10. PLAN

5 DE MARZO DE 2.046

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EVANGELINA

–. ¡TU HAZ PERDIDO POR COMPLETO EL USO DE RAZÓN! –Remi me grita.

Mala idea haberle contado a Remi todo lo que pasó con Hugo.

–. Tranquilo, amigo –le digo–. Tengo todo controlado.

–. ¡Pero estas loca! –exclama visiblemente furioso–. ¿Cómo pudiste hacer eso?.

–. Ey... Hasta ahora nadie me ha descubierto –me cruzo de brazos–. No tienes nada de que...

–. Me preocupo y ¡MUCHO! –dice y se acerca a mí–. ¿Te das cuenta de lo que has hecho?.

–. Correción –alzo un dedo–. Lo que ESTOY haciendo. Se lo que hago.

–. Estás jugando a las dos vidas –se cubre la cara con sus manos.

Se sienta en su sofá, su enojo y preocupación son notorios.

–. ¿Y que pasará si descubre que no eres quien dices ser? –pregunta–. ¿O si tu padre lo descubre?.

–. Nadie descubrirá nada –afirmo–. ¿De acuerdo?. Si se que mí padre no tiene nada que temerle a Hugo me iré y ya.

–. ¿Crees que será así de fácil? –se toma su frente–. Hiciste que me duela la cabeza.

–. Remi, mírame –le ordenó y lo hace–. Nada saldrá mal. ¿Si?.

–. Escucha, Eva –suspira–. Si tu padre tenía un plano del búnker de Hugo eso quiere decir que lo conoce o sabe de él y lo considera como un riesgo.

–. Hasta ahora yo no he notado nada –me levanto–. Nada que sea peligroso en él.

–. Ay no –tira su cabeza hacia atrás–. Dime qué no te enamoraste de él, por favor. ¿Lo has hecho?.

–. ¡NO!. Seré rebelde pero no estúpida –bajo la mirada–. O eso creo.

–. Te gusta. Listo. Se acabó –dice levantado las manos el cielo–. Estamos muertos, sino nos mata su padre nos mata ese tipo.

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• BÚNKER •

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Me dirijo hasta la oficina de Hugo, cuando estoy apunto de llegar veo salir a Morgan acomodándose la ropa, cuando pasa al lado mío siento el perfume de Hugo en su ropa... ¡ADEMÁS ME SONRÍE!.

–. Buen día –me dice sonriente.

–. Muy bueno días por lo que veo –le devuelvo la sonrisa.

Sigue su camino y yo intento tragar lo que estoy sintiendo "–. ¿Celos? ¿Son celos?... ¡NO, NO Y NO! ¡NO ESTAS CELOSA, EVA –".

Suspiro y tocó a su puerta.

–. ¡ADELANTE! –escucho la autorización de Hugo.

Respiro profundo antes de entrar. Respira, Eva.

–. Llegué, señor Salvador –digo haciendo un saludo militar–. Reportándome a servicio.

–. Buen día, Angela –me dice–. Estás muy sonriente.

–. Usted también –digo bromeando.

Literal bromeando ya que está más serio que de costumbre. Me acerco a él.

–. Yo lo digo de verdad, Angela –dice.

–. Tuve lo mismo que usted tuvo –le guiño un ojo.

¡OPS!. Su cara aún más seria en tres segundos. Le di justo me su orgullo.

–. ¿Lo mismo que yo tuve? –me mira curioso–. Que cosa.

–. Le responderé sin tantas vueltas... –le sonrío–. Un buen mañanero.

–. Oh –asiente varias veces–. No sabía que tenía novio.

–. ¿Por qué tengo que tener novio? –me cruzo de brazos–. No necesariamente.

Ladea su cabeza a un lado.

–. Entonces no tiene... –dice–. ¿Va a la cama con quién quiere acostarse con usted?.

Suelto una leve carcajada. Me siento adelante suyo.

