SEXTO libro de la serie ENTREGANDO MI CORAZON.
Desde que puedo recordar, todos buscan abrazarme, tomarme las manos o simplemente acercarse a mi. No soy alta, por lo que siempre me dicen que parezco una pequeña muñeca. Salvo mi familia, rehúyo de cualquiera... excepto él. Si está cerca mío, me alejo, pero por lo rápido que hace latir mi corazón.
Desde que puedo recordar, solo he sentido dolor, solo he escuchado gritos. Siempre estuve en un entorno frío y miserable, siempre me he mantenido distante... hasta ella. Siempre me he sentido cálido a su alrededor y me aterra que esa calidez se extinga, en manos de mi propia sangre.
La historia de Lily y Sebastian.
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SEBASTIAN 16 AÑOS (CAP. 10)
CONTINUA FLASHBACK SEBAS 10 AÑOS
Hoy Garreth se adelantó, después de nuestro torneo. Me ganó por un punto. Es mi mejor amigo y hacemos todo. Tenemos en mente el mismo camino, ser fuertes para nuestra familia, refiriéndonos a los Ogayar. Llegó 5 minutos después, y entro en el mismo momento que veo a Lily salir corriendo al jardín. Ella estaba llorando. Todos están llorando. Agarro a Garreth por la solapa de la ropa.
* ¿Qué pasó?
Entre el lloriqueo y carraspeo distingo poco, pero suficiente. Le robaron a mamá Adriana y perdió todo lo que tenía. Se fue a Oriente. Quise gritar, porque de donde vengo, dicen que de Oriente no se sale. Nunca pude decirle que la veía como la mamá que siempre quise tener. Para rematar, Layla cortó lazos con la familia. Ella nos dejó, la hermana mayor que siempre desee tener, de quien estaba aprendiendo su forma de ser. Mi modelo a seguir. Tengo mucha pena, pero tengo prioridades. Voy corriendo al jardín y ahí está Lily. Llorando. Llorando mucho. Hace doler más mi corazón. Me siento a su lado y aumenta mi ritmo cardíaco al comprobar que ahora soy un poco más alto.
Al final terminamos apoyándonos juntos. Sabemos que Layla siempre estará ahí, pero eso no impide que derramemos algunas lágrimas más.
Unos meses después, estoy parado mirando el pabellón de secundaria, mientras espero que Garreth termine de flirtear con unas chicas. El sonido de un celular mata su coquetería y es Lily la que habla del otro lado. Mi mejor amigo es muy inteligente, pero para muchas cosas es un total inepto. Es lógico lo que Lily intenta pedirle, pero se comporta como todo un hueco. Yo sí capté el problema y me voy corriendo. Todos tenemos mudas de ropa extra, por si acaso. Entonces, voy por las de ella, felizmente su combinación de locker es el cumpleaños de Layla. Guardo su ropa extra y voy a la enfermeria. Compro lo necesario y me voy corriendo al lugar indicado. Verifico que no haya nadie por los pasillos y con la cabeza gacha entro. Escucho su voz, le dejo la bolsa y me voy corriendo. Mi corazón bombea fuerte, sea por la vergüenza o por haberla ayudado o por ambos. Llego a mi salón con una sonrisa pícara.
SEBASTIAN 14 AÑOS
La veo dar su discurso. Todos pensaban que la reemplazarían, pero no. Obra de Layla, no hay otra explicación. Me escapé para poder verla. Se ve hermosa y a esta edad me he dado cuenta que soy muy travieso, cuando pienso en ella. Acabo de cumplir 14 años hace un mes y ella cumple los 16 mañana. En mi cumpleaños, Garreth me regaló una revista con puras chicas en ropa muy pequeña. Estaba pensando porqué me regalaría algo que no me interesa, hasta que pensé en Lily. Una Lily con ese tipo de ropa... y comprendí que no sabía nada de mi propio cuerpo. Por obvias razones, no le dije a Garreth qué ocasionó ese endurecimiento de mi parte; solo asentí cuando me dijo que esas chicas tienen ese mismo efecto en él.
Así que, aquí estoy. Viéndola ser la mejor y mirándola con orgullo. Cuando su mirada choca con la mía, puedo ver como su rostro adquiere un bello tono rosado suave y ahora me siento orgulloso de mi mismo. Cuando es acosada por un chico, no me importó que fuera más grande que yo, porque sabía que era más fuerte que él. Luego, la llevé de la mano a un parque, para tratar de explicarle el porque grité que no soy su primo; pero antes de soltar todo mi corazón veo como es disparada en el hombro. Que la pintura fuera de color rojo, no ayudó. No puedo decir que la amo. No lo puedo decir o ella me la quitará. Imagirme un día sin ver esa sonrisa hermosa y esos bellos ojos verdes con motas doradas, me tienen soltando lágrimas. Tirar a un chico de 16 años al suelo no es nada, nada comparado con el terrible daño que mi madre puede causar.