Llegaron a la gala, Isabella como de costumbre-agarrada del brazo de su jefe, él con un traje de etiqueta y ella con su implacable vestido rojo que solo cubría un hombro. Subieron las escaleras de entrada y sonrieron automáticamente al verse rodeados de gente. Isabella entonces se zafo del agarre pero siguió al lado de su apuesto jefe.
Las miradas femeninas eran demasiado evidentes, miraban al apuesto Alexander Arnault, Isabella solo imploraba mentalmente que dejasen de mirarlo sino elevarían su gran ego.
-Los inversionistas alemanes han llegado señor - Informo Isabella en un susurro en cuanto vio a un par de hombres blancos, cabellera rubia, con trajes similares y corbatas rojas. Alexander le siguió con la mirada y asintió.
-Iré a hacer magia. Espérame - ordeno Alexander mientras decidido y a paso firme se marchaba en dirección a los alemanes. Isabella lo miro, esta sería la última noche con él.
Dio media vuelta y se acercó a la barra pidiendo un Martini, al recibirlo se lo tomo de un solo trago ¿Por qué se sentía de esta manera al querer dejar de trabajar con su arrogante jefecito? Debería de estar saltando de la alegría al saberse casi libre ¿Entonces porque no lo hacía?
-Con calma preciosa – se giró hacía la voz que sonaba a sus espaldas, un hombre muy apuesto estaba con una copa de champagne en su mano y le sonreía. Ella le devolvió la sonrisa amablemente - ¿Qué es lo que ocurre para que te tomes un Martini de esa manera? - pregunto acercándosele aún más.
-Ando un poco estresada - respondió Isabella, hace tanto que no dialogaba con otro hombre fuera de lo laboral - ¿Con quién tengo el placer de dialogar?
-Solo soy un simple arquitecto, Samuel a su servicio - Isabella lanzo una pequeña carcajada al ver como Samuel le reverenciaba - ¿Y usted bella dama?
-Isabella, soy una simple secretaria - se presentó la azabache.
-Simple pero hermosa - le guiño un ojo coqueto mientras se acercaba más a la azabache - Es muy lindo tú nombre, Isabella es algo original y único.
-Muchas gracias Samuel - Isabella también le dirigió una sonrisa coqueta.
-Isabella es hora de irnos - la voz fría y mirada nada amigable de su jefe detrás del hombre apuesto, congelo y confundió a Isabella.
Alexander Arnault mientras negociaba con los alemanes a la distancia observaba a su secretaria, que estaba coqueteando con un recién conocido. No supo el porqué de aquellos sentimientos posesivos que empezaba a sentir al ver tal escena. Su mandíbula tensa, sus ojos afilados en la nuca de aquel hombre y también en el comportamiento de su secretaria, hermosa secretaria.
-Entonces será un placer hacer negocios con usted señor Arnault - dijeron los alemanes en inglés, habían sido convencidos por las palabras del gran magnate.
Una vez estrecharon sus manos y quedaron en una reunión, a paso veloz y esquivando a cualquier mujer se acercó a su secretaria y al parecer a la conquista de ella. Se había dirigido por su nombre, lo que, claramente Isabella sabía, era su advertencia de estar molesto.
Isabella frunció su ceño y obligadamente se despidió de su posiblemente novio, en cuanto vio al hombre marcharse suspiro sonoramente no importándole la presencia de su jefe.
Alexander se molestó aún más. ¿Acaso ella estaba decepcionada por no estar con aquel hombre? ¿Pero porque? Él estaba ahí con ella ¿Por qué estar decepcionada cuando tienes en frente de ti a un verdadero dios griego?
-¿Pudo hacer negocios? - pregunto Isabella interesada mientras bajaban las escaleras y se dirigían al coche, Isabella se subió primero en la parte trasera y después le siguió su jefe, quien ocupó el lugar de al lado.
-Pude. Tendremos una reunión en dos días - aún un poco molesto consigo mismo respondió.
-Yo... quería hablar de algo con usted señor Arnault - Alexander frunció su ceño y giro su cabeza observándola, ella también lo miraba sin pestañear.
-Habla - murmuro Alexander, tontamente hipnotizado y lo peor, no sabía porque.
-He trabajado para usted desde que tengo casi 19 años, le agradezco internamente que me haya vuelto a elegir como su secretaria cuando subió de puesto. Hay muchas cosas de la cual tengo que agradecerle, el que me halla enseñado hablar chino, japonés, español y coreano. Me ha enseñado de una manera muy hiriente pero aun así lo hizo y le agradezco mucho. También que por usted he aprendido muchas cosas - Alexander asentía, las palabras de la azabache le elevaban el ego - Lo considero una gran persona y durante mucho tiempo usted fue un gran modelo a seguir en lo laboral. Señor Arnault, voy a detenerme aquí, voy a renunciar a ser su secretaria...
