En un futuro dominado por la tecnología y robots personalizados, la vida de Aria Steele se desmorona cuando su novio, Alex, la traiciona con otra mujer. Buscando un nuevo comienzo, Aria se adentra en RoboTech, una empresa de tecnología que promete el amor perfecto a través de robots personalizados.
¿Qué pasaría si pudieras elegir al amor de tu vida? Piénsalo, un hombre hecho a tu medida cuerpo escultural, ojos que te enamoran, que te amará como nadie, un amor eterno. Evita un corazon roto y haz tu compra en RoboTech.
Releí el anuncio un millón veces, sintiendo la duda crecer en mi mente, no podía creer que iba a hacer esto pero llámalo estupidez o lo que sea.
Un pie hizo un movimiento y luego el otro, parecía que mi cabeza o más bien corazón, tomó la decisión. Entré en RoboTech y me preparé para cambiar mi destino.
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Capítulo 10 —Entre la Realidad y la Programación
Aria:
La visita de Max dejó a Aria inmersa en un mar de pensamientos y dudas. Mientras Maxwell permanecía en la cocina terminando las labores domésticas por ella, Aria se retiró a su habitación, cerrando la puerta detrás de sí.
La luz tenue de las pantallas holográficas iluminaba la estancia, creando un ambiente íntimo.
Aria sintiéndose a gusto con el ambiente, se recostó en la cama, contemplando el techo mientras su mente revivía la conversación con Max.
La similitud entre él y el robot había resonado en su ser, provocando una punzada de incertidumbre. La fuerza, el amor y la bondad que había percibido en Max parecían reflejarse en el robot.
Ella no sabia que pensar de esto, por un lado se sentía afortunada de conocerlo y ver que ese hombre había despertado en ella sentimientos afectivos y esto era increíble. Aria creyó que jamás volvería a sentir nada por nadie, que una máquina hecha a su medida era suficientemente en su vida, sería todo lo que ella quería, pero se equivoco. Deseaba conocer a Max, deseaba volver a sentir una conexión real, ¿pero que pasaría con Maxwell?
En ese momento, el robot interrumpió su momento privado entrando en el cuarto el cual compartían y se acercó moviéndose con gracia y seducción programada.
—Aria estás pensativa. ¿Hay algo que te preocupe? —Preguntó su voz mecánica tomando un tono más suave.
Aria, aún perdida en sus pensamientos, respondió con cautela. —Es solo que..., la visita de Max me hizo cuestionar algunas cosas. Él es tan real, tan humano.
Maxwell con una sonrisa programada pero cálida, acarició el rostro de la mujer. —Si hay algo que te moleste puedo arreglarlo. Eres mi dueña, mi razón de existir. No hay nada por lo que debas preocuparte. Estoy aquí para hacerte feliz.
Aria suspiró resignada, por supuesto el robot jamás sentiría celos por otro hombre, solo quería hacerla sentir bien y esto no le gustó del todo. Ella quería todo sobre un hombre, los celos, los conflictos de las relaciones, las peleas tontas, las risas naturales.
Podría acabar con esta farsa y hacerle caso a su amiga Luna, con la cual no se hablaba desde hace una semana, pero aún había un tinte de desconfianza en ella, y sí volvía equivocarse, y sí la hacían sufrir de nuevo.
Maxwell llamó su atención acostándose a su lado y apesar de las dudas que aún flotaban en su mente, Aria se dejó llevar por el encanto del robot. Las luces de la habitación se atenuaron, creando un ambiente más íntimo. Maxwell con movimientos precisos y seductores, acercó sus labios a los de Aria.
Ella cerró los ojos, permitiéndose entrar en el mundo de sensaciones que Maxwell le ofrecía. Sin embargo, en su mente, Max seguía rondando. La imagen del hombre que la visitó esa noche se mezclaba con la realidad del robot.
Aria no supo en que momento pero se dejó llevar por el deseo y en segundos quedó desnuda. Maxwell, sí que tenía manos hábiles, era claro que estaba programado también para dar placer.
A medida que avanzaban en la intimidad, las dudas casi se disiparon momentáneamente. Maxwell cumplía con sus promesas de amor y lealtad y Aria se permitió sumergirse en la experiencia. Las manos mecánicas del robot exploraban suavemente su piel y los susurros programados llenaban la habitación.
En el clímax de la conexión artificial, en el punto culminante de la pasión mecánica, Aria cerró los ojos y en su mente, visualizó a Max el de carne y hueso. La dualidad de las sensaciones, la presencia tangible del robot y el eco del recuerdo de Max, crearon una experiencia única.
Cuando la habitación recuperó su quietud, Aria yacía junto al robot con su respiración pausada. Aunque Maxwell la había sorprendido en la intimidad y había superado sus expectativas, una sensación de melancolía se apoderó de ella. En su mente Max Quantum seguía presente, como una sombra que le recordaba la autenticidad que solo un ser humano podía ofrecer.
En guerra como estaba con sus sentimientos, no podía demeritar al compañero que creó para ella. Aria miró al robot a su lado, admirando la perfección artificial que tenía. —Maxwell eres increíble. —Murmuró, pero una chispa de duda parpadeó en sus ojos.
El robot sin comprender totalmente las relaciones humanas le sonrió —Estoy aquí para hacerte feliz Aria. Siempre.
Pienso que fue un libro muy osado en esta plataforma y quiero felicitar a la autora, por que no cualquiera plasma o sabe escribir un libro así. Felicidades y espero que tengas el reconocimiento que mereces