Alana una chica de 18 años, ha vivido sola con su madre desde que tenía 2 años de edad, yabque su padre las abandono, pero no fue empedimento para ellas, juntas salieron adelante y eran muy felices hasta que un día de pronto apareció su padre y la entregó para saldar una deuda que tenía.
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capítulo. 8
Al día siguiente, Alana se levantó muy temprano para salir con su madre. Se duchó y salió de su habitación; su madre ya estaba lista. Juntas decidieron dar un paseo, pero tras un buen rato de búsqueda, no encontraron nada. Fue entonces cuando Alana decidió ir a otro lugar y le dijo a su madre: Ven, mamá, tomemos este taxi. Se subieron y Ana le preguntó a Alana hacia dónde iban, a lo que ella respondió: Vamos a seguir buscando un lugar donde vivir, mamá, aunque sea diez cuadras más allá. El taxista, al escuchar la conversación, intervino amablemente: Disculpen que me entrometa, ¿están buscando una casa para vivir?.
Sí, respondió Alana.
Chófer: Mi esposa está alquilando una pequeña casa que le dejó su madre. Se encuentra en la zona de La Florestal, a aproximadamente media hora de aquí. No sé si ustedes están interesadas.
Ana mira a Alana, quien le pregunta sobre el lugar.
Chófer: Es un lugar muy agradable. Nosotros vivimos tres casas más arriba, pero también poseemos nuestra propia vivienda. Actualmente, ella tiene esa casa porque su madre se la dejó al fallecer.
Alana: Lamento mucho su pérdida. Me gustaría saber su nombre.
Chófer: Claro, mi nombre es Pedro. ¿Les gustaría que las lleve?
Ana observa a su hija con una mezcla de nerviosismo, pero Alana, con determinación, responde: Sí, señor, me gustaría ver la casa. El chófer, asintiendo, dice: De acuerdo, vamos.
Media hora después, llegaron a su destino. Pedro había informado a su esposa sobre la visita previa, y al encontrarse, la presenta: Ella es mi esposa, Olga. Alana responde con cortesía: Mucho gusto, señora Olga, mientras su madre también se presenta cordialmente.
A continuación, proceden a mostrarles la casa y Alana, con sorpresa, comenta: Señor Pedro, me dijo que era una casa pequeña, pero esta es bastante grande y tiene dos pisos.
Pedro: En comparación con la nuestra, es un poco más pequeña.
Ana: La casa es muy bonita, pero me gustaría conocer el precio del alquiler, ya que nuestro presupuesto es limitado.
Olga: Antes, quisiera mostrarles la parte de arriba, donde se encuentran las habitaciones. No se preocupen por el precio; no estamos alquilándola a un costo elevado, ya que solamente deseamos que sea habitada, por el hecho de que las casas vacías tienden a deteriorarse. Ustedes parecen ser muy buenas personas, y me encantaría que la habitaran.
Alana: Somos personas de buen corazón.
Olga: Las llevaré a conocer las habitaciones; hay cuatro, cada una con su propio baño, y además cuenta con este hermoso balcón.
Alana: muy bien, realmente me encanta, al igual que a mamá.
Ana: Cariño, ¿podemos hablar un momento? Alana pide permiso y se acerca a su madre. Ella le dice: Hija, la casa es preciosa, pero ¿crees que tendremos suficientes recursos para cubrir el costo? Además, debes salir muy temprano para la universidad y poder llegar a tiempo.
Alana: no te preocupes, mamá, la universidad no es un problema. Puedo levantarme más temprano y solucionamos eso. Sé que entre las dos podemos cubrir los gastos; además, recibo muy buenas propinas. Mira, ayer me dieron 300 dólares solo en una propina, y si sumo las demás, el monto es un poco mayor. El alquiler será mensual, y podemos ir ahorrando poco a poco. Sé que será un esfuerzo adicional, pero estoy segura de que valdrá la pena si así evitamos ver a ese hombre. Tal vez hoy llegue y nos saque todas las cosas de la casa. ¿Qué haremos entonces?