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Voy a renunciar a ser su secretaria... voy a renunciar... voy a detenerme aquí... renunciar, renunciar.
Las palabras daban vueltas en la cabeza de Alexander como interminables ecos ¿Había escuchado bien? ¿Isabella Smith ya no quería asistirlo? Parpadeo más de diez veces probando que fuera una pesadilla, pero no, esto pasaba de verdad. Con lentitud volvió su mirada hacía Isabella, ella lo miraba sin ningún sentimiento de por medio. En cambio el la miraba aterrorizado y con desesperación.
-¿Qué? - soltó con brusquedad y un poco alto - ¿Por qué? No renunciaras sino me das una buena razón - Isabella frunció su ceño, razones tenía varias, pero no se las diría o muy posiblemente Alexander le llevaría consecuencias. Al ver que su aún secretaria no contestaba agrego Exacto, no tienes razones ¿Por qué tendrías problema alguno si trabajas conmigo? – Isabella volteo los ojos fastidiada.
-Ya no quiero seguir trabajando para usted. Tengo 25 años y no tengo una vida personal muy personal, asistirlo toma todo mi tiempo y eso me impide a conocer personas. Quiero tener una pareja, conocerlo, casarme y tener hijos, pero yo siento que no podré hacer todo eso si sigo a su lado.
-¿Quieres dejar de trabajar conmigo... porque quieres casarte? - pregunto incrédulo.
-Así es.
- ¿Y tener hijos?
-Correcto señor.
-¿Por ese tipo de cosas quieres dejar de trabajar conmigo? ¡Es ridículo! - exclamo harto de la situación.
-Tal vez para usted sea ridículo, para mí, no lo es. Me encargaré de buscar mi reemplazo, mañana voy a ir directo a la empresa señor.
-¡Sabes que! Haz lo que quieras.
-Así lo haré señor - Alexander abrió su boca indignado y la miro otra vez.
Isabella Smith había trabajado junto a él desde que ella tenía 19 y él 22 años, siempre había sido una chica simple y corriente sin mucho conocimiento y en cierto momento eso le irritaba tanto que le gritaba e insultaba en su cara, los primeros meses que trabajaron juntos él le había visto llorar más de tres veces y eso no le gustaba para nada fue en esos momentos en donde se prometió a no ser tan duro y a no volverle a gritar en la cara por estupideces. Entonces, Isabella gracias a esos gritos se había motivado a saber todo lo que su jefe sabía y todo lo que le rodeaba. Nuevos idiomas, nuevas materias teorías, todo aquello había aprendido y más en los años como su asistente.
Isabella Smith ahora tenía 25 años y era una mujer extremadamente guapa, su rostro inocente en el tiempo en que la conoció había desaparecido, dejando en su mirada los conocimientos, determinación y seguridad. Tal vez ella pensaría que no había notado su gran avance, su evolución... pero no, él siempre estuvo atento a sus expresiones y a sus movimientos.
Nunca imagino, ni siquiera pensó en el día en que Isabella quisiera dejar de trabajar a su lado. Ni siquiera la imagino fuera de su vida y ahora viene ella diciendo que ya no quiere seguir a su lado ¿¡Por qué la azabache era así!?
-Nos vemos mañana en la empresa señor Arnault bajo del coche en cuanto se estaciono en frente de su departamento.
Alexander bajo la ventanilla del lado de su puerta y la vio dirigirse a la entrada del edificio de apoco, alejándose de él.
-¡Detente! - exclamo Alexander en cuanto noto que su chofer empezaba a poner en marcha el coche. Miro al frente con sus cejas negras fruncidas - ¿Qué piensas de lo que acaba de pasar? – cuestiono a su chofer.
-He, bueno señor...
-¡No, no respondas! - volteo su rostro nuevamente hacia la ventanilla - Llévame a casa - ordeno.
- ¡Oh por Dios! - se escuchó el grito aterrador de Alexander al verse en el espejo de su habitación.
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Espero que les este gustando está historia, les agradecería si me dan su apoyo...
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Comments
Martha Barraza
x ahora super buena, me gusta xq no hay Droga y violacion, todas escriben qué la drogaron la metieron a la pieza, después el CEO la busca y así todas violencia, muy dulce tranki está novela, Gracias
2025-03-22
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JZulay
ummmm...por lo menos lo reconoce, que su secretaria es heeerrrrmosa 😜
2024-11-26
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JZulay
eso sí fue un +plus+ (varios idiomas !!!!👏🏼👏🏼👏🏼)...... sin el modo "hiriente"
2024-11-26
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