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El Resurgir Del Soberano Dragón Carmesí.

El Resurgir Del Soberano Dragón Carmesí.

Status: En proceso
Genre:Comedia / Aventura / Época / Mundo de fantasía / Espadas y magia
Popularitas:732
Nilai: 5
nombre de autor: Outiss

Novela Ligera de Aventura y Artes Marciales

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Capítulo 6 (3 Parte)

Parte 3: Sombras y fuego: El ojo del Consejo, la furia del dragón

En una sala oculta en los confines del ala este de la Academia, tras una puerta sellada con glifos ancestrales, se reunía nuevamente el Consejo Interno. Un círculo de ancianos, líderes de linajes antiguos, observaban un orbe flotante que mostraba imágenes intermitentes del joven Han Fei entrenando, su cuerpo cubierto de sudor, heridas, y su voluntad inquebrantable.

—¿¡Qué significa esto!? —rugió uno de los consejeros, el anciano Ji Fang, cuyos ojos centelleaban con ira—. ¡Ese mocoso debería estar bajo vigilancia, no fortaleciendo su vínculo con el Dragón!

—El Director lo ha encubierto… nuevamente —espetó la consejera Lian Yu, entrecerrando los ojos—. No solo lo protege, ahora lo entrena en secreto… o peor aún, ha dejado que él se le acerque.

Un murmullo helado recorrió la sala.

—¿El Éxiliado? —preguntó alguien, casi en un susurro.

—Ese bastardo debería estar muerto —gruñó otro—. Si realmente ha vuelto... y está con el chico… todo podría desmoronarse. El equilibrio. El sello. ¡Todo!

Ji Fang golpeó la mesa.

—Ya no podemos esperar. Debemos eliminarlo antes de que despierte por completo.

—Pero si lo hacemos ahora, sin pruebas, el Director... —objetó uno más joven.

—¡Que se pudra el Director! —tronó Lian Yu—. Él mismo eligió un bando. Ahora nosotros elegiremos el nuestro. Si Han Fei despierta, será nuestra ruina. O el cataclismo, o la extinción. ¡Y yo no pienso morir por la esperanza de un niño!

Los demás asintieron lentamente.

—Enviaremos a los Rastros del Silencio —decretó Ji Fang—. Que lo observen. Si se acerca al despertar… lo eliminamos. Sin importar las consecuencias.

En lo más profundo de las montañas negras, Han Fei jadeaba, de rodillas sobre la piedra rota, mientras su maestro lo observaba sin una pizca de compasión. Habían pasado días desde que comenzó a entrenar con él, pero el tiempo allí parecía fragmentarse en espirales eternas.

—Otra vez —ordenó el maestro.

Fei intentó canalizar el arte del Dragón Carmesí dormido en su interior. Sentía la energía, el poder contenido… pero era como intentar atrapar fuego con las manos desnudas. Cada vez que lo intentaba, su cuerpo se sacudía con violencia, sus músculos se desgarraban, y su alma parecía arder en fragmentos de memoria.

Cayó al suelo, escupiendo sangre.

—¡No funciona! ¡No entiendo cómo controlar esto! —rugió.

El maestro no se inmutó.

—Porque no debes controlarlo. Debes aceptarlo.

—¡¿Y qué se supone que significa eso?! —gritó Fei, con el rostro bañado en sudor y sangre.

—Que el dragón no es tu enemigo, Han Fei. Eres tú. Tu miedo. Tu duda. Tu culpa.

Las palabras cayeron como martillos. Fei apretó los dientes. En su interior, ecos de recuerdos volvieron a él. En medio del dolor, flashes de su pasado emergieron con fuerza.

Un niño pequeño, apenas cubierto con una manta, yacía abandonado en un bosque cubierto de escarcha. Fue entonces cuando lo encontraron.

—¡Mira, viejo! Hay un niño aquí…

—¿Qué demonios? ¿Solo? ¿Quién lo dejaría aquí…?

—Tiene una marca… en el pecho…

El hombre, tosco pero de ojos bondadosos, lo levantó. La mujer que lo acompañaba acarició su cabeza, con ternura.

—Sea lo que sea que fue… ahora es nuestro hijo.

—Sí. Desde hoy… te llamaremos Fei.

Fei, jadeando en el presente, con los puños apretados y los huesos temblando, recordó la voz de su abuela adoptiva:

—No importa de dónde vienes. Lo que importa es lo que eliges hacer con tu vida.

