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Oh ¡Doctor! Arregla Mi Corazón

Oh ¡Doctor! Arregla Mi Corazón

Status: Terminada
Genre:Completas / Doctor / Amor a primera vista / Amor-odio / Atracción entre enemigos / Polos opuestos enfrentados / Mujeriego enamorado
Popularitas:9.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Mckasse

Soy Bárbara Pantoja, cirujana ortopédica y amante de la tranquilidad. Todo iba bien hasta que Dominic Sanz, el cirujano cardiovascular más egocéntrico y ruidoso, llegó a mi vida. No solo tengo que soportarlo en el hospital, donde chocamos constantemente, sino también en mi edificio, porque decidió mudarse al apartamento de al lado.

Entre sus fiestas ruidosas, su adicción al café y su descarado coqueteo, me vuelve loca... y no de la forma que quisiera admitir. Pero cuando el destino nos obliga a colaborar en casos médicos, la línea entre el odio y el deseo comienza a desdibujarse.

¿Puedo seguir odiándolo cuando Dominic empieza a reparar las grietas que ni siquiera sabía que tenía? ¿O será él quien termine destrozando mi corazón?

NovelToon tiene autorización de Mckasse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Oh doctor, está enfermito.

Días después de aquella noche, Bárbara apenas pudo evitar pensar en Dominic. Había algo en su mirada, en ese leve roce de cuerpos que la dejó inquieta. Pensó que tal vez era solo una ilusión, un momento de vulnerabilidad compartida, pero cuando un vecino le mencionó que Dominic estaba enfermo, no pudo evitar preocuparse. No era normal que él faltara al trabajo y se quedara en casa.

Con una bandeja de gachas calientes en las manos, se dirigió hacia su puerta, preguntándose si lo que estaba a punto de hacer tenía alguna lógica. No le gustaba admitirlo, pero su corazón latía más rápido al acercarse.

—¡Dominic!

Golpeó suavemente, y después de un breve silencio, escuchó su voz.

—¿Bárbara? —preguntó Dominic desde el interior.

—Soy yo... —respondió ella, nerviosa.

La puerta se abrió, y él apareció en el umbral con un rostro demacrado, pero aún con esa mirada que la hacía sentir incómodamente expuesta. Dominic la observó por un instante, una mezcla de sorpresa y gratitud en sus ojos.

—Pasa, disculpa el desorden ¿Qué traes? —preguntó, intentando sonar casual, aunque la debilidad en su voz era evidente, fue a la cocina tomó un vaso con agua y se tomó varias pastillas.

—Traje unas gachas... pensé que te ayudarían a sentirte mejor —dijo ella, extendiéndole la bandeja.

Al tomarla, sus manos se rozaron, y Bárbara sintió una pequeña chispa recorrer su piel. Dominic la miró por un momento, como si estuviera considerando algo importante. Sus ojos se encontraron, y en ese instante, algo silencioso pasó entre ellos. La tensión creció, palpable, como un roce eléctrico en el aire.

—Gracias... eres muy atenta y amable—murmuró él, pero no apartó la mirada.

Bárbara tragó saliva, sin saber qué decir. La situación estaba tan cargada que casi podía saborear la incomodidad que ambos compartían. Ella respiró hondo y dio un paso atrás, dispuesta a salir de ese apartamento antes de que la situación fuera más allá de lo que podía manejar. Pero algo en la mirada de Dominic la hizo dudar. Algo en su corazón le decía que, aunque ella intentara evitarlo, ese momento estaba marcando el comienzo de algo diferente.

—Si...lo que digas...

—¿Estás bien? —preguntó él, con voz baja, como si la preocupación fuera más profunda de lo que intentaba mostrar.

Ella asintió rápidamente, sintiendo el calor de sus palabras envolviéndola, pero sin poder responder de inmediato.

—Sí, solo... quiero que te recuperes, tengo que hacer parte de tu trabajo y es molesto, yo también tengo una vida —admitió, con el tono de su voz un tanto más suave.

Los ojos de Dominic se suavizaron, pero no hubo más palabras entre ellos. Solo una tensión palpable que flotaba en el aire, ambos conscientes de que algo había cambiado, pero ninguno dispuesto a admitirlo del todo.

Dominic observó a Bárbara durante unos segundos, como si estuviera evaluando si debía decirle lo que estaba pensando. Finalmente, respiró hondo y, con una mirada seria pero vulnerable, habló.

