Santino al fin encontró a quién amar, pero todos ya habían decidido lo que él debía sentir por aquella mujer, al final él era el hombre del corazón de hielo, en el que solamente había amor para la familia.
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Diez
Trae tus cosas- escuchó Denisse a su jefe decirle al otro día en la mañana, parado frente a su escritorio- Quiero que veas algo, y no vamos a regresar hoy a trabajar, o eso espero yo.- y la dejó para pararse frente al ascensor y apretar el botón esperando por ella con una alegría que nunca le había visto.
Subieron al auto de el hombre y estuvieron en movimiento unos veinte minutos hasta que llegaron a un edificio muy elegante y entraron al aparcamiento privado que tenía este, allí mismo tomaron un ascensor y subieron hasta la planta doce. Cuando las puertas del espacioso aparato de metal se abrieron estaban dentro de un departamento asombroso, lo que la hizo abrir los ojos como plato.
- Bienvenida- lo escuchó decir.
- ¿Y esto?- le preguntó ella.
- Lo compré, yo te prometí que lo de la oficina sería solo esa vez.¿ Te gusta?.- le dijo tomándole de la cintura y acercándola a él.
- Es hermoso- le contestó.
- Aquí nos veremos siempre, y si quieres mudarte y vivir en él, no hay problema, así yo sabré siempre donde estás. - él le dejó un beso en el cuello y ella se removió con incomodidad, no le gustaba para nada el curso de aquella conversación.
- Yo me mudo aquí y tú sabes donde estoy.- le dijo- ¿Y que es lo próximo? Dejo de trabajar para que me encuentres siempre dispuesta y nadie sepa de mi existencia mientras tú te casas con una mujer de bien y tienen hijos de bien y yo sigo siendo tu amante por los siglos de los siglos. - el hombre se puso tenso con lo que escuchó.
- Yo no dije eso Denisse- intentó él disculparse.
- Espera, sí, te faltó algo ¿ Qué era?- le dijo con la voz llena de sarcasmo y poniéndose una mano bajo el mentón como si estuviera pensando- Ya, ya recuerdo, te faltó decir amén.
- Denisse, no se de donde sacas que yo quise decir todo eso si prácticamente ni he hablado.- se quejó el hombre mientras ella intentaba separarse de él.
- Lo dijiste todo cuando escuché, si quieres mudarte, no dijiste, podemos mudarnos.- y él comprendió el conflicto que había creado con unas simples palabras.
- Perdona- la abrazó otra vez- Solamente pensé que quizás te habría gustado estar más cómoda, y lo de mudarnos juntos ya quisiera, pero sabes que no puedo, yo vivo con mi padre y si sabe que vivimos juntos se creará demasiadas expectativas, él te quiere mucho y todavía es pronto para decir que lo nuestro va a ser eterno y no quiero tener que discutir con él si al final lo que tenemos no funciona.- a ella le dolió escucharlo decir que no esperaba demasiado de aquella relación, pero al final comprendió que el hombre no dejaba de tener razón.
- No estaré más cómoda siendo la amante mantenida a la que dejas vivir en tu propiedad como pago por sus servicios, prefiero ser la amante que sabe en que momento tiene que retirarse y no deberle nada a nadie.
- Denisse, no eres mi amante- le dijo besándola con ternura- No puedo darte un nombre ahora mismo para esto que tenemos, pero puedo asegurarte que no eres mi amante, te lo juro.- y la vio asentir en señal de que había comprendido lo que él le intentaba decir- Y lo de retirarte, siento decirte que eso ya no se puede- le dijo con una sonrisa ladina- Tú eres mía pequeña y ahora mismo te lo voy a demostrar.- y sintiendo que ya aquella conversación se había alargado demasiado la tomó en brazos y entre risas la llevó hasta una de las varias habitaciones que tenía aquel hermoso lugar.
Más de dos meses llevaban Denisse y Óscar en aquella relación sin nombre, que no era lo que la chica había soñado para ella, pero igual comprendía que no podía pedirle a aquel hombre que hasta el momento llevaba una vida de soltero consumado que la presentara al mundo de ahora para ahorita, sin que como él mismo le había dicho, estuvieran seguros de a donde iba lo que estaban viviendo, pero si había algo que él le juraba, ella era la única en su vida.
La locura que estaban llevando era algo simple aunque a la vez complicada, se encontraban en aquel departamento casi todas las tardes para hacer el amor y conversar sobre ellos, a veces comenzaban sus juegos desde la oficina si no tenían mucho trabajo y otras simplemente se desbordaban de amor y deseos en cualquier parte de la casa que él había comprado para precisamente no ser molestados, más de una vez se habían quedado a dormir allí o simplemente a pasar la noche, por que dormir, lo que se dice dormir, no lo hacían mucho.
Todo eso era lo simple, todas las muestras de cariño y la lujuria que los envolvía cuando estaban solos era lo fácil, lo complicado era mantener todo aquello lejos de la vista de los demás, lograr que para todos los que los rodeaban ellos siguieran siendo el jefe y la secretaria era una tarea en verdad difícil teniendo en cuenta que nada más con una mirada de ella él tenía suficiente para querer besarla hasta enloquecer, y si a los deseos reprimidos se sumaban los moscones que no dejaban de revoletear alrededor de la chica, en más de una ocasión el hombre se había visto apretando los puños para no caer sobre uno de sus empleados.
Aquella mañana había sido una de esas que al llegar encontró al informático allí con su Denisse y una vez más se contuvo para no pegarle su puño en la cara al hombre que se veía súper interesado en que la chica aceptara salir con él, pero optó por no decir nada y seguir a su oficina.
Un rato después ya Denisse había logrado sacar de allí al insistente hombre y recibió una llamada, era de la universidad para avisarle que debía pasar para retirar su documentación de graduada, después de eso solamente quedaba la fiesta y por estar en el teléfono no vio llegar a una chica súper hermosa que se paró frente a su escritorio.
- Perdón señorita, buenos días, dígame en que puedo ayudarla.- le dijo nada más colgar el teléfono.
- Buenos días- le contestó la recién llegada- Vengo a ver a Óscar. - a Denisse le pareció raro la familiaridad con la que mencionaba a su jefe, pero ese no era su trabajo.
- ¿Tiene una cita?- le preguntó como toda una profesional .
- Oh no, no creo que la necesite, me llamo Kate, y soy su novia.