Amalia

Amalia no le dio importancia a lo que ellos decían, ya no le importaba si la molestaban o no.

Cuando llegó la hora de la salida, Amalia conoció al papá de Joseph, viéndolo parecía quererlo.

- ¿hola señor, es usted el papá de Joseph? Pregunto Amalia

El hombre vio a Amalia, le pareció una niña hermosa y con dinero.

- si, yo soy el padre de Joseph, mi nombre es Julio, ¿puedo saber cuál es el tuyo?

Amalia se quitó nuevamente el guante y le dio la mano

- mi nombre es Amalia Rodríguez.

Amalia vio el amor que había entre el padre de Joseph y de su madre, ambos estaban felices en espera de la llegada de su bebé.

El día en que iba a nacer su hijo, la doctora le dijo a Julio que todo se había complicado, que tenía que escoger entre el niño o su esposa.

Julio decidió sin dudarlo por su esposa, pero ella le dijo a la doctora que salvara a su hijo y así fue como ella murió.

- un gusto conocerte. Dijo Julio

En esos momentos llegó Ángela en busca de su hija, Amalia se coloco rápidamente el guante.

- mi amor, ¿ cómo te fue hoy? Pregunto Angela

- bien mami, el señor es el papá de mi amigo Joseph

- un placer conocerlo, hola Joseph, ¿Cómo estás, cariño? Pregunto Angela tomándole las manos a Joseph

- bien señora, es usted muy bonita.

Ángela se alegró de escuchar su halago

- tú también eres muy lindo, gracias por ser amigo de mi princesa

Julio se quedó observando a Ángela, coincidía con su hijo, Angela es hermosa.

En eso llegó Ian llamándolas para que se apresuraran.

- cariño despídete, tenemos que irnos

- hasta mañana Joseph, cuídate mucho

- tu también Amalia

- chao señor, por favor cuídalo mucho

Julio se quedó pensando en lo que le dijo Amalia y miró serio a su hijo

- espero que de tu boca no salga nada de lo que no tienes que decir, si no ya sabes cómo te castigaré.

- no he dicho nada papá

- más te vale.

Pasaron los días, el informe que le entregaron a Ian decía que su abuela murió de causa natural.

Ian y Amelith le dieron sepultura a sus abuelos el mismo día, en el cementerio Amalia estaba asustada, había toda clase de espíritu en ese lugar.

Ian había olvidado que su hija estaba muy pequeña y que esas cosas solo la asustarían.

- ven cariño, utiliza estás gafas y no hables con nadie.

Amalia le hizo caso a sus padres, los espíritus estuvieron molestando a Ian, pero él los ignoraba, ellos al ver que Ian hablo con su hija, se acercaron a ella.

- hola niña, ¿puedes verme? Pregunto el espíritu de un anciano

- no, no puedo verte. Respondió Amalia

- niñita, por favor ayuda a este pobre viejo, ¿ves las personas que están allá? Esa son mi familia, morí sin decirles dónde dejé mi testamento, la mujer que está de rojo quiere quedarse con la herencia de mi hija, por favor ayúdame, he tratado de hablar con alguien pero solo tú me vees.

- mi papi también puede verte

- he ido hablándole a todos los que están aquí y ninguno me respondió solo tú

- está bien, si con ese favor se va a la luz, lo haré, dígame dónde está y a quien le tengo que dar el mensaje.

El señor le mostró a la persona a quien le tenía que decir dónde estaba el testamento, le pidió que se lo dijera al oído.

Amalia se aseguró que su papá no la viera y se dirigió a dónde estaban sepultando al señor.

- ella es mi hija, se llama Clarisa. Dijo el señor

- hola Clarisa, ¿puedo decirte algo? Pregunto Amalia

Clarisa al ver a la dulce niña se le acercó y le pregunto

- hola niña, ¿me conoces?

- no te conozco, pero tu papá quiere que te diga algo al oído. Dijo Amalia

Los presentes que escucharon a Amalia la miraron mal, la madre de Clarisa le pregunto que estaba pasando

- ¿mi papá?, mi papá ha muerto, creo que te equivocaste de persona.

- ven agáchate y te diré, pero no te asustes.

Clarisa se agachó y escucho a Amalia

- tu papá dice que su testamento está en la cajita que tú y él plantaron debajo del árbol.

- como sabes que él y yoo..

Clarisa no había terminado de hablar cuando Amalia la detuvo para que no dijera nada.

- no lo digas en voz alta, tu papá dice que la señora de rojo quiere quedarse con tu herencia, yo puedo ver a tu papá y eso es lo que me dijo.

Clarisa estaba sorprendida, la mujer de rojo pregunto el porqué Amalia estaba interrumpiéndolas.

Ian se percató que Amalia no estaba a su vista y empezó a buscarla.

- mocosa impertinente no vees que estamos en un sepelio, ¿cómo te atreves a interrumpir? Pregunto la mujer de rojo agarrando a Amalia de la mano.

Ian llegó y logro sostener a su hija, Amalia pudo ver lo que esa mujer hacía mientras el hombre moria y le pareció algo muy feo.

- suelte a mi hija. Dijo Ian molesto

- papi esa mujer es mala. Decía Amalia

- vamos cariño, disculpen a mi hija por favor

- pero papá el señor necesitaba mi ayuda

- que te he dicho Amalia, no hables con extraños.

Clarisa se acercó a Ian y a Amalia y les pidió que le dieran un momento.

- disculpe señor, su hija me dijo algo que solo mi padre y yo sabemos, entonces ¿es cierto que puede ver a mi papá?