Stalker

...Dicen que cuando todo sale mal, lo único que puede pasar es que todo mejore. Espero que todo mejore pronto....

La noche nos tomó en la carretera. Me sentía más despierto, e iba tomando una bebida energética, así que no pretendía quedarme dormido.

— Levi, ¿nos falta mucho?

— Más o menos. Deberías dormir.

— Levi... ¿Por qué no hablas conmigo?

— ¿A qué te refieres?

— Ni siquiera miras mis ojos Levi.

— Sólo... Estoy cansado, es todo.

— ¿Es mi culpa?

El silencio se hizo presente.

El sentimiento de culpa nos perseguía a todos.

5:30 A.M

Llegué a casa. Desnudo, con frío, dolor de cabeza y el estómago vacío.

No sabía cómo tomarme nada de esto, las palabras de Erica rondaban en mi mente.

...Levi, juro que voy a matarte....

Me acosté y el sueño me atrapó.

11:30 A.M

Me desperté en medio de sudor y un dolor de cabeza increíble.

Me bañé, vestí y salí rápido a la universidad, Reno me veía extrañado y giraba la cabeza a los lados ya que andaba corriendo como loco.

Pasé por un autoservicio y compré botellas de agua desechable, me sentía seco, como si no hubiera tomado agua en años.

Llegué a la universidad y bajé apresurado.

12:13 P.M

Ya había terminado la primera clase, y la siguiente empezaba a la 1:00 P.M

Pude observar a todo el mundo saliendo. Mónica me vió desde lejos y me saludó.

— ¡Levi, hola! ¿Estás bien? No viniste a la primera hora.

— Sí, lo siento, me quedé dormido.

— Vaya, tuviste una noche movida por lo visto, tus ojeras van a llegar al piso. En fin, no importa, mira, te presento a unos amigos.

Ni siquiera me había percatado de que había más gente allí. Pero sí, habían dos chicos, eran gemelos, aunque uno era notablemente más delgado que el otro. También el cabello de este último era negro, a diferencia de su hermano, que era castaño.

— ¿Que tal? — Habló el primero — Me llamo Elio, sin H.

— Y yo me llamo Enzo — Acotó el más delgado de los hermanos.

— Es un gusto — Estreché sus manos — ¿También van a ciencias?

— Estaban sentados unas filas detrás de nosotros ayer — Explicó Mónica.

— Entiendo, pues, ¿De qué me perdí en la clase?

— Nada importante — Comentó Elio — Pero Mónica y nosotros íbamos a almorzar. Ya que falta una hora para la próxima clase, nos puedes acompañar.

Acepté y fuimos al café Biscuit. Moría de hambre, pero aún más de sed. Mónica se fué en el auto que compartían los gemelos y yo los seguí en el mío.

Bajamos y pedimos algo de comer, y yo encima una bebida energizante, mi sed no se calmaba.

— Entonces — Habló Enzo — ¿Son nuevos en Cuzfield?

— Sí, llegué hace poco — Dije.

Al recordar que sólo había pasado una semana y un par de días desde el momento en el que llegué, no podía comprender cómo me habían ocurrido tantas cosas.

— Sí, yo también, estoy aquí hace... Creo que un mes o algo así — Dijo Mónica jugando con el pitillo de su bebida.

— Entonces ustedes no... — Dijo Enzo, pero recibió un codazo de Elio, quien lo miró con seriedad.

— ¿Nosotros qué? — Preguntó extrañada Mónica.

— Mi hermano es un imprudente. No le hagan caso — Interrumpió Elio.

— Que extraño, ¿Seguros que no es nada?

— Es que... — Dijo Enzo — Pensé que ustedes eran pareja.

Mónica y yo empezamos a reír, y Elio sonrió de algún modo con alivio.

— No, no — Dije — Apenas la conozco.

— Discúlpenme, es que parece como si se conocían de antes.

— Sólo de la clase — Dijo Mónica — Pero ciertamente, Levi me debe un café, ¡No creas que lo olvidé Levi!

La hora pasó entre bromas, y volvimos a clases luego de almorzar.

4:00 P.M

Salimos de la universidad y caminamos por el patio. Había sido un día agotador, honestamente, quería llegar a casa y dormir sin contratiempos.

— Oigan, ¿Supieron la noticia que está corriendo por la ciudad? — Preguntó Mónica, sacándome de mis pensamientos.

— ¿De qué hablas? — Preguntó Enzo.

