Tras la pérdida de de su persona amada Ethan decide buscarlo en un nuevo universo. Precisamente en ese universo está la persona indicada pero el pasado oscuro lo persigue no quedará libre de los pecados sucedidos en su propio mundo, la destrucción de su propio amor
NovelToon tiene autorización de Roberto Carlos López Escalona para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Pequeños Secretos II
Esa mañana después de una sección de besos, Lian llegó a la preparatoria con una sonrisa en el rostro, todavía pensando en la maravillosa noche que había pasado con Ethan. Sin embargo, su buen humor se desvaneció rápidamente cuando vio a Alan un antiguo personaje de su infancia, no tenía ni idea de que papel jugaba en esta nueva realidad.
Alan era alto y delgado, con una mirada penetrante y una sonrisa que rara vez llegaba a sus ojos. Su cabello oscuro y desordenado le daba un aire despreocupado, pero Lian no sabía que detrás de esa fachada se escondía una mente astuta y calculadora. Alan siempre había sido una figura enigmática de donde venía Lian, alguien que parecía saber más de lo que dejaba ver y que disfrutaba jugando con las emociones de los demás.
Lian intentó pasar de largo, no quería hacer algo que lo debolviera a su mundo de amores no correspondidos, pero Alan se interpuso en su camino, bloqueando su paso.
—Lian, tenemos que hablar —dijo Alan, su voz baja y seria.
Lian suspiró, sabiendo que no tenía otra opción más que escuchar.
—¿Qué quieres, Alan? —preguntó, tratando de mantener la calma.
Alan se acercó un poco más, su expresión se volvió aún más intensa.
—Solo quiero advertirte —dijo, con un tono que enviaba escalofríos por la espalda de Lian—. Ten cuidado. No quiero que vuelva a pasar lo del 24 de agosto.
Lian sintió un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. El 24 de agosto era una fecha muy común.
—No sé de qué hablas —respondió Lian, intentando sonar indiferente.
Alan sonrió, una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.
—Claro que no sabes de qué hablo. Solo te estoy diciendo que tengas cuidado. No quiero que te pase nada malo.
Lian apretó los puños, tratando de controlar su frustración.
—Gracias por tu preocupación, pero estoy bien —dijo, con firmeza—. Ahora, si me disculpas, tengo que ir a clase.
Sin esperar una respuesta, Lian se alejó rápidamente, dejando a Alan detrás. Mientras caminaba por el pasillo, no podía evitar sentir una mezcla de enojo y preocupación. Sabía que Alan no hacía advertencias sin motivo, y aunque no quería admitirlo, una parte de él estaba asustada.
Pero decidió no dejar que el miedo lo controlara. Tenía a Ethan a su lado, y juntos podían enfrentar cualquier cosa. Con esa determinación en mente, Lian se dirigió a su clase, decidido a no dejar que Alan arruinara su día.
Durante las clases, Lian no podía dejar de pensar en la advertencia de Alan. ¿Qué significaba realmente? ¿Por qué había mencionado esa fecha en particular?. Al final del día, Lian se encontró con Ethan en la salida de la escuela. Ethan notó de inmediato que algo no estaba bien.
—¿Todo bien? —preguntó Ethan, con preocupación en su voz.
Lian forzó una sonrisa y asintió.
—Sí, solo un poco cansado. ¿Vamos a casa?
Ethan no estaba convencido, pero decidió no presionar. Sabía que Lian hablaría cuando estuviera listo. Mientras caminaban juntos hacia la casa de Lian, Ethan tomó su mano, ofreciéndole un gesto de apoyo y amor.
Cuando llegaron a casa, Lian se sintió un poco más relajado. La presencia de Ethan siempre tenía ese efecto en él. Decidieron pasar la tarde viendo una película y relajándose, tratando de olvidar las preocupaciones del día.
Sin embargo, en el fondo de su mente, la advertencia de Alan seguía resonando. Lian sabía que eventualmente tendría que enfrentar lo que fuera que Alan estaba insinuando, pero por ahora, decidió disfrutar del momento con Ethan.
Mientras la película avanzaba, Lian se acurrucó más cerca de Ethan, sintiendo su calidez y seguridad. Sabía que, sin importar lo que el futuro les deparara, siempre tendrían el amor y el apoyo del otro. Y con eso en mente, Lian se permitió relajarse y disfrutar del presente, dejando las preocupaciones para otro día.
