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" Mi Sucesor, Mí Verdugo"

" Mi Sucesor, Mí Verdugo"

Status: En proceso
Genre:Mujer poderosa
Popularitas:46.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Alicia Cardinali

Desde un balcón teñido de rojo, una mujer observa el mundo con la certeza de quien ya lo domina.
No necesita tronos ni coronas. Su reino se construye con secretos, lealtades quebradas y pactos sin retorno.
Quien cruza su camino no sale ileso. Porque esta no es una historia de amor, sino de tentación, herencia y cicatrices que arden en silencio.
En un imperio tejido de sombras, el amor es una debilidad.
La venganza, un motor.
Y el poder… siempre cobra su precio.

NovelToon tiene autorización de Alicia Cardinali para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPITULO 7: "Una verdad inesperada".

Ella mantenía la vista fija en las flores, pero por un instante, sus dedos se aferraron con más fuerza a la taza. 

Un gesto apenas visible, pero Iker lo notó. 

Había algo no resuelto en esa calma.

—¿Tus padres viven? —preguntó él, con tono neutro, como si no supiera la respuesta.

Ella no respondió enseguida. 

Se limitó a dar un sorbo al té y a mirar hacia un punto indeterminado entre las sombras del jardín. 

Se aseguraba que la lente oculta no captaría su cara.

Cuando habló, lo hizo sin emoción aparente.

—Murieron cuando yo tenía ocho años. Un accidente, (resignada), ¿o eso dijeron?

Iker no insistió. Sabía cuándo un silencio decía más que una confesión. 

Pero ella, esta vez, parecía querer ir un poco más allá.

—¿Y vos? —dijo ella, sin mirarlo. ¿También pierdes cosas que no puedes recuperar?

Él no contestó. Solo asintió lentamente. 

Pero también él llevaba una herida abierta, aunque la cubriera con claves cifradas y nombres falsos.

Entonces, sin aviso, ella lo miró de frente. 

Por primera vez con firmeza.

— Mi abuela cree que todo puede poseer. Incluso las personas. —Hizo una pausa, corta pero significativa. 

— Me ve, como su legado, que yo no elegí.

Iker sostuvo su mirada. La suavidad de ella se había desvanecido por un instante. 

Lo que vio fue algo más: determinación, rencor, una herida profunda vestida de dulzura.

—Y vos —añadió ella, como si deslizara una ficha en el tablero—, no sabés aún para quién trabajás realmente… ¿Verdad?

El aire se tensó. Pero no de forma agresiva. 

Era como si, en esa pregunta, ella le tendiera una mano invisible. No para delatarlo, sino para decirle: yo también estoy atrapada en esto.

Ella, para poder hablar, sin estar vigilada y escuchada.

Se levanta de su asiento y va hasta unos estantes donde hay herramientas de labranza.

Con dos palas de jardinería, invitándolo a acompañarla, a plantar unas flores.

Él, ante la petición, mira la mesa con todo su trabajo arriba de esta.

—Con seguridad e irreverente—, déjalo tranquilo, nadie tiene permitido estar aquí. Este lugar es mío.

Él con dudas e intriga: —"¿Y por qué yo pude entrar?"

—Porque ella así lo deseó.

Ante tal explicación, toma una de las palas que ella le entrega. Y se ponen manos a la obra.

Mientras, ella aprovecha para deslizar algunas verdades en el murmullo.

La abuela, desde la terraza, continuaba girando su anillo oscuro. Esa mujer poderosa, controladora, acostumbrada a que todo pase bajo su mirada. 

Se encuentra en una situación inesperada.

Con prisa bajó hacia la galería.

Su nieta irrumpe el equilibrio y deja a Íker en el corazón mismo de su terreno.

El jardín es testigo de una tensión densa, donde las palabras miden más que los silencios.

El atardecer, estaba en la caída.

El jardín, siempre impecable, tenía un silencio distinto esa tarde. 

