Curvas Al Exito

Esa noche, después de que Benjamín le pidiera matrimonio a Ariel y ella aceptara, regresaron a su hotel, aún flotando en una nube de felicidad. La ciudad se extendía a su alrededor, pero en ese momento, solo existían el uno para el otro.

Cuando entraron a la habitación, Benjamín cerró la puerta y se volvió hacia Ariel, mirándola con una mezcla de amor y deseo. El anillo en su dedo brillaba a la luz tenue de la lámpara, recordándoles el compromiso que acababan de sellar.

Ariel: Benja, no puedo creer que vayamos a casarnos. Estoy tan feliz.

Benjamín: Yo también, amor. Quiero que esta noche sea inolvidable para nosotros.

Se acercaron lentamente, sus respiraciones se entrelazaron mientras sus labios se encontraban en un beso profundo y apasionado. Ariel sintió cómo sus nervios se desvanecían, reemplazados por un deseo ardiente. Las manos de Benjamín recorrieron su espalda, desabrochando suavemente el vestido que había llevado esa noche.

Ariel: * sonrojada le dice* Benja, está sería mi primera vez y estoy segura de que quiero que seas tú el primer y único hombre en mi vida

Benjamín sonrió, sus ojos brillando con amor mientras deslizaba el vestido de Ariel, dejándola solo en su ropa interior. La miró con admiración, maravillado por su belleza y por la conexión profunda que compartían, estaba también demasiado feliz sabiendo que él era el único en su vida, que ella sería sola y únicamente para él.

Benjamín: Muchas gracias, te haré la mujer más feliz, para mí eres perfecta, Ariel. Te amo.

Ariel, con el corazón latiendo rápidamente, se acercó a Benjamín, desabrochando los botones de su camisa, dejando al descubierto su pecho. Sus manos exploraron su piel, sintiendo cada músculo tenso bajo sus dedos. La pasión entre ellos crecía con cada segundo que pasaba.

Finalmente, se dejaron caer en la cama, sus cuerpos entrelazados en un abrazo íntimo. Los besos se hicieron más intensos, y sus caricias más urgentes. La noche estaba llena de susurros de amor y promesas de un futuro juntos.

Ariel sintió que estaba completamente entregada a Benjamín, sus cuerpos moviéndose en perfecta sincronía. Cada momento era una declaración de amor, una reafirmación de que estaban hechos el uno para el otro.

La noche avanzaba y ellos no se saciaban, eran muchas las ganas de ser uno solo, Benjamín hizo que ella llegará a su clímax muchas veces esa noche, él no se daba cuenta de que Ariel ya era su vida, esa noche él dejo de pensar y disfrutó de cada parte del cuerpo de ella, para el era su nuevo vicio, era un manjar exclusivo y únicamente hecho para él.

Ella se permitió explorar todo su cuerpo y las nuevas sensaciones, esa noche Benjamín se vino dentro de ella innumerables veces y eso la excitaba cada vez más, no quería que el parará, amaba ser una sola con él.

Horas después, exhaustos pero felices, se abrazaron bajo las sábanas. Ariel apoyó su cabeza en el pecho de Benjamín, escuchando el ritmo constante de su corazón.

Ariel: Esta noche ha sido perfecta, Benja. No puedo esperar a pasar el resto de mi vida contigo.

Benjamín: Yo tampoco, mi amor. Te prometo que siempre te haré feliz.

Se quedaron así, abrazados y soñando con el futuro. La ciudad continuó con su bullicio al alrededor, pero para Ariel y Benjamín, el mundo se detuvo en esa noche mágica, donde su amor se consolidó de una manera que nunca olvidarían.