Hilos Del Pasado: Entre Recuerdos Y Sacrificios

El palacio estaba sumido en un silencio inusual, roto solo por el murmullo de los sirvientes que iban y venían cumpliendo con sus deberes. La noticia del trágico destino de Seráfina que había llegado a oídos de Rowan.

En una de las habitaciones más sombrías del palacio, Rowan se encontraba sentado en su escritorio, con la mirada perdida en el vacío mientras procesaba la impactante revelación de que William había sido el responsable de la muerte de Seráfina. La ira y el resentimiento bullían en su interior, pero no por la pérdida, sino por la falla en su misión.

- ¿Cómo pudo fallar? - murmuró para sí mismo, apretando los puños con impotencia.

A medida que su mente se despejaba, el deseo de querer apoderarse del estelar, un antiguo artefacto transmitido a través de las generaciones de la familia real. Este mapa estelar, según la leyenda, mostraba la ubicación de la misteriosa Estrella de Thaloria, un artefacto de poder incomparable que, según se rumoreaba, otorgaría a quien lo poseyera el dominio absoluto sobre el imperio.

Rowan se levantó de su asiento con determinación, la chispa de la ambición ardiendo en sus ojos. Si pudiera encontrar ese mapa estelar, tendría la llave para reclamar su derecho al trono y convertirse en el próximo emperador, dejando atrás las sombras de su nacimiento como hijo de concubina y el último en la línea de sucesión.

Pero para encontrar el mapa estelar, necesitaría información, ¿donde esconde ese mapa William? y eso es cuando la sugerencia de otro sirviente resonó en su mente.

- ¿Por qué no aprovechar las doncellas que la princesa Ariadne había regalado a William?- Dijo uno de los criados que estaba presente.

Rowan escuchó atentamente el plan del criado y asintió con aprobación.

- Es una idea astuta -, admitió, - pero no debemos apresurarnos. Necesitamos que William confíe en ellas antes de que podamos obtener cualquier información valiosa sobre la ubicación del mapa estelar. -

El otro criado asintió, comprendiendo la lógica detrás de la estrategia de Rowan.

- Entonces, ¿qué haremos mientras tanto? -, preguntó con curiosidad.

Rowan esbozó una sonrisa maliciosa. - Tengo un plan -, dijo en voz baja, sus ojos brillando con anticipación. - Mantendremos un ojo en ellas, el criado y la criada que previamente infiltramos en el palacio nos deberan informar. Si algo se cuece entre bastidores, quiero estar al tanto de cada movimiento. -

Con el plan trazado, Rowan y los criados comenzaron a coordinar sus acciones, preparándose para implementar su estrategia con precisión.

***

Mientras disfrutaban de un apacible desayuno en el jardín, la princesa Ariadne y el príncipe William se sumergían en una conversación amistosa.

- ¿Cómo te han tratado las nuevas doncellas que te regalé? -, preguntó Ariadne con curiosidad, mientras observaba el delicado crepitar de las hojas en el suave viento de la mañana.

William tomó un sorbo de su té antes de responder con calma. - Son obedientes -, admitió, su tono serio no dejaba lugar a dudas sobre su autoridad. - Cumplen con sus deberes diligentemente. -

Ariadne asintió con satisfacción, pero no pudo evitar preguntar por más detalles. - Y tú, ¿cómo las has tratado? -, inquirió con curiosidad, su mirada atenta posada en el rostro de William.

El príncipe consideró la pregunta por un momento antes de responder con cuidado. - Con respeto -, dijo con seriedad.

Zaida y Lety intercambiaron miradas discretas, recordando las veces en que William había mostrado su lado más severo, como cuando Zaida llegó tarde al estudio. Aunque William intentaba ser justo en su trato, su naturaleza seria a veces resultaba intimidante para las doncellas.

Ariadne asintió con aprobación, pero no pudo evitar notar la tensión sutil entre las doncellas y su hermano. Decidió cambiar de tema, esperando aliviar la atmósfera.

A medida que el sol alcanzaba su punto más alto en el cielo, Ariadne y William se preparaban para un emocionante duelo detrás del palacio, donde las hojas de los árboles bailaban con la suave brisa de la tarde. Se acercaron al estante que contenía una variedad de armas, cada una esperando ser empuñada en el calor del combate.

Con determinación en sus ojos, Ariadne seleccionó una espada, mientras que William hizo lo mismo, su reflejo brillando en el metal pulido. Una vez armados, se colocaron en posturas de combate opuestas, el aire cargado de anticipación mientras esperaban el inicio del duelo.