—Hay una forma de que me recupere más rápido... pero solo si estás dispuesta a ayudarme. Así no tendrás que hacer mi trabajo.

Bárbara lo miró confundida, sin entender a qué se refería. No esperaba que las cosas tomaran ese giro, y aún menos en ese momento tan delicado.

—¿Cómo podrías recuperarte de la noche a la mañana? —preguntó, con su voz un tanto nerviosa, pero curiosa.

Dominic dio un paso hacia ella, y, aunque la debilidad aún lo acechaba, su mirada se mantuvo firme. Tomó un respiro antes de explicarlo.

—Esto va a sonar extraño, pero... —comenzó, mirando al suelo y luego regresando su mirada hacia ella—. La saliva tiene microorganismos que pueden aumentar las defensas de mi cuerpo, y... si tú... me besas, esos microorganismos se transferirían, ayudando a mi sistema inmune a fortalecerme rápidamente.

Bárbara parpadeó varias veces, tratando de asimilar lo que acababa de escuchar. Por un momento pensó que él estaba bromeando, y solo planeaba joderle una vez más la vida, la existencia, hasta los más profundos cojones, pero su rostro serio le decía que no lo hacía.

—¿Qué? ¿De verdad crees que eso puede funcionar? —preguntó, tratando de contener una risa nerviosa, pero sin poder evitar el escepticismo.

—Lo sé, suena raro, lo sé... —dijo Dominic, dejando escapar un suspiro—. Pero es un fenómeno biológico que algunos estudios han demostrado, aunque no se entienda completamente. Los microorganismos en la saliva pueden ayudar a aumentar las defensas. Mi cuerpo lo necesita, y si lo haces, podría mejorar mucho más rápido.

Bárbara se quedó en silencio, con el rostro rojo. No sabía si estaba completamente convencida de la explicación médica, o si se estaba volviendo loca, pero lo que sí sabía era que su corazón latía con fuerza ante la idea. Sin embargo, aún mantenía una chispa de duda.

— Bueno, con tal de que entres rápido a trabajar yo estoy dispuesta a ayudarte. Pero no le digas a nadie, por favor —dijo ella finalmente, más como una orden que como una solicitud, mirando a Dominic con una expresión seria, aunque sus ojos revelaban que, en el fondo, había algo más en juego. Algo que ella no quería aceptar aún.

Dominic sonrió levemente, sorprendido de que eso haya funcionado con ella, aunque su rostro estaba lleno de cansancio, piensa que ella debe estar pasándola mal con tanto trabajo que estaba dispuesta a eso.

—Te lo prometo. —Sus palabras fueron suaves, pero sinceras, y en ese momento parecía que él también sabía que algo iba a cambiar entre ellos.

Bárbara respiró profundamente, intentando calmarse. Sabía que este era un paso que no podía dar a la ligera, pero algo en su interior le decía que tal vez, solo tal vez, esta era la forma en que las cosas entre ellos podían evolucionar.

Y con una última mirada llena de preguntas sin respuestas, dio un paso hacia él, sin atreverse a dar el siguiente paso... pero lo sabía: algo había comenzado.

Bárbara cerró los ojos por un momento, como si quisiera aclarar su mente, pero en cuanto los abrió, se encontró mirando directamente a Dominic. Su respiración se había vuelto un poco más pesada, y su corazón parecía latir más rápido con cada segundo que pasaba en silencio.

Dominic la observó, sus ojos brillando con una mezcla de vulnerabilidad y deseo, algo que nunca había mostrado tan abiertamente. Aunque estaba enfermo, había una chispa en él que la atraía de una manera que no podía comprender por completo.

—No tienes que hacerlo si no quieres —dijo él, en modo advertencia, con su voz ahora más suave, como un susurro que rozaba su alma.

Bárbara mordió su labio inferior, indecisa, pero al ver su rostro, algo dentro de ella se quebró. El deseo de ayudarlo, de aliviarlo, de acercarse a él, era más fuerte que su lógica. Sin pensarlo, dio un paso adelante, tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo, y sus manos, temblorosas, tocaron ligeramente el rostro de Dominic.

—Lo haré... —murmuró, y sus palabras salieron como un suspiro cargado de una mezcla de emoción y ternura que solo él podía entender. Sus ojos se encontraron con los de él, y en ese instante, el mundo exterior pareció desvanecerse.