Su abuelo, siempre rudo pero protector:

—Tienes fuego, niño. No lo apagues solo porque alguien teme quemarse.

Esos recuerdos lo impulsaron a levantarse. Aun cuando el dolor parecía quebrarlo, una llama lo mantenía de pie.

—Otra vez… —susurró.

El maestro asintió con un leve gesto.

Lin Yueran observaba desde lo alto de un risco, a metros del Valle del Hambre. Su mirada no era la de una espía común, sino la de alguien atrapada entre la duda y el deber.

De pronto, una voz, sin sonido alguno, emergió detrás de ella:

—Sigues observándolo.

Yueran se sobresaltó. Su mano fue a su espada, pero no llegó a tocarla. Él ya estaba allí. El maestro misterioso. Imposible de percibir.

—¿Cuándo…? —susurró, desconcertada.

—No deberías estar aquí.

—¿Y tú quién eres realmente? ¿Un protector? ¿Un demonio escondido? ¿Un traidor? —preguntó, sin apartar la vista.

—Camino donde nadie mira. Y tú… ¿vienes del Consejo?

—No —dijo con firmeza—. Vengo por mí. Mi familia intentó acabar con lo que él representa. Y fallamos.

—Y ahora tú quieres terminar ese trabajo.

—Si es necesario. Pero aún no sé si lo será. Ese chico… no recuerda nada. No sabe quién es. Pero algo en mí… me dice que no es solo una amenaza. También podría ser una esperanza.

El maestro caminó despacio, su silueta ondulante como la niebla misma.

—Entonces obsérvalo. Pero si eliges cruzar la línea, asegúrate de tener el valor de cargar con ello. Él no es un niño perdido… es un despertar esperando rugir.

—Y si ese rugido quema todo a su paso…

—Entonces serás tú quien lo silencie —respondió él—. Como su karma… o como su redención.

Y sin más palabras, desapareció como si nunca hubiera estado allí. Yueran se quedó sola, con un torbellino de pensamientos.

—¿Qué eres… Han Fei?

***Mientras tanto Han Fei*****

—¡AAAHHHH! —gritó Fei mientras caía desde un risco altísimo.

—SOBREVIVE —gritó la voz del maestro a lo lejos, con total tranquilidad.

El joven impactó contra una rama gruesa, luego contra otra, y finalmente cayó de cara contra una montaña de musgo fétido.

—Ugh… ¿Esto es parte del entrenamiento?

Un chillido extraño lo hizo voltear. Frente a él, con cara de pocos amigos, había un mono enorme, con una banda roja en la frente y ojos chispeantes de inteligencia.

—¡Oye tú! ¡Humano sin modales! ¡¿Sabes que estás pisando mi cena?! —chilló el mono.

Fei parpadeó.

—¿Hablaste?

—¡Claro que hablé! ¿Qué clase de humano bruto se lanza a gritar y arruina una sopa de raíces ancestrales?

El mono, ofendido, le lanzó una piedra. Fei esquivó con torpeza y se incorporó.

—¿Qué eres tú?

—Soy el gran Wu Kong Zai, último heredero del estilo arbóreo del Clan Gritón. Pero puedes llamarme Mono-Parlante. ¿Y tú? ¿Chico que cae del cielo?

—Soy Fei. Estoy… entrenando. Supuestamente.

—¿Entrenando o suicidándote? Porque este valle está lleno de bestias, trampas y, peor aún, ¡monos sin sentido del humor!

Fei soltó una risa por primera vez en días.

—Parece que me vendría bien un guía.

—¿Y qué me das a cambio? —dijo el mono, con ceja levantada.

Fei pensó. Luego sacó una bola de arroz que había logrado conservar entre entrenamientos.

El mono la olió. Sus ojos brillaron.

—Trato hecho. ¡Vamos, compañero del arroz!

Y así comenzó una amistad inesperada, entre un chico al borde del despertar… y un mono más sabio de lo que parecía

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Alexander_666
Super Continua
Outiss Outiss: Gracias por el apoyo. Claro que si. Ya subí toda la primera temporada y pronto espero subir toda la segunda temporada
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Zenny_ Jason
Tu historia me dejó impactada, por favor actualiza pronto que no puedo aguantar la emoción. 😵
Outiss Outiss: Gracias. Estaré subiendo más capitulos el Día de Hoy o mañana temprano
total 1 replies
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