No era el silencio elegante del orden, sino uno incómodo, tenso. Como si la tierra supiera que algo impropio estaba ocurriendo.

La señora observaba desde la galería, una copa de cristal en la mano. Sentada erguida, con su chal cubriéndole los hombros, parecía una escultura esculpida en hielo.

El portón trasero crujió. La joven apareció caminando con paso firme. Y a su lado, Iker.

Las ropas aún sucias de polvo. Ni él ni ella dijeron nada.

Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, la joven se detuvo, lo miró y dijo con una sonrisa apenas visible:— Ya estás donde querías estar.

Y sin más, giró sobre sus talones y lo dejó solo, plantado en medio de la galería como un intruso al que nadie le abrió la puerta.

La señora no se movió. Solo levantó levemente la barbilla, mirándolo de arriba abajo.

—Qué... inesperado —dijo al final, con voz suave pero cargada de filo. Lástima que no supiste respetar tu lugar.

Iker le sostuvo la mirada, incómodo, pero no se movió.

—No tuve la oportunidad —contestó con cautela. No pude negarme.

Ella dejó la copa sobre la mesita de mármol con un leve clink seco.

—¿Y se puede saber con qué derecho alguien decide en esta casa sin mí, consentimiento?

En ese momento, la joven, que ya estaba por entrar, se detuvo, sin volverse.

—Con el mismo derecho que tú dejaste entrar en mi espacio a alguien sin preguntarme nada.

Hubo un silencio espeso. La señora entrecerró los ojos. Por primera vez en mucho tiempo, alguien había jugado una carta sin mostrarla antes.

—Iker —dijo ella finalmente, sin apartar los ojos de su nieta—, supongo que ya está aquí. 

Y con algo de incertidumbre, le pregunto,—¿no lo sacaste?. Dejaste que, a su vez, te ayudara.

Y interrumpiendo su trabajo. Así que no te quejes.

Ainelys, sin dar importancia, le advierte a Iker.

— Pero no te confundas... Estar dentro no es lo mismo que pertenecer.

Se gira y como si no pasara nada. Volviendo al jardín.

La puerta se cerró tras ellos. Ella volvió al jardín en silencio, aunque ya nada en él parecía en paz.

Elyrah, siempre calculadora y elegante, incluso en su dureza— decide retirarse a la biblioteca.

con una desición tomada, aceptarlo momentáneamente bajo su techo y poder tenerlo bajo su control total.

Íker se quedó en la galería, perdido. No entendía que había, sido todo eso.

Él mayordomo le avisa que la señora lo espera en el despacho. Después de cenar.

En la noche. Después de la cena.

En la biblioteca.

La lámpara de escritorio bañaba de luz dorada los documentos perfectamente ordenados. 

Libros antiguos, un reloj de péndulo marcando los segundos y, detrás del escritorio, la figura inmutable de la señora, sentada con la espalda recta.

Iker estaba de pie. No lo había invitado a sentarse. 

Ella revisaba un informe con sus finos lentes calzados apenas sobre la punta de la nariz.

—¿Sabés por qué estás acá? —preguntó sin mirarlo.

—Porque su nieta...

—No —lo interrumpió, cerrando el informe con un golpe seco. —Estás acá porque yo lo permito. 

Porque necesitás un lugar donde demostrar si valés lo que prometiste. Se quitó los lentes y lo miró fijamente. La temperatura en el ambiente pareció bajar un par de grados.

— Tu lugar no está ni en el jardín, ni en las habitaciones, ni siguiendo pasos que no te corresponden. — Un poco más dura, — estás en el proyecto. En los planos. En la empresa.

Iker asintió, tenso.

—Lo entiendo.

—Me alegra. Porque a mí no me interesa si tienes talento —añadió con una sonrisa apenas visible.

—Me interesa la lealtad. La discreción. Y la capacidad de mantener la vista donde importa.

Se levantó y caminó despacio hacia la ventana, observando las sombras del jardín.

