La Princesa Maxine Colette Benoit del Reino de las Brujas regresó en el tiempo justo cuando el Imperio destruyó por completo su amado reino, ahora sólo quiere dos cosas:
no repetir su tragedia y vengarse.
¿Podrá la princesa cumplir su objetivo?
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El cómplice alado
Finalmente, la espera llega a su fin. El sol comienza a ponerse en el horizonte y las luces del festival empiezan a iluminar el cielo. Es el momento de dirigirme al palacio y enfrentar mi destino.
Con paso firme y la mirada llena de determinación, me dirijo hacia el palacio imperial. Mi vestido oscuro y misterioso se mezcla con la noche, mientras mis ojos rojos brillan con un brillo inquietante. Ha llegado el momento de hacer mi entrada triunfal.
La multitud reunida frente al imponente palacio comienza a aplaudir emocionada, mientras un espectáculo instrumental inicia su melodía. Los acordes resonantes llenan el aire, creando una atmósfera de expectativa y emoción. Aves de vibrantes colores revolotean por encima de las cabezas de la gente, como si estuvieran danzando al compás de la música. Sus elegantes vuelos dibujan trazos en el cielo, añadiendo un toque mágico a la escena.
Las miradas de todos se dirigen hacia el imponente portón del palacio. Lentamente, se abre paso un lujosísimo carruaje, tirado por majestuosos caballos blancos. El carruaje, decorado con detalles dorados y relucientes, refleja el esplendor y la opulencia del imperio. No cabe duda de que esa es la familia imperial, aquella que ostenta el poder y la autoridad sobre todos los habitantes de estas tierras.
La multitud estalla en vítores y aplausos mientras el carruaje se desliza con gracia y elegancia por el camino de entrada. Los miembros de la familia imperial son recibidos con reverencia y respeto, su presencia es esperada con ansias en este festival de las aves, una celebración que marca el inicio de una época de prosperidad y renovación.
Desde mi posición, observo con detenimiento al Emperador Donato y a su hijo, el heredero del trono. Sus rostros reflejan la seriedad y la solemnidad propias de su posición. Son la imagen misma del poder y la autoridad, y mi corazón late con fuerza ante la oportunidad que se me presenta.
Es el momento perfecto para presentarme ante ellos y hacerles saber que las brujas han vuelto, más poderosas y decididas que nunca. Me ajusto mi vestido de plantas, asegurándome de que su esencia maléfica esté presente en cada detalle. Mi cabello plateado brilla con intensidad y mis ojos rojos reflejan la determinación que arde en mi interior.
De pronto, una voz susurra en mi oreja, interrumpiendo el momento de mi impactante presentación. Siento un escalofrío recorrer mi espalda y por poco pierdo el equilibrio en el tejado. ¿Quién podría estar escondido y hablándome en este momento crucial? Con cautela, me volteo y me encuentro con un adorable pajarillo azul posado en mi escoba.
La sorpresa se mezcla con alivio al darme cuenta de que se trata simplemente de un pequeño pajarillo que, por su inocencia, no distingue entre humanos y brujas. Sonrío ante su presencia y me asombro al recordar que debo ser lo más silenciosa posible, pues si alguien me ve antes de que me presente, mi plan se estropeará.
- Lo lamento, pequeño, pero no estoy aquí para admirar el vuelo de las aves - le respondo con una sonrisa. - Mi propósito es presentarme ante esta gente.
La pequeña ave se muestra sorprendida, con los ojos abiertos de par en par. Claramente no esperaba que yo pudiera entenderla. Su confusión es comprensible.
- ¿Acaso acabo de...? - la pequeña ave balbucea, atónita. - Pero tú eres humana...
- Querido pajarillo, aunque mi apariencia pueda engañar, no soy una humana - le digo con frialdad, intentando dejar en claro nuestra diferencia-. Soy una bruja, ¿acaso no ves que somos totalmente diferentes?
El pequeño pajarillo se mueve de un lado a otro, nervioso, y finalmente se posiciona frente a mí, mirándome directamente a los ojos. Luego, desvía su mirada hacia la multitud del festival.
- Bueno... pues... - titubea, tratando de encontrar las palabras adecuadas-. A mi parecer, ustedes tienen la misma forma física, pero si dices que hay diferencias, entonces lo tomaré en cuenta...
- Bien. – Intento terminar la conversación.
- ¿Y para qué quieres ir con esas personas? – Pregunta curioso el pajarillo.
- Es complicado, no lo entenderías. - Respondo con un suspiro.
- ¡Dime, dime! ¡Quiero saber! - insiste, emocionado. - ¿Sabías que a las aves nos encanta el chisme? ¡Dime! ¿Qué tal si muero hoy y nunca me entero de la razón por la que una humana no siguió las costumbres humanas?
-¡Que no soy...! - intento interrumpirlo, pero me doy cuenta de que es inútil. Este inocente pajarillo está decidido a obtener respuestas. - ¡Bien, te diré! Quiero venganza, y para lograrlo necesito ser conocida en todo el imperio como la atrevida bruja villana.
El pajarillo se queda en silencio por un momento, procesando mis palabras. Luego, su pequeño pico se abre en una sonrisa picarona.
- ¡Oh, vaya, vaya! - exclama emocionado el pajarillo. - Una bruja en busca de venganza, eso suena emocionante. Estoy seguro de que causarás un gran revuelo en el imperio. ¡Yo quiero ayudar, quiero ser tu cómplice! - vuela emocionado a mi alrededor. - Podrías dar una magnífica entrada acompañada de las aves. ¡Sí, eso sería maravilloso, déjamelo a mí y yo me encargo!
- ¡Eso sería increíble! - exclamo emocionada. - ¡Gracias por ofrecerte a ayudarme! Sería maravilloso tener una entrada grandiosa junto a las aves.
El pajarillo azul revolotea con energía, demostrando su compromiso.
- ¡No te preocupes, lo haré espectacular! - responde con entusiasmo. - Será un despliegue de belleza y magia que dejará a todos asombrados. Juntos, haremos historia.
El pajarillo se despide con un último gorjeo lleno de determinación y se aleja en busca de las aves que se encuentran dispersas por el lugar. Al cabo de unos minutos, la pequeña ave azul regresa y me mira con curiosidad mientras sus compañeros se dispersan rápidamente, desapareciendo de la vista de todos. La multitud, perpleja y desconcertada, busca en vano a las aves que momentos antes habían llenado el cielo con su majestuoso vuelo. Incluso la familia imperial, intrigada por la repentina desaparición, sale de su carruaje y observa a su alrededor en busca de alguna pista.
El pajarito vuela de nuevo hacia mí y se posa sobre mi hombro. Parece comprender que su misión ha sido cumplida y que ahora es el momento de seguir adelante. Le sonrío agradecida
- Gracias, pequeño amigo