–. No, no hago eso –niego–. Ninguna mujer hace eso, señor Salvador. Los hombres presumen que se acuestan con hermosas mujeres cuando son LAS mujeres quienes deciden si acostarse con ellos o no... Y que hagan eso no quiere decir que sean "Putas" o algo parecido.

–. Jamás dije eso –se apoya en su respaldo.

–. Lo sé, tanto los hombres como las mujeres disfrutamos la vida –le digo–. Pues yo... Hice eso anoche y esta mañana.

El suspira y desvía su mirada hacia otro lado.

–. Bueno, tengo que cambiarme –dice–. Nos vemos en la mesa central en unos minutos.

–. Claro –me levanto–. Nos vemos, señor Salvador.

Me giro sobre mis zapatillas y camino hacia la puerta con una sonrisa en el rostro "–. Te estoy desequilibrando, Hugo Salvador –"

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Esperamos algunos minutos a Hugo, mientras que todos hablan entre ellos, aún no me siento parte del grupo como para unirme a alguno.

Una mano se posa en mí hombro.

–. Hola, Angela –me dice Dong.

–. ¿Y tu de dónde saliste? –le pregunto sonriente–. Hola.

Nos abrazamos calurosamente.

–. ¿Cómo estás? –me pregunta–. ¿Cómo te tratan todos aquí?.

–. Aún es muy pronto como para adelantar algo –digo–. ¿Hugo te llamo?.

–. Si, no se de qué quiere hablar...

La entrada de Hugo hace callar cualquier murmullo aquí. Empieza a extender dos mapas enormes sobre la mesa.

–. Dong, Angus, Morgan y Ángela –nos llama–. Vengan aquí, por favor.

Los cuatro nos acercamos y al ver los mapas me paralizó... El la mansión de mi abuelo Beliath y su bodega "–. Santo Dios –".

–. Esta es la bodega de Beliath Ivanov –nos dice–. Imagino que ya conocen quien es.

–. Si, el líder de la mafia rusa –Angus toma la palabra–. ¿Quieres ir contra él?.

–. Mí objetivo principal no es él... –nos mira.

"–. No, por favor, no lo digas –".

–. Sino que son los Leone –completa.

Ay Dios.

Maldita sea... ¿Donde mierda me metí ahora?.

–. ¡Estás loco! –dice Dong–. Renzo Leone maneja la mafia americana y la griega. Sin contar que su suegro es Beliath y su concuñado es Aleskei, es un desalmado asesino y miles de mercenarios bajo su cargo.

Eso Dong, hazlo cambiar de opinión.

–. Pues vamos a debilitar a toda esa familia –suspira–. Leone tiene dos hijos, hasta ahora solo tengo nombres... Evangelina Leone y Pietro Leone.

–. Así es –dice Morgan–. Hasta donde tenemos enterado su hijo está con él en la mafia, mientras que su hija es su "princesa"... No dejaría que se metiera en eso.

–. Pues iremos contra los hijos... –sonríe–. Ambos son los pilares de esa familia –me mira–. ¿Que me dices tu, Angela?.

Suspiro.

–. Perdona pero esta vez estoy de lado de Dong –digo nerviosa–. No podemos meternos con semejante mafia... Aún.

–. ¿Aún? –pregunta.

–. Mira lo que tenemos, Salvador –señalo al rededor–. Lo que tenemos aquí ellos tienen el triple o más... Aún es muy pronto.

–. ¿Tienes miedo? –pregunta molesto.

–. Tengo miedo de como estás actuando –lo miro–. No como si quisieras poder o territorio como cualquiera en tu posición sino como si quisieras... Venganza.

–. No quiero venganza –asegura–. ¿Por qué crees eso?.

–. Es mí impresión sobre esto –suspiro–. Lo que piensen los demás... No es mí asunto.

Suspira y se aleja de nosotros, se apoya contra otra mesa.

–. Bien, esperaremos más –dice–. Hasta estar más capacitados.

Puedo respirar un día más.

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