UN AMOR MAS ALLA DEL DESTINO SAGA 1

Después de comprender que Izan no estaba de acuerdo con ella, Amaranta sintió que no tenía importancia para él. Ya lo sabía desde antes; siempre pensaba que la niña que le salvó la vida en aquel pueblo era la única que importaba para él, pero le dolió saber que finalmente solo era eso.

Johanna estaba en lo correcto: la veía como una salvadora, no como una mujer. Era recomendable no tener más ilusiones engañosas, de lo contrario, sufriría graves daños. De ahora en adelante, solo se concentraría en sus estudios en las metas que se había fijado: encontrar los rastros de sus padres.

—Amaranta, como ya harás más escenas, puedes ir conmigo a la ciudad capital. Le diremos al director, así podrás estar más tiempo conmigo. Te llevaré a conocer algunos lugares. —Dijo Izan, ya que después de pensar en la escena de cama que no le agradó nada decidió llevarla con él a la capital…

—Pero no creo que al director Daniel le agrade que me vaya sin más ahora mismo.

—No habrá problema por eso, ya le avisaré yo y te llevaré conmigo.

—Entonces le diré a mi madrina Johanna.

—Está bien; ve a visar a Johanna y yo le diré al director.

Antes Amaranta estaba muy triste porque no pasaría tiempo con Izan, pero ahora está confundida por el cambio de opinión y llevarla con él, pero no se opondría a que la llevara a la ciudad. Simplemente le avisó a Johana y ella le dijo que se cuidara. Fue al hotel a recoger sus cosas y se dirigieron al aeropuerto. Tomaron un avión directo a la ciudad capital, donde al llegar los recogieron Lidia y su esposo Marcus Morgan.

—Hola, Amaranta, ¿cómo estás? Tal parece que has crecido: te ves más alta y con más cuerpo —dijo Lidia Marsans.

—De verdad lo crees, no siento que esté más alta.

—¡Por cierto, este de aquí es mi esposo Marcus Mogan!

—Un placer conocerlo.

—Marcus, ¿no sabes si irá el tío Morgan a la fiesta?—preguntó Izan.

—No lo creo. Él no tiene tiempo para fiestas.

—Qué lástima; me gustaría verlo y charlar con él. Lidia lleva a Amaranta a que la maquillen y peinen.

—Sabes pedir la cosa de una manera que da gusto hacerte favores.

—Olvídalo la llevare yo mismo... Pediste cita en el lugar al que vas siempre—le preguntó Izan a su hermana.

—No necesitas cita, solo di mi nombre y te dejarán pasar.

—Bueno, entonces nos dejas en ese lugar, Marcus.

Marcus no dijo nada; solo fue rumbo al salón de belleza, que en realidad era todo un edificio que consistía en salón de belleza, joyería, zapatería y bolsos, así como vestidos.

Izan salió del auto en compañía de Amaranta. Entró en el comercio, que era un lugar muy elegante y exclusivo; fue recibido por el gerente de atención al cliente y llevado al salón de belleza para que atendieran a Amaranta.

En el lugar fueron recibidos por el gerente, quien los llevó hasta la sala VIP, donde fueron atendidos por el personal exclusivo.

A Amaranta se le dio un baño de sales, mascarilla y atención capilar completa para que se sintiera reconfortada para la fiesta a la cual asistiera esa noche como acompañante de Izan.

Mientras tanto, Izan se encontraba revisando los cargos de vestidos, joyas y complementos, eligiendo todo lo que usaría Amaranta esa noche.

Así también el traje de gala que se pondría él; decidió usar uno a juego con Amaranta, después de conversar de que vería bien al ir acompañado de ella.

Una vez que ambos estaban listos, para salir del lugar, completamente elegantes y esplendidos, luciendo las mejores galas.

Estaban a punto de tomar el ascensor cuando Amaranta fue retenida por una de las chicas para darle un pequeño obsequio de parte de la gerencia y se retrasó mientras Izan avanzó y quedó solo a la vista de los que salían del ascensor.

—Oh Gini, espera, he visto a alguien que conozco y quiero saludarlo. Era Ana Santamarina quien estaba acompañada de Gini Cota, la hermana de la psicóloga Liliana Cota.

—Ana, ¿conoces a alguien aquí en la ciudad?

—Sí, espérame —Ana no dio mayor explicación. Corrió al encuentro de Izan.

Cuando Gini vio quién era la persona a la que Ana corrió para saludar tan efusivamente, se sorprendió. Esa chica estaba loca, ni ella que lo conocía de años era capaz de saludarlo con familiaridad. El capitán Marsans, el hombre que le gustaba a su hermana desde siempre y ella sabía que algún día llegaría a ser su cuñado, eso es lo que en su casa siempre se escuchó desde que tenía uso de razón, nunca imaginó verlo en compañía de otra mujer, mucho menos de una que ella no conocía, esa chica no pertenecía a los círculos sociales de la ciudad, seguramente no era de la capital, así que la trajo de fuera.

