13. ÁNGEL

HUGO.

Miro sus ojos azules, brillantes, vivaces... Sonrío inevitablemente. Soy su hombre, su primer hombre y, espero, el único.

–. Eres una mentirosa –le digo–. Me dijiste...

–. Ya se lo que dije –dice avergonzada–. Fue una pequeña mentirilla.

–. Una que me estaba volviendo loco –me río y acaricio su mejilla–. Eres tan... Perfecta.

–. Ay no me digas eso –se cubre el rostro–. No tengo nada de eso.

–. Encima modesta –agrego sonriente–. Terminamos cayendo.

–. Si, bueno –se aclara la garganta–. Tu caíste porque yo quise que lo hicieras.

–. Oh. ¿De verdad? –la acerca más a mí–. ¿Quieres que caiga de nuevo?.

Me sonríe y empieza a asentir, es un si.

Luego de unas salvajes horas, bajamos a la cocina para comer algo, le preparo un buen almuerzo aunque ya son las 14:00.

–. ¿Sabes cocinar? –pregunta abrazándome por la espalda–. Que sorpresa.

–. Es uno de mis talentos ocultos –le guiño un ojo–. Nadie sabe de esto.

–. Oohh... Es un secreto entre los dos ahora –murmura.

–. Si, lo es –me giro hacia ella–. ¿Por qué eres tan linda?.

–. Bueno, no lo sé. –dice mirando hacia el cielo–. ¿Tu que me dices?.

Beso la punta de su nariz y luego sus labios.

–. Para mí es que eres un ángel –le sonrío–. Un hermoso ángel.

–. Eres un hombre tierno dentro de todo –dice arqueando una ceja–. Que curioso.

–. Jamás me había imaginado así –bajo la mirada sonriendo–. Y luego tu te metiste hasta en mis sueños.

–. Mmmhh... –dice picarona–. ¿Que tipo de sueños tenía conmigo, señor Salvador?.

–. Eran muy interesantes –sonrío seductor–. Me dejaban sin aliento.

–. ¿Quieres hacerme una demostración? –pregunta.

Me río, la levanto en mis brazos y la siento en la mesada. La beso como jamás he besado a ninguna mujer.

–. Se va a quemar la comida –digo entre besos.

A duras penas me alejo de ella y voy a ver la comida.

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• TRES MESES DESPUÉS •

6 DE AGOSTO DE 2.046

• BÚNKER •

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Reviso unos planos para volver a organizar este búnker o al menos lo mejor que se pueda.

La puerta se abre.

–. ¿Me extrañaste, Hugo? –pregunta.

–. ¿Creta? –me levanto de mi sillon–. ¿Que haces aquí?.

–. Ay, vine a verte obviamente –me sonríe–. ¿Así me tratas después de dos años sin vernos?.

–. Dos años –repito–. Es increíble que hayas venido a verme.

Creta es una ex novia mía, aunque no tuve muchas novias en mí vida.

Me quedo colgado unos minutos, cuando levanto la vista ella justo delante de mí.

–. Es que te extrañaba mucho –me dice pasando las manos por mí cuello–. ¿Tu no?.

–. Espera, Creta –me tiró hacia atrás–. ¿Que crees que haces?.

–. Recuperar el tiempo perdido –me sonríe.

Me alejo de ella.

–. Estás pensando mal, Creta –suspiro–. Aunque te cueste creerlo yo ahora soy hombre de una sola mujer.

–. ¡Ay por Dios, Hugo! –se ríe a carcajadas–. ¿Tu? ¿Hombre de una sola mujer? ¿De verdad?.

–. Así es –afirmo–. Tengo novia.

Empieza a acercarse a mí de nuevo pero la puerta se abre. Angela y Dong entran.

–. ¿Perdón? –dice Angela y mira a Creta–. ¿Que está pasando aquí?.

–. Una vieja amiga vino a visitarme –digo–. Ven.

Angela viene hacia mí y me abraza, yo beso su frente.

–. Creta, te presento a Ángela mí novia –la miro–. Angela te presento a Creta.

–. Hola, Angela –la saluda.

–. ¿Cómo estás? –le responde Angela.

–. ¿Sabes que? –dice Creta mirándola–. Siento que te conozco de algún lado, no se de donde. ¿Puede que hayas estado en Francia?.

–. Aaamm... No, no he estado allá –niega–. Lo siento.

–. Mmnhhh... –ladea la cabeza–. Se me haces familiar.

–. No sé de dónde entonces –digo y miro a Dong–. ¿La puedes acompañar, amigo?.

–. Claro –asiente–. Vamos, Creta.

Ambos se van dejándonos solos. Me giro hacia ella.

–. ¿Me parece a mí o te estaba coqueteando? –se cruza de brazos.

–. Es una de mis ex novias, mí vida –suspiro–. Hace dos años que no nos vemos.

–. Entonces vino de nuevo a querer reconquistarte –arquea una ceja–. ¿Que iba a pasar sino llegábamos Dong y yo?.

Empieza a alejarse pero la tomo del brazos, levantándola en mis brazos la siento sobre el escritorio.

–. Nada –afirmo–. No iba ni va a pasar nada.

–. No me vengas con promesas. ¿Quieres? –cruza sus brazos haciéndose la ofendida–. No sirve eso conmigo.

Acerco mí rostro al suyo y le doy besos en la mejilla, ella se ríe un poco.

–. Basta –dice riendo–. No me vas a convencer con eso.

–. ¿A no? –pregunto.

Tomo su rostro entre mis manos y la beso con pasión. Ella lleva sus bracitos a mí cuello y me atraen más hacia si.

–. ¿Ya te estoy convenciendo? –pregunto burlón.

–. Mmmhh... Un poco, pero no lo arruines –se ríe.

Continuamos a puros besos, me deslizó hacia su cuello mientras mis manos se aventura debajo de su camiseta. Una de ellas desabrocha su sostén mientras la otra juguetea con su pecho.

Sus jadeos con música para mis oídos.

–. Hugo –jadea–. Cualquiera puede entrar, amor. Por favor.

–. Eso se resuelve rápido –le doy un beso.

Me alejo de ella para caminar hacia la puerta la cierro con llave y una cadena.

Me giro hacia ella quien me mira con una sonrisa.

–. Ahora sí –la miro sonriendo–. Aún no termino de convencerte.

Ella viene hacia mí y me besa. Terminamos en el sofa con la ropa volando por todos lados.

Los gemidos y jadeos pronto son los únicos que se escucha en la oficina. Menos mal que afuera no se escucha nada.

Nos miramos a los ojos mientras hacemos el amor. Lleva una mano a mí mejilla.

–. Te amo tanto, Hugo –me dice jadeante.

–. Yo también te amo, mí Ángel –le respondo.

Jamás voy a poder despegar su piel de la mía, su corazón del mío. Esto es algo que se quedará conmigo para siempre.

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