Gritos De Esperanza

POV VIVIANA.

Me quedé sentada en la cama, intentando calmar mi respiración agitada. La discusión con él me había dejado con los nervios a flor de piel.

Me pregunté por qué siempre parecía que él quería controlarme, por qué no podía entender que necesitaba mi espacio y mi libertad.

Mi mente estaba llena de pensamientos y emociones contradictorias, su comportamiento posesivo y controlador me hacía sentir atrapada.

Me envolví en la oscuridad, apagando la lámpara y dejando que la habitación se sumiera en una negrura total.

La ausencia de luz fue como un bálsamo para mi mente agitada, me permití hundirme en la oscuridad, dejando que mis pensamientos y emociones se desvanecieran en la nada.

Pero incluso en la oscuridad, la imagen de él seguía presente en mi mente, su rostro y su voz resonando en mi conciencia. No podía escapar de él, ni siquiera en la oscuridad. Y me pregunté si alguna vez podría hacerlo.

Me desperté con la voz de la señora Luz, que me llamó suavemente desde la puerta de mi habitación. —Señorita Viviana, es hora de levantarse. El señor la está esperando para desayunar—.

Me estiré en la cama, sintiendo el cansancio y el estrés de la noche anterior todavía presentes en mi cuerpo.

Tomé aire profundamente y me levanté de la cama, dirigiéndome al baño para tomar una ducha. El agua fría me golpeó la piel, despertándome y ayudándome a despejar mi mente. Me sentí un poco más revitalizada después de la ducha, para poder lidiar con todo, y sobre todo con el.

Me sequé el cabello y me vestí de manera sencilla pero elegante.

Me senté en el comedor, justo a su lado, con una determinación renovada en mi mirada.

El me miró brevemente al sentarme, pero no dijo nada, simplemente siguió comiendo su desayuno. Yo también comencé a comer, pero mi atención estaba puesta en él, esperando a ver si diría algo sobre nuestra discusión de la noche anterior.

Mi postura era erguida, mi mirada firme, y mi actitud decidida. No estaba dispuesta a dejar que me pisoteara ni a bajar mi cabeza ante él. Esta vez, estaba lista para defenderme y para hacer valer mis derechos. La tensión entre nosotros era palpable, y podía sentir la electricidad en el aire.

Él me miró de reojo varias veces, pero no dijo nada hasta que terminé de comer. Luego, se volvió hacia mí y me miró directamente a los ojos.

Me levanté del asiento, decidida alejarme de la tensión y la incertidumbre que se había acumulado entre nosotros.

El siguió mirandome directamente a los ojos, y por un momento, pensé que iba a decir algo, que iba a romper el silencio y hablar sobre lo que estaba pasando. Pero no lo hizo. Simplemente me miró, con una expresión inescrutable en su rostro.

Me di la vuelta y me fui, esperando que me detuviera, que me llamara o me pidiera que me quedara. Pero no lo hizo. Me dejó ir sin decir una palabra, sin hacer un gesto. Me sentí confundida y un poco frustrada por su falta de reacción. ¿Qué estaba pasando con él? ¿Por qué no decía nada?

Mientras me alejaba, no podía sacudirme la sensación de que algo estaba pasando, algo que no entendía.

Él parecía estar jugando conmigo, manteniéndome en un estado de incertidumbre y confusión. Me pregunté qué iba a pasar a continuación, si iba a intentar hablar conmigo o si iba a seguir comportándose de manera tan extraña.

La incertidumbre me acompañó mientras me alejaba de él, dejándome con más preguntas que respuestas.

Han pasado varios días desde que me fui de la mesa del desayuno, él y yo no hemos vuelto a cruzar una sola palabra.

Me siento aislada y desconectada de todo, como si estuviera viviendo en una burbuja. La casa es grande y lujosa, pero se siente vacía y silenciosa sin la presencia de nadie con quien hablar.

Lo peor de todo es que no tengo noticias de mis padres. No tengo mi teléfono, y el no me permite llamarles ni recibir visitas. Me siento como una prisionera en esta casa, sin saber qué está pasando con mi familia ni cómo están. La incertidumbre y la ansiedad me están consumiendo.

Me paso el día vagando por la casa, intentando encontrar algo que hacer para pasar el tiempo. Pero todo se siente vacío y sin sentido sin la libertad de hacer lo que quiero ni de hablar con quien quiero.

Me siento como si estuviera perdiendo la noción de la realidad, y no sé cuánto más puedo soportar esta situación.

