Cristian de la Fuente y Mía Ferrer se conocieron desde niños gracias a la relación cercana de sus familias. Mía es la ahijada de Victoria, la madre de Cristian, lo que los hacía pasar mucho tiempo juntos. Desde el primer día, Cristian se convirtió en el niño más popular de la clase: atlético, carismático y siempre rodeado de amigos. Mía, en cambio, era una niña tímida y reservada, con una gran pasión por la lectura y el arte, pero con sobrepeso, lo que la convirtió en el blanco fácil de las burlas de los demás niños, incluido Cristian.A pesar de su conexión familiar, Cristian se unió a los demás en hacer comentarios hirientes y bromas pesadas sobre el peso de Mía, sin darse cuenta del profundo impacto que sus palabras tenían en ella. Mía siempre se sintió dolida, especialmente porque esos comentarios venían de Cristian, a quien admiraba secretamente.
NovelToon tiene autorización de Araceli Settecase para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 8: La Revelación de Cristian
El verano estaba en su apogeo, y el calor abrazaba todo el pueblo con una intensidad abrumadora. Cristian se encontraba en casa, tratando de concentrarse en su trabajo, pero su mente seguía volviendo a Mía. Desde su regreso de la playa con Marco, algo había cambiado en ella, y él no podía dejar de notarlo.Mía había vuelto con una nueva energía, un brillo en los ojos que no había visto antes. Parecía más segura de sí misma, más abierta y, sobre todo, más feliz. Había algo en su actitud que capturaba la atención de Cristian de una manera que nunca antes había experimentado.Esa tarde, Mía había decidido organizar una pequeña barbacoa en el jardín de su madrina, invitando a algunos amigos y vecinos. Cristian, por supuesto, estaba incluido. Llegó un poco tarde, debido a unos pendientes de última hora en el trabajo, y al entrar al jardín, la vio.Mía estaba de pie junto a la parrilla, riendo con algunos amigos. Llevaba un vestido veraniego, suelto y colorido, que acentuaba sus curvas de una manera que Cristian nunca había notado antes. Su cabello, que caía en ondas naturales, brillaba bajo el sol de la tarde. Había algo magnético en su presencia, algo que lo hacía difícil apartar la mirada."¡Cris! ¡Viniste!" La voz alegre de Mía lo sacó de su trance. Ella corrió hacia él y lo abrazó, una calidez que él sintió profundamente."Claro, no me perdería esto por nada", respondió, tratando de sonar casual, pero notando un nerviosismo que no solía sentir."Ven, te presentaré a todos", dijo Mía, llevándolo de la mano hacia el grupo.A medida que la tarde avanzaba, Cristian no podía evitar seguir observando a Mía. No era solo su apariencia física la que le llamaba la atención, sino la confianza y la alegría que irradiaba. Ella se movía con gracia, su risa era contagiosa y su conversación animada.En un momento, mientras estaba sentado con una bebida, la observó mientras hablaba con uno de los vecinos. Se dio cuenta de cómo su vestido acariciaba sus caderas cuando se movía, y cómo su risa iluminaba su rostro. Se sintió un poco avergonzado al darse cuenta de que estaba admirando su figura de una manera que nunca había hecho antes. Ella siempre había sido su amiga, su confidente, pero ahora la veía bajo una nueva luz."¿Te sientes bien, Cris?", preguntó Victoria, sentándose a su lado."Sí, solo... solo pensaba", respondió él, sin querer admitir que esos pensamientos estaban centrados en Mía.Victoria sonrió, con esa mirada sabia que solo las madres y madrinas tienen. "Mía ha crecido mucho, ¿verdad? Se ha convertido en una mujer hermosa, por dentro y por fuera".Cristian asintió, sintiendo un nudo en la garganta. "Sí, lo ha hecho. Nunca lo había notado así antes"."Es fácil no ver lo que está justo frente a nosotros", dijo Victoria suavemente. "A veces, necesitamos un cambio de perspectiva para darnos cuenta de lo que realmente importa".Mientras la noche caía y las estrellas empezaban a aparecer en el cielo, la barbacoa continuaba con música suave y risas que llenaban el aire. Mía se acercó a Cristian, sosteniendo dos copas de vino."¿Un brindis?", sugirió con una sonrisa."Por supuesto", respondió Cristian, tomando una de las copas."Por los viejos amigos y los nuevos comienzos", dijo Mía, levantando su copa."Por los viejos amigos y los nuevos comienzos", repitió Cristian, chocarando su copa con la de ella.Se quedaron en silencio por un momento, disfrutando del vino y de la compañía. Cristian se encontró observando a Mía de nuevo, notando cómo la luz de las lámparas de jardín jugaba con sus rasgos, destacando la suavidad de su piel y el brillo en sus ojos. Se dio cuenta de lo poco que había apreciado su belleza hasta ese momento."Mía", dijo finalmente, rompiendo el silencio, "creo que nunca te he dicho lo increíble que eres".Ella lo miró con curiosidad. "¿A qué te refieres?""Has pasado por mucho y has salido más fuerte. Eres... impresionante. Y no solo por lo que has logrado, sino por quién eres", dijo, sintiendo que las palabras se le escapaban, pero sabiendo que necesitaba decirlas.Mía sonrió, un rubor subiendo a sus mejillas. "Gracias, Cris. Eso significa mucho para mí".Cristian sintió una oleada de emociones, una mezcla de gratitud, admiración y algo más profundo que no podía nombrar. En ese momento, se dio cuenta de que sus sentimientos por Mía habían cambiado. Ya no la veía solo como la amiga de la infancia que solía seguirlo a todas partes, sino como una mujer completa, con fuerza, belleza y una presencia que lo atraía de una manera nueva y poderosa.La noche continuó, y Cristian no pudo evitar estar cerca de Mía, disfrutando de su compañía, de su risa y de su conversación. Mientras los demás se dispersaban poco a poco, ellos se quedaron hablando, recordando viejos tiempos y compartiendo sueños para el futuro.Cuando finalmente la barbacoa terminó y todos se fueron, Mía y Cristian se encontraron solos en el jardín, con solo las luces tenues y las estrellas como testigos. Sentados en una manta, miraron hacia el cielo."Mía", dijo Cristian, rompiendo el silencio de nuevo, "sé que he sido un idiota muchas veces, pero quiero que sepas que siempre has sido importante para mí. Y creo que solo ahora estoy empezando a darme cuenta de cuánto".Mía lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de sorpresa y comprensión. "Cris, siempre has sido una parte importante de mi vida. Y sí, hemos tenido nuestros altibajos, pero siempre he sabido que podía contar contigo".Cristian tomó su mano, sintiendo la conexión que siempre había estado allí, pero que ahora era más fuerte y clara que nunca. "Quiero ser más que solo un amigo en tu vida, Mía. Quiero ser alguien en quien puedas confiar, alguien que te apoye y te admire por todo lo que eres".Mía sonrió, una lágrima de emoción rodando por su mejilla. "Cris, siempre he querido eso también. Solo necesitaba que tú también lo vieras".Se quedaron allí, bajo las estrellas, sabiendo que algo nuevo y hermoso había comenzado a florecer entre ellos. En ese momento, Cristian vio a Mía no solo como la amiga de su infancia, sino como la mujer increíble que siempre había estado destinada a ser. Y supo, sin lugar a dudas, que quería estar a su lado en cada paso del camino.