Nicolina, una sexi y curvilínea Italiana regresa luego de 10 años, para abrir un Bar que promete subir el calor en los Ángeles.
Bruno Altamirano un seductor, frio y sumamente organizado, se abre paso en el mundo de la arquitectura, ajeno a que la jovencita de la que se enamoro perdidamente en su juventud, regresó a su vida ordenada tan solo para desmantelarla con un documento que podría cambiarlo todo.
Esta obra es de mi autoría, esta protegida y la amo como todas mis historias.
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Se mía esta noche
Los hombres Grecos estaban disfrutando del fin de semana muy al estilo varonil.
Esa noche habían acordado reunirse en casa de Alonso, quien les hizo una rica cena a sus hijos y después se mudaron al salón de juego donde los cuatro decidieron jugar a las cartas.
Pasar tiempo en familia para el mayor era lo mejor, Misael el amor de su vida siempre le dijo que valorara cada segundo, porque crecían rápido.
Él siempre escuchó a esa bella mujer que se adueñó de su corazón muchos años atrás cuando visitó una obra con su padre y él era un jovencito empleado con ganas de triunfar.
Ahora no la tenía a su lado, pero si a su razón de vivir, o razones y se había prometido disfrutarlos.
-Viejo, otra vez no- se quejó Luka y sus hermanos reían por la paliza que se había ganado otra vez.
-Trae aquí ese dinero que con eso compro el almuerzo de la próxima semana- Alonso estiro su mano y agarro el dinerito desparramado en la mesa.
Alessandro busco el vaso de su padre y sirvió cerveza fría, mientras veía al derrotado de su hermanito protestar bajito.
-Otra partida, voy a recuperar lo que perdí y todos usted van llorar- los señalo Dante divertido tomando la baraja para mezclaras.
-Date por desplumando- agregó Ale y le entrego el vaso a su padre- toma esta bien fría como te gusta.
-¿Ale, donde está mi cuñadita? – preguntó Luka revisando la mano que le toco, su teléfono dormía boca abajo en la mesa.
-Mi reina esta de cena con un par de amigas, quedaría a dormir allí, llevo a nuestro corazoncito las chicas querían verlo.
Alessandro sonrió viendo la mano, esta vez se sentía ganador.
-Hablando de chicas, ¿tú no tenías que buscar a las chicas? - Dante bajo su jugada y movió sus cejas de arriba abajo- sufran perdedores.
Luka abrió y cerró la boca, otra vez tenía su mano perdedora- esta noche no es la mía, debía salir con alguna de mis chicas.
Alonso, señaló la mesa a su hijo mayor, para que muestre el juego.
Ale bajó las cartas, pero Alonso las empujo con su jugada magistral, borrando la sonrisa de Dante también.
-¡¡Viejo tramposo!!- gritaron todos y el mayor rio por lo alto.
-Ustedes son muy malos jugadores, acéptenlo malcriados- carcajeo- ahora, tú responde a tu hermano, ¿quién busca a mis niñas? -
- Las chicas me dijeron que llamarían\, - observo su reloj- de seguro se deben estar divirtiendo- explicó\, relajando los hombros.
-¿Porque no la llamas?- señalo el teléfono.
Luka iba a tomar el celular, pero Ale sujeto su mano
-Acaso olvidaron aquella vez que llamamos a Nico, cuando había sido clara en que ella avisaría- el rubio arqueo las cejas y todos los hombres abrieron los ojos sin emitir sonido y asistieron.
-Dejemos que llame, no toleraría otro enojo así- agregó Alonso- repartan una más que con lo que estoy ganando pagó las deudas de este mes.
-Viejito aprovechado- dijo Dante y acaricio las manos arrugas de su papa.
-Bien, pero reparto yo- Luka tomó la baraja sin advertir que su teléfono se había apagado hace mucho.
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Del otro lado de la ciudad las cosas se habían descontrolado un poquito, bueno, mucho.
Y ver a los damnificados de una noche cargada de tensión y pasión, solo confirmaba que mezclar tragos no era la mejor combinación.
-Pero sí que estas bonita- balbuceó Cleo tocando con su dedito índice la nariz de Nico que alejaba su cara mientras trataba de comunicarse con Luka.
