Eloisa se encontraba llena de tristeza mirando el cielo rojo que se pintaba con el atardecer, en su mente las imagines de su madre se hacían presente, recordaba con dolor la traición del hombre que le juro amor eterno, sentía que su vida ya no tenía sentido en tan poco tiempo había perdido tanto. No tenía idea por dónde comenzar, mientras caminaba perdida por la arena de la playa, se encontró con un perro, este la siguió por todo la playa, cuando Eloisa estaba apunto de subirse a su auto, el perro le ladro. Ella dejo que el perro entrara a su auto en la parte trasera, cuando llegó a su departamento, acomodo al perro en una esquina del pequeño balcón que tenía, le colocó agua y comida. Desde ese día su vida de Eloisa a cambiaría por completo, descubre que el pequeño perro que adopto es miembro importante de una numerosa familia que llevan semanas buscando al pequeño perro, ya que el dueño es el hijo mayor de la familia quien se encuentra en un viaje.
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Sera a mi modo.
¿con quién hablas cariño?, decía la madre de Gonzalo
- mamá, te presento a la nana de peludo, sonrió mirando a Eloisa.
- buenos días, Eloisa Jiménez.
- Fabiola de Corsa, sonrió.
- Tengo que irme a la universidad, fue un gusto conocerte Eloisa.
- Igual, dijo Eloisa.
- ¿te contrato mi hijo?, decía asombrada la madre de Gonzalo.
- Si señora, es que aquí el consentido de rojo no quería comer si no me tenía a su lado, dijo Eloisa.
- Es un perro muy travieso, espero puedas entrenarlo bien.
- No soy experta entrenando perros pero lo intentaré, dijo Eloisa sonriendo.
- Estás en tu casa Linda, yo voy a ir de compras.
- Gracias señora, Eloisa salió al patio y leí la lista que le dio Gonzalo.
- Desayuno, muy bien vamos a desayunar peludo, decia Eloisa
Al entrar a la cocina todos los sirvientes la miraban asombrados.
- Hola buen día, soy Eloisa la nana de rojo, que aquí lo llaman peludo, sonrió.
- ¿que desea señorita?, decía una sirviente.
- tengo que darle de comer a peludo.
- Si aquí está, decía una chica.
- El señor también nos dijo que usted iba a desayunar.
- No estoy bien, solo me puede dar café.
- Claro, tomé asiento.
- Eloisa se sentó en la mesa y miraba a peludo comiendo cerca de sus piernas.
El chef le sirvió café y el desayuno.
- Solo quería café.
- Son órdenes del señor, que se le diera el desayuno.
- Eloisa se levantó lavo sus manos y termino el platillo que le sirvieron, mientras comía leía la lista.
- Paseo, darte un baño. También un masaje. Jugar con la pelota. Comer, otro paseo y jugar.
- Que difícil trabajo, dijo sonriendo Eloisa.
- Pero lo haré a mi modo. Eloisa salió de la cocina, le agradeció a todos por el desayuno y salió al jardín.
Su teléfono no dejaba de sonar sus amigas le marcaban.
- ¿estás bien?, ayer no supimos nada de ti en todo el día.
- Mi celular se descargó y anoche llegué tan tarde que solo lo conecte, hace un rato lo prendí.
- ¿que te sucedió?, gritaba Mayra.
- Estoy trabajando para el loco que quemó la agencia, ayer me secuestro el muy idiota, quería que cuidara a rojo.
- ¿Te secuestro?, ¿que haces ahí Eloisa?
- Rojo me necesita, no quiero que muera por mi culpa.
- Tiene un dueño loco, decía enojada Mayra.
- Tranquila, voy a estar bien.
- Por favor no dejes de hablar con nosotras, no estás sola amiga.
- Gracias Mayra, estaré bien.
Eloisa se sentía feliz de escuchar que sus amigas estaban con ella, pero por alguna razón no tenía miedo de Gonzalo, solo le provocaba furia y ganas de golpearlo cuando estaba frente a el, pero no le temia.
