus

De inmediato desde el techo cayó un hombre golpeándose fuertemente en la mesa, era ya de edad avanzada y tenía una gran barba. La mujer dijo:

- Espero que recuerden a nuestro buen amigo Walfod\, quién fue por mucho tiempo guardia de la puerta principal del castillo de Ana y al mismo tiempo fue nuestro soplón

Algunos de los presentes empezaron a aplaudir mientras otros se pasaban su lengua por los labios mirando al anciano. La mujer prosiguió:

- Como recordarán\, gracias a Walfod supimos muchas cosas que hacía Ana y gracias a él supimos cómo atacar la fortaleza Wellton hace cuatro años y le estamos muy agradecidos por eso

La dama de negro aplaudió y todos los demás también empezaron a aplaudir, algunos le lanzaban besos y otros le jalaban fuertemente la barba mientras se reían

- Pero después de eso - prosiguió la mujer - no volvió a pasarnos información\, nos quedamos sin saber que pasaba y no pudimos hacer nada durante estos cuatro malditos años\, pero su estupidez y para nuestra buena suerte lo llevó a pensar que ya nos habíamos olvidado de él y salió a dar un paseo por fuera de su castillo\, por ahí lo encontraron unos amigos que lo trajeron y le sacamos toda la información que tenía\, nos contó sobre una chica que Ana tiene preparada para que me mate y que llevan mucho tiempo preparándose para la batalla y gracias a Walfod estamos en desventaja contra ellos

Walfod escupió un poco de sangre en la mesa y dijo con la voz temblando de miedo:

- Valeria\, discúlpeme por favor

El hombre llamado Becion se levantó de inmediato como tocado por un rayo diciendo:

- Como te atreves a hablar sin respeto a la señora. ¡Passionis!

Walfod empezó a gritar y a retorcerse de dolor encima de la mesa, los gritos sonaban más duro que las carcajadas de los magos, los presentes se reían enloquecidamente mirando al anciano gritar de dolor, Valeria solo lo miraba impávidamente, el pobre anciano chillaba al borde de la locura, la dama de negro levantó la mano y Walfod dejó de gritar, ella se puso de pie diciendo:

- Qué gran decepción Walfod

El hombre agonizante la miro esperando misericordia, pero ella levantó su mano dirigiéndola a él y dijo:

- Occidere

El fuego que salió de su mano impacto en el pecho de Walfod, el anciano salió volando y al caer al suelo sus ojos sin vida miraban inexpresivos al techo, algunos se reían como locos golpeando la mesa, Valeria dijo:

- Ahora\, cállense y síganme

Siguieron a Valeria por una escalera hasta que salieron a una azotea, en ella había un palo y en el se encontraba amarrado un joven, los magos lo rodearon curiosos, Valeria dijo:

- Este joven se llama Erik y es un joven vampiro al que muy formalmente le pedí que me llevara con su gente\, ya que necesito hablar con ellos\, el muy imbécil me dijo que los vampiros no quieren tener que ver nada con nosotros\, así que decidí atarlo para que se caliente un poco

Ella señaló el horizonte donde unos rayos de sol asomaron por entre las montañas, los rayos tocaron la piel del joven, en su cuerpo a brotar hileras de humo y el olor a quemado inundo las fosas nasales de los magos, el vampiro gritaba horriblemente al estarse derritiendo, Valeria acercó su rostro a la cara derretida del vampiro y le susurró:

- ¿Dónde está tu gente?

- Se lo voy a decir\, se lo voy a decir pero por favor ya no más\, suélteme por favor\, ya no más

Valeria sonrió y esperó unos segundos más que el joven sufriera, le divertía ver como la piel caía y la carne se quemaba, luego de un rato ordenó que lo soltaran y lo llevaran adentro.

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