El número al que quiere comunicarse se encuentra fuera de servicio
-Estate quieta, Cleo- la regaño, como podía sostenía a la rubia de la cintura- Maldita sea Luka, voy a matarte cuando te vea- la italiana sacudió la cabeza ella también estaba mareada, pero tenía que mantenerse en pie.
Nico miro a los lados y diviso a unos metros la recepción del hotel.
-Hoy dormiremos aquí-murmuro
Cleo tocaba la cara, el cabello, y la oreja de Nico y esta espantaba su mano buscando controlarla sin mucho éxito.
-¡¡Y Tamiiii!!- grito la rubia y estiro el cogote buscando por todos lasos buscando a los lados. - Tamiiii-
Los gritos llamaron la atención de todos los que salían y entraban al hotel- Donde fue mi Tami.
-Suhhh, baja la voz Cleo y camina- La arrastro en dirección a la recepción- Tami se fue con Leo.
-¡¡¡Que, como la dejaste a nuestra Tami!!
El movimiento repentino de la rubia, por poco hace que ambas caigan de bruces al suelo, pero alguien las sujeto.
-¿Se encuentran bien?- Bruno las escaneo , entre molesto y preocupado. Y es que hizo el intento de marcharse, una vez que Leo se llevó a su damisela, pero algo o mejor dicho alguien lo obligo a regresar.
-Tu qué crees – señalo Nico a Cleo que de pronto cayo dormida sobre su hombro.
-Vamos, te ayudo- alzo a Cleo como una princesa y esta abrió sus ojitos brillantes para ver el rostro del arquitecto.
-Iré a pedir un cuarto, mañana la llevare a casa – explico Nico y camino por delatante dejando su exuberante traserito ante los ojitos curiosos de Bruno.
-Tu estas buenísimo, pero…- la mano de Cleo cayó sobre el rostro de Bruno que trato de sacársela mientras la llevaba- Pero, le gustas a eyyya- señalo como puedo en dirección a Nico
-¿Le gusto?- preguntó y una sonrisa apareció en su rostro, la primera de la noche.
-Calro calo- claro- peleo con lengua trabada haciendo reír a Bruno, que rápidamente retronó a su semblante frio al ver como la italiana se acercaba a ellos.
-¿me podrías ayudar con ella hasta el ascensor? Creo que de ahí…
-Las acompañare hasta el cuarto- interrumpió y Nico se mostró sorprendida- esta cómoda- señalo con el mentón el rostro dormido de Cleo sobre su pecho.
La italiana asintió y caminaron hasta el ascensor.
-Me dieron una suite, estaba todo ocupado- explico Nico una vez dentro del ascensor, viendo los números ascender, quería cortar ese silencio incómodo.
-Si necesitas dinero puedo…
-No, aunque no creas puedo solventar mis gastos- musitó rodando los ojos, por mucho tiempo soporto las actitudes maliciosas respecto a la condición de ella y sus hermanos, ahora la realidad era otra. Y eso la llevo a malinterpretarlo.
-Solo quise ayudara, pero tu como siempre- arremetió Bruno volteando a verla, aun con la borracha en brazos
-Yo que…habla- giro enfrentándolo con las manos en la cintura pareciendo una sexi y pequeña jarrita. -
-Eres…- entrecerrado los ojos, pero una cachetada cayo en su boca.
-SSSSHUSSSSS, quiero dormir- interrumpió Cleo y cayo abatida otra vez.
Nico miro el suelo para no reír al ver el rostro rojo de la vergüenza e ira de Bruno.
La puerta se abrió y Nicolina fue quien lo guío.
Llegaron a la última habitación de pasillo y ella paso la tarjeta en la cerradura, dando lugar a un hermoso espacio, como solo puede ofrecer un hotel cinco estrellas.
Un enorme ventanal dejaba ver la ciudad de noche, era una vista fascinaste.
-Ven por aquí, dejémosla en la cama- Nico paso junto a unos enormes sillones color café, que se encontraban en una amplia sala.
Luego abrió la puerta e ingresaron a un elegante cuarto.
La cama King con suaves sabanas blanca parecía en extremo cómoda, y la luz tenue de lugar era perfecto para un sueño reparador
Bruno se adelantó y dejó a Cleo en la cama donde la vio ponerse en posición bolita y gruñir hasta dormirse profundamente. Busco la manta y la cubrió con cuidado.