Esa misma tarde, después de haber pasado un rato tranquilo con Lian, Ethan decidió que era hora de confrontar a Alan, Lian no se lo había contado, pero él pudo verlo de reojo. No podía permitir que alguien como él perturbara la paz y felicidad que había logrado construir con Lian. Con una determinación fría, salió de la casa y se dirigió a la preparatoria, donde sabía que encontraría a Alan.
El sol comenzaba a ponerse, y las sombras se alargaban en el patio de la escuela. Ethan encontró a Alan en un rincón apartado, fumando un cigarrillo con aire despreocupado. Al verlo, Alan levantó la vista y sonrió, pero su sonrisa se desvaneció rápidamente al notar la expresión en el rostro de Ethan.
Ethan se acercó lentamente, sus ojos fijos en Alan con una intensidad que hacía que el aire a su alrededor pareciera más frío. Había algo en su mirada, una oscuridad que Alan no había visto antes. Ethan se detuvo a unos pasos de él, su postura relajada pero sus ojos llenos de una amenaza silenciosa.
—Alan —dijo Ethan, su voz baja y controlada—. Necesitamos hablar.
Alan intentó mantener su compostura, pero no pudo evitar sentir un escalofrío recorrer su espalda.
—¿Sobre qué? —preguntó, tratando de sonar indiferente.
Ethan dio un paso más cerca, invadiendo el espacio personal de Alan. Su rostro estaba a solo unos centímetros del de Alan, y la intensidad de su mirada era casi insoportable.
—Sobre Lian —respondió Ethan, su voz apenas un susurro—. No quiero que vuelvas a acercarte a él. No quiero que le hables, ni siquiera que lo mires.
Alan intentó reír, pero el sonido salió forzado y nervioso.
—¿Y qué vas a hacer si no te hago caso? —preguntó, tratando de sonar desafiante.
Ethan sonrió, pero no era una sonrisa amable. Era una sonrisa fría, casi cruel, que no alcanzaba sus ojos.
—Te aseguro que no quieres averiguarlo —dijo Ethan, su voz gélida—. Porque si lo haces, te haré desear no haber nacido.
Alan tragó saliva, sintiendo el verdadero peso de la amenaza de Ethan. Había algo en su tono, en su mirada, que le decía que no estaba bromeando. Ethan dio un paso atrás, pero su mirada seguía fija en Alan, como si lo estuviera evaluando.
—Recuerda esto, Alan —continuó Ethan—. No me importa lo que tengas que hacer para mantenerte alejado de Lian. Pero si vuelves a acercarte a él, si vuelves a mencionarle algo sobre el 24 de agosto, te aseguro que lo lamentarás.
Alan asintió lentamente, sin atreverse a decir nada más. Ethan se dio la vuelta y comenzó a alejarse, pero antes de irse, se detuvo y miró por encima del hombro.
—Y una cosa más —dijo, su voz tan fría como el hielo—. No subestimes lo que soy capaz de hacer para proteger a las personas que amo.
Con eso, Ethan se alejó, dejando a Alan solo en el patio. Alan se quedó allí, sintiendo el peso de la amenaza de Ethan como una losa sobre sus hombros. Sabía que no podía tomar a la ligera las palabras de Ethan. Había visto algo en sus ojos, una oscuridad que no había esperado, y sabía que debía mantenerse alejado de Lian si quería evitar problemas.
Ethan, por su parte, regresó a casa sintiéndose más tranquilo. Había hecho lo necesario para proteger a Lian, y aunque no le gustaba recurrir a amenazas, sabía que a veces era necesario. Al llegar a casa, encontró a Lian en la sala, leyendo un libro. Se acercó a él y lo abrazó, sintiendo una oleada de amor y protección.
Lian levantó la vista y sonrió al ver a Ethan.
—¿Todo bien? —preguntó, con curiosidad.
Ethan asintió y le dio un beso en la frente.
—Sí, todo está bien —respondió, con una sonrisa—. Solo quería asegurarme de que nada ni nadie nos moleste.
Lian no entendió del todo a qué se refería, pero decidió no preguntar. Confiaba en Ethan y sabía que siempre haría lo mejor para ellos. Se acurrucaron juntos en el sofá, disfrutando de la tranquilidad de la tarde, sin saber que Ethan había asegurado su paz con una amenaza silenciosa pero efectiva.