¿Eso lo tenía que saber su hermana de inmediato, cómo es que no sería ella su compañera para la fiesta de esta noche?

Pensó que no iría con él porque estaría de misión, pero no, es porque llevaría a otra mujer.

Gini estaba molesta por lo que estaba viendo; esa chica era muy bella y joven, pero no vio por qué tenía que estar al lado de Izan Marsans; él era un hombre muy importante como para estar con cualquiera. Solo podría estar del brazo de su hermana.

—Izan, hola—Mientras Gini estaba bajo el influjo de sus pensamientos, no se dio cuenta de lo que hacía Ana Santamarina.

Izan no prestó atención a quien lo llamaba; era una voz realmente molesta; de hecho sintió que era tan fingida que era como algo que podía confundir como un sonido de gatos peleando en un saco.

—Izan Marsans, Hola

—¿Quién eres tú?—preguntó Izan con una voz muy fría, casi mortal.

—Soy Ana Santamarina, nos conocimos en el hospital.

—No sé quién eres, no te he visto antes.

Ana siempre había conseguido lo que quería; no estaba acostumbrada a que la despreciaran mucho menos en lugar tan concurrido y delante de personas tan ricas. Esta humillación era mucho más de lo que podía soportar, y cuando vio que la chica que se acercaba a Izan no era otra que Amaranta, su sangre comenzó a ebullición de ira.

—Hermana, estás aquí, no imagine que te encontraría en la ciudad.

—Disculpe señorita Santamarina, pero yo no soy su hermana.

Ana siempre había recurrido a las lágrimas para conseguir todo, así que no haría una excepción en este momento.

—Hermana, sé que puedes estar molesta con papá, por no buscarte antes, dejarte sola y no recogerte junto a nosotros, pero puedes darme una oportunidad de conocerme, así podremos convivir como familia. Serás la mejor hermana del mundo.

—Le repito, que no soy su hermana, y será mejor que hable sobre esto con su padre, señorita Santamarina.

—Pero ¿cómo puedes negarnos a nosotros que somos tu única familia, hermana?

—No es el lugar adecuado, sin embargo, noto que, debido a la presencia de una prueba de ADN que evidencia la falta de parentesco entre su padre y yo, es imposible que seamos parientes de alguna manera. Le ha mentido su padre; yo no soy su hija y usted no es mi hermana.

Ana no sabía qué decir en ese momento, ya que su padre nunca le había hablado de esa prueba de ADN que estaba pasando.

Izan solo miraba a Ana llorando y pensaba que Amaranta lloraba mucho más hermosa cuando actuaba que esta niña ahora que lo hacía tan falsamente.

Llegó el gerente corriendo al lugar donde se está produciendo la discursión.

—Señorita Cota, esta chica es su invitada, llegó con usted, por lo cual es su responsabilidad la forma en la cual se comporta, y en este momento está importunando a uno de nuestros clientes de mal alto nivel; si no se la lleva de forma inmediata se le retirará su tarjeta de membrecía.

Gina fue entonces que reaccionó, dejó de observar a Amaranta y se dio cuenta de lo que sucedía a su alrededor.

—Me disculpo por lo sucedido; nos retiraremos de inmediato.

—Espero una disculpa de parte de tu familia, Gino Cota— le advirtió Izan.

—Sí, así lo haré. Gina se comportó de manera violenta con Ana, lo que la llevó a tener problemas. La tarjeta pertenecía a su madre y si se la quitaran, la matarían. Además, no podía peinarse para la fiesta de esa noche debido a que Ana la había hecho ser humillada delante de tantas personas amigas de su familia. Además, Izan esperaba unas disculpas de su familia. Y todo por culpa de esa desconocida.

Tenía que hablar de inmediato con su hermana para que solucionara este problema antes de que llegara a oídos de sus padres o de verdad que entraría en serios problemas.

—Ana, ¿en qué estabas pensando al saludar al capitán Marsans de esa forma? Él es uno de los hombres más respetados del país. No se le puede faltar al respeto, así como así. Eras una descerebrada; pensé que tenías más conciencia, pero ya veo que no es así; solo eres una chica de una pequeña ciudad.

—Él se portó bien conmigo cuando murió mi madre.

—Es seguro que solo fue un accidente, un hombre educado que nunca te vería como algo más y nunca recordaría tu rostro. Es un hombre frívolo y nunca te volvería a ver.

—Está al lado de esa cualquiera, ¿por qué está con la huérfana, que ella tiene y yo no puedo tener, para que la esté llevando del brazo?

Gini se quedó patidifusa al escuchar esas palabras. ¿Quería decir que esa chica no era de la alta sociedad, si no una simple chica pobre? Eso era una información muy interesante; su familia jamás la aceptará, así que no tenía que preocuparse por ella; simplemente sería un juguete para el capitán; ahora ya estaba tranquila.

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