Ana: ¿Crees que podremos lograrlo?
Alana: Estoy segura. Mira, llevas 16 años luchando por nosotras tú sola, y lo has conseguido. Ahora, juntas, seguiremos adelante.
Ana abraza a su hija con gratitud por sus lindas palabras y luego le dice: Está bien, hagámoslo.
Alana sonríe y se dirige a los dueños: Señores, ¿podrían informarnos sobre el costo, por favor?
Mientras tanto, Olga comentaba a su esposo que, aunque se veían como personas muy amables, también parecía evidente que habían enfrentado muchas dificultades; expresiones de preocupación se reflejaban en sus rostros.
Cuando Alana se dirigió a ellos, sonrieron y Olga comentó que el costo sería de aproximadamente 350 dólares mensuales. Alana, visiblemente sorprendida, respondió: ¿350 dólares? Olga observó que parecía un monto elevado. Alana aclaró: No, no me parece alto, simplemente pensé que el precio sería mayor. Preguntamos por una opción más pequeña anteriormente y tenía el mismo costo. Olga añadió: Les mencioné que no deseaba un precio elevado, ya que solo busco a alguien que la habite y la cuide. Alana miró a su madre y sonrió; Ana le aseguró: Cuidaremos de esta casa como si fuera nuestra.
Olga y Pedro sonrieron, y Olga comentó: Entonces, eso significa que se quedan. Ana respondió: Así es. Olga explicó: Bien, procederemos a elaborar el contrato de inmediato. Luego, bajaron a la sala y Pedro se dirigió a su casa para recoger el contrato, mientras Olga continuaba conversando con Alana y Ana. Alana preguntó: Señora Olga, ¿cree usted que su esposo podría realizar los viajes diarios para nuestros trabajos? Aquí no conocemos mucho; al menos podría llevar y traer a mi mamá. Olga respondió: Considero que no habrá inconveniente, ya que él trabaja como taxista.
Alana: Por supuesto, nosotras asumiremos el costo de cada viaje, jajaja.
Olga: Cuando llegue, comentaremos y veremos qué piensa.
Ana: Está bien, claro. Quiero agradecerles por alquilarnos esta casa; realmente la necesitábamos con urgencia.
Olga: Y yo les agradezco a ustedes por alquilármela; realmente deseaba que alguien estuviera aquí.
Disculpen la pregunta, pero ¿dónde vivían antes y por qué se mudan?
Ana: Vivíamos en El Costal, que queda a media hora y un poco más de aquí. Lamentablemente, nos toca dejar la casa en la que estábamos. Y pensábamos que era nuestra.
Olga: ¿Qué pensaban?
Alana: Así es, siempre hemos vivido allí; era lo único que nos había dejado mi padre al irse. Pero apareció 16 años después y decidió quitarnos la casa y venderla sin darnos siquiera la opción a nosotras.
Olga: Es terrible, no puedo entender cómo existen hombres así. Pero saben que ahora tienen este hermoso hogar para vivir y salir adelante. Son mujeres decididas y lograrán grandes cosas.
Ana: Muchas gracias.
Olga: Recuerden que aquí tienen una amiga para lo que necesiten.
Ana, te agradezco mucho. Pedro llegó con el contrato, que Ana y Alana firmaron. Olga les entregó las llaves, comentándoles que podían traer sus pertenencias cuando lo desearan. Alana realizó el primer pago y Olga le expresó su agradecimiento. Posteriormente, Olga compartió con su esposo la propuesta de Alana sobre encargarse de los traslados. Pedro estuvo de acuerdo, y luego se despidieron de Olga antes de irse en el auto de Pedro. Era necesario encontrar a alguien para realizar la mudanza, y Alana debía asistir a su trabajo.
se de cuenta del erro que cometio dejar a su hija y la madre de su hija