Eloisa estuvo jugando con rojo y después de una ducha, peino su pelaje, también le enseñaba algunos trucos, a no maltratar las plantas del jardín, a sentarse y caminar a su lado sin correr.
A la hora de la comida, Ximena se acercó a ella que estaba en el jardín .
- Eloisa, ya vamos a comer, nos acompañas.
- Si claro, decía Eloisa.
Rojo iba a su lado caminando.
Eloisa se sentó en la mesa y a su lado estaba rojo comiendo de su plato.
La madre de Gonzalo también se encontraba en la mesa.
- Nos da gusto que nos acompañes Eloisa y dime a qué te dedicabas, por qué me contó Ximena que tenías a peludo en una agencia de viajes.
- si, trabajo como vendedora de paquetes para viajes.
- Me imagino que mi hijo te paga mejor aquí.
- No me comentó cuánto iba a pagarme, pero si te secuestran y te amenazan, no te queda otra opción.
La madre de Gonzalo se quedó asombrada y de pronto su rostro se llenó de vergüenza.
- Que vergüenza, como es posible que mi hijo actúe así, disculpa Eloisa pero hace mucho que no se quién es mi hijo, todo cambio desde que su padre murió.
- debería hablar con el, señora.
- Lo intente, no te imaginas cuántas veces lo intente, pero el me odia, yo fui la culpable de que su padre supiera de su bote, le conté a mi esposo sobre el viaje que Gonzalo quería hacer y su papá enojado lo amenazó con dejarlo en la calle si el nos abandonaba cuando más lo necesitaba, mi esposo paso mucho tiempo enfermo, su enfermedad iba afectando su razón, entre más enfermaba se volvía más agresivo y nos gritaba, a Gonzalo le tocó la peor parte, todo esto lo volvió tan frío y agresivo.
Lo único que lo hacía feliz era peludo, antes que su padre enfermera le regaló a peludo, mi hijo se encariño con el y siempre mencionaba que cuando peludo estuviera grande viajarían juntos por el mundo en su bote. Ahora trabaja tanto que no tiene tiempo para el.
Eloisa escuchaba atenta a la madre de Gonzalo y podía darse cuánta del dolor que sentía la señora por su hijo, Ximena miraba con tristeza su plato, ella también estaba sufriendo de la frialdad de su hermano.
- Creo que su hijo es un malcriado, yo también perdí a mi madre, sufrí mucho pero los de mi alrededor no son culpables de mi dolor, tenemos que aprender a enfrentar nuestro dolor y seguir sonriendo aunque por dentro estamos muertos. La vida es maravillosa para permanecer enojados todo el tiempo.
- Tienes razón, decía Ximena sonriendo.
- Yo también sufrí mucho cuando mi esposo murió, jamás quise que Gonzalo dejara sus sueños por ser el hombre de la casa, por más que intente ayudar a mi hijo fue imposible, los hombres que conforman la mesa directiva de la empresa son personas machistas que no permiten que una mujer se haga cargo de la empresa.
- Creen que solo debemos casarnos, estar en casa, cuidar a los niños y listo, decía enojada Ximena.
- Al final su hijo es igual que todos esos hombres, cree que puede controlar todo y se siente superior pero las cosas no son así.
- Me agradas, decía Ximena sonriendo.
- Tal vez tú puedas enseñarle que se puede cambiar, decía su madre sonriendo.
- No su hijo es muy necio, jamás podría enseñarle algo.
Terminaron de comer, Eloisa se despidió de ellas y se marchó, la hora de salida había llegado, ya no espero a Gonzalo pues el chófer le menciono que aún tenía trabajo, le entrego un sobre. Cuando Eloisa lo abrió vio su paga y miró asombrado al chófer.
- ¿es poco?
- Me está pagando demasiado, dijo Eloisa.
- Le dije que el jefe era generoso.
- El es un patan, pero por todas las molestias debería pagarme más.
Eloisa se subió al auto.