Mientras él parece haberse olvidado de mí, o al menos, eso es lo que parece. No lo veo casi nunca, y cuando lo hago, es como si no existiera.

Me pregunto qué está pasando en su mente, qué planes tiene para mí y para mi futuro. La incertidumbre es agobiante, y me siento como si estuviera viviendo en un limbo.

Era por la tardé, y desde la ventana de mi habitación, pude ver que había una gran actividad en el jardín. Había más gente de lo normal, y varias mesas estaban dispuestas en fila, como si se estuviera preparando un evento importante. Me pregunté qué podría ser, pero no tenía forma de saberlo.

Me dirigí al comedor para cenar, y al entrar lo ví sentado en su lugar habitual, con una expresión seria en su rostro. Me senté en mi silla y comencé a desayunar en silencio, intentando no llamar su atención. Pero sabía que era imposible ignorarlo, ya que su presencia parecía llenar toda la habitación.

Terminé de comer y me levanté para irme, pero justo cuando estaba a punto de alejarme de la mesa, la voz de él me detuvo.

—No te vayas— me dijo, su voz era fría y autoritaria. Me detuve en seco, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda. Me volví hacia él, y nuestros ojos se encontraron en un intercambio tenso.

—¿Qué quieres?— le pregunté, intentando mantener mi voz firme a pesar de la ansiedad que sentía.

La expresión de el se ensombreció y su rostro se endureció cuando escuchó mi tono.

—Cuida el tono en que me hablas— me dijo, su voz era baja y amenazante.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda cuando vi la ira en sus ojos. Respiré profundamente y tomé asiento, intentando calmarme y no provocar más su enojo.

—Mañana es la boda—, me dijo, su voz todavía era fría.

Me sentí como si hubiera recibido un golpe en el estómago. ¿La boda? ¿Qué boda? No podía creer lo que estaba escuchando. No estaba lista para eso, no estaba preparada para enfrentar la realidad de lo que estaba pasando.

Me quedé sentada en silencio, intentando procesar la información. ¿Se refería a nuestra boda? ¿La boda entre él y yo? No podía ser, no había aceptado casarme con él, no había dicho que sí.

La idea me parecía absurda, imposible. Pero él parecía muy seguro de sí mismo, y su expresión no dejaba lugar a dudas. Mañana era el día de la boda, y yo iba a ser la novia. La sola idea me hacía sentir mareada y aterrada.

Me negué a aceptar la idea de la boda, mi voz salió firme y decidida. —No—, dije, sacudiendo la cabeza.

—No voy a casarme contigo— el me miró con sorpresa, como si no hubiera esperado mi negativa. Luego, su expresión se endureció y su mirada se volvió glacial.

—¿Qué has dicho?— preguntó. Me mantuve firme, a pesar del miedo que sentía. —He dicho que no voy a casarme contigo— repetí, con mi voz clara y decidida.

El se levantó de su silla, su movimiento rápido y amenazante. Me sentí un escalofrío recorrer mi espalda cuando se acercó a mí, con su mirada fija en la mía.

—No tienes opción—, me dijo, su voz fría y autoritaria. —Vas a casarte conmigo, quieras o no—. Me sentí atrapada, sin salida. ¿Qué iba a hacer? ¿Cómo iba a escapar de esta situación? La idea de casarme con él me parecía un destino peor que la muerte.

El se detuvo frente a mí, su mirada es intensa y dominante. Me sentí pequeña y vulnerable bajo su escrutinio, como si estuviera a punto de ser consumida por su fuego interior.

Su voz era baja y ronca cuando habló de nuevo. —No tienes idea de lo que estás rechazando—, me dijo, con su mirada ardiendo con una intensidad que me hizo temblar.

—¿Qué quieres decir?— le pregunté, intentando mantener mi voz firme a pesar del miedo que sentía.

El sonrió, una sonrisa fría y frívola. —Vas a descubrirlo pronto—,dijo, antes de darse la vuelta y alejarse de mí.

Me quedé sentada allí, sintiendo una sensación de desesperanza y miedo. ¿Qué iba a pasar si no me casaba con él? ¿Qué consecuencias tendría mi negativa? La incertidumbre me consumía, y sabía que tenía que encontrar una forma de escapar de esta situación antes de que fuera demasiado tarde.

Pero mientras más pensaba en ello, más me daba cuenta de que no tenía escapatoria. Estaba atrapada en esta casa, con el como mi único contacto con el mundo exterior. Y ahora, parecía que también estaba atrapada en un destino que no había elegido. La boda se acercaba, y yo no tenía forma de detenerla..