16. PERDÓN

EVANGELINA

Saludaba a los amigos de mí padre, son educados y amables. Mí hermano estaba junto a mí. Entonces escuché algunos murmullos y varias personas miraban hacia la puerta, seguí su mirada y ahí lo vi... Hugo.

Su mirada clavada en mí, mis ojos automáticamente se humedecieron con ganas de llorar. Me tambalee en mí lugar y sujete la mano de Pietro.

–. ¿Eva? –me pregunta–. ¿Que paso?.

Hugo se da vuelta y a paso rápido salió del salón. Me solté y lo seguí aunque me costó bastante, por el shock aún no puedo caminar mucho.

–. ¡HUGO! –grito corriendo–. ¡ESPERA!

Cuando salgo veo su auto marchar. ¡MIERDA!, ya sabe todo. Corro por mí auto y aceleró a la mansión.

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• MANSIÓN SALVADOR •

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Llegué a su mansión, temblando, nerviosa y asustada. Vi sus ojos, el enojo y la decepción. Temo perder al hombre que amo.

Entro a la enorme sala, las luces están encendidas y todo tirado por todas partes. Camino con temor por la sala.

–. Era verdad –dice–. Si eres su hija.

Me giro hacia él, está sentado en el piso.

–. Hugo... –digo llorando–. Perdón...

–. Más de un año –me mira–. Me mentiste. ¿Esto era lo que querías?.

–. Jamás quise esto –me acerco a él–. Te lo juro, todo se me salio de control. Les mentí a todos, a ti y a mí familia.

–. No te acerques más, no te acerques –me detiene–. No lo hagas más.

–. Yo te amo, te juro que es verdad –lloro–. Te amo, Hugo.

No me responde, baja la mirada al piso y luego la levanta. Apoyando su cabeza en la pared, me suelta sin más.

–. No sabes cuánto me arrepiento de haber confiado en ti –dice.

Las lágrimas son inevitables, mí corazón se está descargando.

–. Angela, Evangelina... Quien ¡QUIERA QUE MIERDA SEAS REALMENTE! –grita–... ¡VETE!.

–. Hugo, escúchame... Espera –suplico.

–. ¡VETE! ¡LARGO! –exclama–. ¡NO QUIERO VOLVER A VERTE!

Se levanta rápidamente y se acerca a mí. Su mano sujeta mí rostro con fuerza.

–. Me estás lastimando –digo.

–. Ahora soy capaz hasta de MATARTE –me mira furioso–. Aprovecha el poco autocontrol que me queda... ¡Y VETE!.

Me empuja con fuerza y me caigo, los pedazos de vidrio en el suelo me cortan la mano.

Hugo intenta acercarse pero me levanto rápido y salgo corriendo. Subo a mí auto y, como la gran cobarde que soy, me voy.

Me detengo en medio camino, rompo mí vestido y envuelvo mí mano con la tela, esta no deja de sangrar. Apoyo mí cabeza en el volante y lloro.

–. ¡QUE IDIOTA QUE SOY! –grito y golpeó mí mano contra el tablero–. ¿¡QUE HICE, DIOS!? ¡MALDICIÓN!.

Deseaba que fuera una pesadilla, deseaba despertar y estar entre los brazos de mi madre como cuando era niña, pero no, era real.

Ahora seguro seré la provocante de una guerra.

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• MANSIÓN LEONE •

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Subí rápidamente a mí habitación y me encontré con Pietro, mirándome.

–. Ya lo sabe –digo llorando–. Ya sabe todo.

Viene hacia mí y me abraza. Luego se aleja de mi y su mesada se torna sería.

–. ¿Tienes idea de lo que acabas de hacer, Eva? –me pregunta molesto.

–. Acabo de condenar a nuestra familia –digo.

Me siento en la cama, tiemblo sin parar. Si bien, Hugo sentía odio hacia nosotros ahora aún más.

–. Se van a matar con mayor razón –lo miro–. Todo por mí culpa. Dios mio –empiezo a llorar–. ¿Que he hecho?.

–. Si papá se entera también de esto... –se sienta a mí lado–. Será una catástrofe.

–. Merezco cual sea mí castigo –bajo la mirada–. Merezco morir.

Ahora todo será peor... Todo se vendrá cuesta abajo y no puedo hacer nada para detenerlo.

Hugo me odia mí padre hará lo mismo cuando se entere que tuve una relación con él... Todo es mí culpa.

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