Letio, el guardia personal de William anunció con autoridad que el duelo había comenzado, y con un grito de desafío, ambos príncipes se lanzaron hacia adelante, chocando sus espadas en un estallido de chispas. El sonido del acero contra el acero resonaba en el aire, mientras Ariadne y William se movían con gracia y velocidad, cada uno buscando una apertura en la defensa del otro.

El jardín se convirtió en el escenario de una danza mortal, donde cada movimiento era calculado y preciso. La tensión aumentaba con cada intercambio, Zaida y Lety, junto con el guardia personal de William y las otras doncellas de Ariadne, observaban con admiración y asombro el duelo entre los dos hermanos.

Era una exhibición de habilidad y determinación, donde ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder un ápice. El sol brillaba sobre sus cabezas mientras continuaban luchando, el sudor perlado en sus frentes testificando el esfuerzo que estaban poniendo en el combate.

Cada golpe era un recordatorio del vínculo único entre ellos, una conexión que solo se fortalecía en momentos como este, donde la competitividad y el respeto se entrelazaban en una danza mortal.

Zaida observaba con atención los movimientos de combate de los príncipes, como si estuviera memorizando cada detalle para futuras referencias, la destreza de ambos era impresionante. Sin embargo, su concentración fue interrumpida por la voz de Lety, quien la llamó desde su lado.

- Zaida, ¿estás bien? Parece que estás en otro mundo -, dijo Lety, notando la desconcentración de su compañera.

Zaida sacudió la cabeza ligeramente, tratando de volver al presente. - Sí, solo estaba observando el duelo. Es impresionante, ¿no crees? - respondió, tratando de disimular su distracción.

Lety asintió con una sonrisa. - Sí, lo es. Ven, tenemos que ir por unas toallas para los príncipes. -, mientras tomaba de su mano.

- Tienes razón. Vamos a buscar esas toallas -, dijo finalmente, mientras en su hombro estaba Anika en forma de ratón.

Durante la noche anterior, Zaida decide mostrarle a Lety quien era Anika y como la conoció, Zaida le ofreció escapar juntas con sus hermanas, ya que eran tratadas injustamente aquí, pero ella dijo que no tenía a donde ir, a lo que Zaida respondió que cualquier parte, pero Lety dijo que se sentía más segura aquí en el palacio que allá fuera, así que Zaida decidió quedarse y vería después lo de sus hermanas.

Mientras caminaban hacia el Área de Lavado, Zaida se mordió el labio, recordando el incidente anterior que casi le cuesta su posición como doncella.

Juntas, Zaida y Lety se dirigieron hacia el interior del palacio en busca de las toallas. A medida que caminaban por los pasillos, Zaida no pudo evitar sentirse nerviosa.

Finalmente, llegaron a un armario donde estaban almacenadas las toallas. Zaida tomó algunas y las colocó cuidadosamente en un canasto, mientras que Lety las seguía de cerca.

- Espero que esta vez todo salga sin problemas -, murmuró Zaida, recordando el incidente anterior que casi termina en desgracia.

Lety asintió con comprensión. - Yo también lo espero. Pero debemos hacer nuestro trabajo y mantenernos fuera de problemas -, dijo con determinación.

Con las toallas en mano, Zaida y Lety estaban a punto de retirarse cuando una mujer se acercó con una expresión de preocupación en el rostro. Al principio, Zaida malinterpretó la situación, pensando que la mujer podía ser una fuente de problemas.

- Lo siento, no queremos causar problemas -, dijo Zaida, preparándose para irse.

Pero entonces la mujer habló, y su voz resonó en la mente de Zaida de una manera que la dejó desconcertada. ¿Quién era ella? ¿Por qué su voz le resultaba tan familiar?

Mientras Zaida luchaba por recordar, Lety se preocupó por su amiga y se acercó para llevarla lejos de la situación. Sin embargo, la mujer detuvo a Lety con un gesto y se dirigió a Zaida con una mirada penetrante.

- ¿Cómo es posible que no me reconozcas, hermana? - dijo la mujer con una mezcla de incredulidad y tristeza en su voz.

En ese momento, Zaida sintió una oleada de familiaridad que la dejó sin aliento. La mirada de la mujer, sus rasgos, su voz... todo parecía despertar recuerdos enterrados en lo más profundo de su mente. ¿Quién era esta mujer y por qué Zaida sentía que la conocía de alguna manera? Se trataba de su hermana mayor, Sophia.