—Los que sobreviven en este mundo, no son los que se encariñan. Son los que saben cuándo guardar silencio y cuándo actuar. Vos, si querés llegar lejos, vas a tener que olvidarte de las preguntas.

Iker respiró hondo.

—¿Y si veo algo que no entiendo?

Ella giró lentamente, con esa elegancia peligrosa que la caracterizaba.

—Entonces, fingí que no lo viste. Y trabaja el doble. 

No viniste a entender nada, Iker. 

Viniste a construir. El día que empieces a mirar a los costados, vas a empezar a ser un problema.

Volvió a su escritorio, como si la conversación ya hubiera terminado. Pero antes de sentarse, añadió:

—Y sobre, mi nieta, mantiene distancia. No te conviene cruzar esa línea. Te lo aseguro.

Tras un silencio. Le avisa que vivirá en la mansión.

Pero dejaria en claro que no tolerará distracciones. 

Lo instruye con frialdad a enfocarse solo en lo que le fue encomendado. 

Entre líneas, también se percibe su desconfianza y su necesidad de control.

—¿Algo más?o está entendido —preguntó sin levantar la vista.

—No —respondió él, firme.

—Entonces, puedes retirarte.

Mientras Iker se alejaba, supo que, en esa casa, cada palabra era un movimiento en una partida mucho más antigua que él.

Continuará...

1
Delia
Espero que me sigas sorprendiendo autora. Cada capítulo te hace sentir la alegría y la preocupación de ellos. Ojalá que puedan con la carga del bebé. Felicidades autora por su lenguaje fluido y casi perfecto en la ortografía. Da gustó leer.
Delia
Al fin vamos viendo la luz de todo lo que la red a ocultado 🥺🥺🥺
🪼 βE𝕋Ť¥ 🦋
son los hijos de los hombres y mujeres que mataste
🪼 βE𝕋Ť¥ 🦋
un hombre muy astuto Renzo, al ganar voluntades y manipular mentes
🪼 βE𝕋Ť¥ 🦋
pero esa corte será los que te jusgaran aunque no lo quieras
🪼 βE𝕋Ť¥ 🦋
el es un monstruo, pero tu no eres la indicada para quitarle la vida, tu no mereces llevar eso en tus hombros
Delia
Que bello gesto y sentimiento 😍😍
Nancy Parraga
Ella lleva una carga pesada sobre sus hombros y no confiar en nadie para poder hacerlo más llevadero que complicado
Vanessa ✨
Nos daremos cuenta cuánto mal hizo ese monstruo 😭😭😭😭
Vanessa ✨
/CoolGuy//CoolGuy//CoolGuy//CoolGuy/ es tu hija HDP 🤮🤮🤮🤮🤮
Tormenta 💨💨
Se muestran el amor que los une. Y Elyrah podrá descansar después de años cargando tanto peso 🥺🥺🥺
Tormenta 💨💨
Esmeralda puede elegir quien ser. Y que horror tener adelante quien mato a tu madre yo lo mato /Cleaver//Cleaver//Cleaver//Cleaver//Cleaver/
Tormenta 💨💨
Eso les quiso mostrar.🥺
Tormenta 💨💨
Ya mata la intriga 😁😁😁
Tormenta 💨💨
Emocionante capitulo 😱
Vanessa ✨
Alyrein ya decidió y no le va importar a quién deja en el camino 🥲🥲🥲🥲
El Ángel Arcoiris
Iker solo ten cuidado no tratas con una ilusa 🙏🙏🙏
El Ángel Arcoiris
😍😍😍😍 Belleza de dónde es 🥺🥺🥺
Mar
cada capítulo queda en intriga jajaja 🤣
◥꧁ད ॐ卐ᏉᏗᏁᏋᏕᏕᏗ. Ꮥ. Ꮭ 卐ॐ ཌ꧂◤
Recuperaron el honor y la familia. Eso es más fuerte que cualquier poder.
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