— Ayer hubieron reportajes que venían desde un antro, al parecer mataron a alguien, eso escuché. Y por lo visto fué una muerte muy fea. En la noticia dijeron que fué algo de grupos de delincuentes o algo así.

Me puse nervioso automáticamente. Era obvio que hablaban de lo que había ocurrido con Erica. Tragué saliva y me mantuve en silencio.

Los gemelos se vieron las caras con seriedad, pero para mí sorpresa, desmeritaron el comentario de Mónica.

— Ah. Entiendo. Ya sabes, seguro fué un ajuste de cuentas o algo así — Dijo Elio de forma despreocupada.

— Sí, esta es una ciudad grande, normal que no sea muy quieta — Repuso Enzo.

Mónica me vió a mí.

— ¿Y tú qué piensas Levi?

Hubo un momento de silencio.

— Pues, no tengo ni idea, creo que por lo que dicen ellos, es normal por ser una ciudad más o menos grande, pero, la verdad es que no he salido a explorar mucho.

— Sí, exacto, no es nada de qué preocuparse Mónica — Dijo Enzo sonriendo.

Ambos gemelos relajaron la mirada y cambiaron el tema.

— Hay que llevarlos a conocer la ciudad, hermano.

— Sí, hermano. ¿Les gustaría ir a un antro clandestino que conocemos?

— NOOOOO — Respondimos Mónica y yo al unísono

Al poco tiempo nos despedimos, y volví a casa.

Reno me esperaba, moviendo la cola y con la correa en la boca.

4:38 P.M

Salí a pasear con Reno. Esta vez sujetando la correa como si fuera la única tarea que tuviera en la vida.

Paramos en un parque cercano. Nunca lo había visto, y eso que estaba cerca de la residencia. Bueno, tampoco era un parque muy agraciado.

Había árboles, pero estaban secos. Algunos faroles, poca gente y bastante silencio. Entré con Reno y caminé con él, mientras escuchaba música.

Me empezaron a llegar mensajes de Mónica.

— Oye Levi, creo que te quedaste con mi cuaderno de algorítmica. ¿Puedo pasar por él?

— Claro, estoy en un parque bajando por la calle Esi.

— Bien, iré a por él.

Al poco rato, Mónica bajó de un taxi en el parque, llevaba una coleta alta y un suéter grande y colorido. Parece que todo lo que esta chica se ponía era ancho y grande. Casi no podía ver sus pies, que estaban ocultos prácticamente por su pantalón ancho.

— Levi, ¿Que tal? Oye, lo siento, creo que tienes algo que es mío.

Ni siquiera me había quitado el bolso al llegar a casa, así que aún llevaba conmigo todo.

— No, perdóname tú a mí, en serio no me fijé en qué momento me lo diste.

— Tranquilo, igual no quería estar en casa y... — Volteó a ver a Reno — No puede ser... ¡Que hermoso! ¡Me encantan los perros! ¿No muerde?

Mónica se enamoró de Reno, así que decidió acompañarme a pasearlo.

— ¿No te da miedo que nos vaya mal en la universidad? — Me preguntó mientras caminábamos.

— Mi mamá siempre dice que el miedo es natural. Lo malo es el pánico. Creo que no importa mucho tener miedo, todos tenemos miedo. Creo que mientras estemos bien organizados, nada tiene que salirse de control.

Mónica sonrió.

— Para no hablar mucho, creo que dices cosas con mucho sentido. Bueno, más bien creo que tu mamá tiene mucha razón — Empezó a reír.

Reí con ella. Mónica hacía que me sintiera normal dentro de todas las locuras que me ocurrían, era un respiro definitivamente.

5:30 P.M

— Pues, nos vemos, ¡Cuida mucho a Reno!

Mónica se despidió y yo volví a casa. Reno se acostó y yo hice lo mismo.

La pesadez en mis ojos me pedía dormir, pero cuando hacía un intento por cerrarlos, venía a mí aquella imagen del hombre muerto en el baño de la discoteca. Las cuencas de sus ojos, vacías, la sangre chorreando de ellos. Su cabeza despedazada, cómo aún respiraba.

Era horrible. Es algo que no puedes sacar de tu cabeza, aún cuando estaba bajo los efectos de lo que hubiera sido eso.

Sea como sea, mi cabeza ya no daba más, lentamente cerré mis ojos, y por esa noche, pude dormir en paz.