Dominic la miró fijamente, con su respiración ahora tan entrecortada como la de ella. Sus labios se curvaron en una leve sonrisa, llena de gratitud y algo más profundo, algo que ninguno de los dos podía explicar.

—Gracias... —dijo él, y con un gesto, acercó su rostro, no con prisa, sino con una dulzura que contrastaba con la tensión del momento.

Bárbara cerró los ojos y, con una sensación de mariposas en el estómago, se inclinó hacia él, sus corazones latiendo al unísono. Los segundos parecían alargarse, pero finalmente, sus labios se encontraron en un beso suave, tímido al principio, como si ambos estuvieran explorando un territorio desconocido, pero lleno de promesas no dichas.

El beso fue cálido, cargado de una electricidad silenciosa que les recorrió a ambos desde la punta de los dedos hasta lo más profundo de su ser. Bárbara pudo sentir cómo algo se despertaba dentro de ella, una mezcla de emociones que nunca había experimentado antes. El sabor de su boca, la suavidad de su piel bajo sus manos, todo parecía confirmar lo que su corazón ya sabía: algo había cambiado, y ya no había vuelta atrás.

Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban de manera entrecortada, sin palabras. Dominic no podía apartar la mirada de ella, y Bárbara se sintió como si flotara, perdida en la intensidad de lo que acababa de suceder.

—¿Ves que fácil es? Me repondré muy pronto—dice él, con su voz apenas un susurro, como si temiera que al hablar demasiado fuerte, esa conexión tan única se desvaneciera.

Bárbara, con las mejillas encendidas y el corazón acelerado, asintió lentamente. No necesitaba decir nada. Los dos sabían lo que había sucedido, lo que estaba a punto de comenzar.

—Sí... espero que funcione —respondió finalmente, su voz tan suave como la de él, pero llena de una certeza que la sorprendió. Ella también sentía algo largo y grueso, rozando su pubis.

Dominic sonrió, con una sonrisa genuina, como si finalmente pudiera ver la luz al final del túnel..

—Esto... no será fácil, ¿verdad? yo tambien espero sanar rápido—dijo, dejando escapar una risa suave, aunque aún débil, pero con una chispa en los ojos que no había estado allí antes.

—No... no lo será. Pero creo que va a funcionar, tus manos se ven ásperas así que ponte un poco de loción —respondió Bárbara, tomando su mano con delicadeza, sin soltarla, como si fuera un ancla en medio de su mundo.

Y aunque ninguno de los dos podía predecir lo que el futuro les depararía, sabían que algo había cambiado para siempre. Ese beso, esa conexión silenciosa, había sellado su destino de una manera que ya no podían ignorar.

Dominic la miró profundamente, con una mezcla de vulnerabilidad y deseo que parecía atravesar todo su ser. El aire a su alrededor se volvió denso, cargado de una tensión palpable, como si algo muy profundo estuviera a punto de estallar. Su mirada se suavizó, y, con una sonrisa sincera pero un tanto triste, sus palabras salieron de su boca en un susurro bajo.

—Bárbara… —dijo, y su voz tembló ligeramente—. Si te quedas cerca, si pasas la noche conmigo, sé que despertaré renovado. Mis fuerzas volverían, lo siento… lo siento de verdad por pedirtelo.

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mar rodriguez
es el finsl??
Mckasse Escritora: primera parte
total 1 replies
Emérita Soledad Briones Oyarce
ah se me olvidó decirle que quité todos los me gusta
Emérita Soledad Briones Oyarce
no lo puedo creer pensé que la autora era más seria pero es tan fome dejar el final o lo mejor en blanco no me atraen así siempre pensando en ella que a los lectores
Marcela
5 capítulos van pasando y sigue comenzando a escribir la historia le voy a prestar una lapicera se ve que no le anda. Así la escriben de una vez
Marcela
Excelente
Eret Lopez
Dominic te dicen MI ALMA y YA QUIERES LA RECIDENCIA
Eret Lopez
Bárbara EL TE VA A CONQUISTAR A TI
Eret Lopez
Las PERSONAS LLEGAN a NUESTRA VIDA PARA DISFRUTAR y VALORAR LA VIDA
Eret Lopez
Bárbara está GUAPO y TIENE BUEN CULO AHORA FALTA que TE SEPA CONQUISTAR
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