Todo eso era visto por Nico que quedo de pie en la puerta viendo aquella acción que le dio ternura. Pero lo mejor era terminar con esa noche que demasiadas emociones removió.
-Creo que no va a despertar por varias horas- musita volteando a ver a la italiana. La manzana de adán subió y bajo pasando saliva.
Ella se veía ante sus ojos más hermosa que nunca. Inexplicablemente sentía demasiado por esa mujer que por diez años perdió de vista.
-Sí, cuando bebe no escucha nada, cierra la puerta cuando salgas- sonrió y salió del cuarto, comenzaba a sentirse asfixiada y el alcohol en su torrente sanguíneo tampoco ayudaba demasiado.
Bruno no esperó y la siguió, había tanto por decir.
-Gracias por ayuda, iré a dormir también- Nico se había detenido en medio de la sala y delicadamente indico la salida.
Bruno negó sobrepasado y curvo sus labios hacia un costado
- No has cambiado nada- musito y fue directo a la salida.
-¿Perdón?- una sonrisa molesta escapó de los labios de la italiana que llevó sus manos a las caderas y lo miro desafiante.- ¿Estás seguro de querer hacer esto?
El detuvo sus pies al instante, frente a la puerta y giro para encontrarse con ella.
Si estaba seguro que quería algo, pero no sabia que , la observo un par de segundos que para Nicolina fueron años.
Los ojos azules la recorrieron con hambre, con angustia, con odio, pero sobre todo con deseo.
Bruno, imaginó sus manos sobre esas caderas redondas, apretando la piel hasta colorearla mientras se hacían uno, y su reparación lentamente se volvió errática.
-Sí, ¿Cuál es el problema? - desafió dando dos pasos hacia adelante
Nico elevó una de sus cejas y a pesar que su piel ardía al verlo tan varonil, tan hermoso, se mantuvo estoica
- Te muestras ofendido- sonrió con burla- y no entiendo porque\, tu y yo no nos debemos nada…
-¿Nada?- frunció el ceño- me humillaste delante de todos cuando te entregue mi co…
-¡¡Ay por Dios!!- interrumpió, la furia que creía extinta retorno a ella como un volcán-Tu sí que eres un cínico- agito la manos y rodo los ojos- no me jodas, ¿humillarte?, no- lo señalo con el dedo y avanzo un poco- te molesto que me adelante a lo inevitable, te dolió que fuiste tú quien perdió y no yo…
-Eso no es cierto, Lina- rugió y la distancia entre ellos se había desmoronado pudiendo sentir el dulce aroma del aliento embriagante. Se había inclinado lo suficiente, y recordó como amaba tener a esa pequeña y sexi mujer bajo él.
-No soy Lina, mi nombre es Nicolina- rugió como una leona elevando el mentón y sus miradas se encontraron.
Nico se estremeció al sentir las manos en su cintura apretándola con fiereza
Bruno se perdió en esos grandes y radiantes ojos, llenos de furia y deseo.
-¡¡Porque carajos, me puede, no soy un maldito púber!!- grito mentalmente sin poder controlar las ganas de poseerla.
-Te fuiste, me dejaste…- respiro con dificultad rozando su nariz y ella no dejo de verlo incrédula a lo que oía.
-Nunca te importe, que importaba si me iba- se mantuvo firme, pero ese hombre no se lo estaba haciendo fácil.
Él cerró los ojos buscando controlar su cuerpo, atrayéndola más a su cuerpo.
Nico quería alejarse, pero sus extremidades no parecían querer responder. El perfume, aquel rostro perfecto tan cerca y ese cuerpo tallado por los mismos dioses le pedían a grito seguir allí.
-No voy a perdonar, lo que hiciste conmigo al irte- la voz salió ronca, casi ahogada – pero … - los parpados lentamente se abrieron y ese azul intenso la desnudo por completo- Pero no puedo, no quiero dejarte ir esta noche…
Ella abrió sus ojos y sintió el roce sutil de sus labios con lo de èl, solo unos segundos.
Era como un pequeño cerrillo tomado contacto con toneladas de combustibles
-Por favor- imploro - se mía esta noche.
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Muchas gracias por una excelente narrativa.