MIEDO AL MATRIMONIO.

...Ulises....

Llegué a la fiesta de Sol, le di un regalo y me presentó ante todos como su novio, eso me incómodo y fastidio. Yo nunca le he pedido que sea mi novia. Hace un mes nos acostamos pero eso no significa nada. Me quedé unos minutos más, mientras ella estaba con unas amigas salí de su fiesta y me fuí al bar qué visitó últimamente.

Cuándo llegué, ví a la mesera linda pelear con un hombre. Y vaya forma de pelear.

— Usted no puede cerrar, ¿por qué lo haría.? Mi jefa tiene todos los papeles en regla.

— Las demandaré por daños y prejuicios. — Creo que iré a salvar a la damisela en peligro, no se por qué pero quiero hacerlo.

— Las que podemos demandarlo somos nosotras, usted me acoso. — ¿Ese imbécil hizo que.?

— ¿Cuándo.? — Dijo con descaro el tipo. Yo no dudó que la haya acosado. A pesar de la ropa que usa, se nota que tiene un cuerpo más o menos.

— Graciela enséñale el vídeo donde está tocando mi trasero. — Otra chica se acercó y mostró su teléfono.

— ¿Qué diría su esposa y sus hijos si ven este vídeo.? — Qué chica tan inteligente, me impresiona, sabe defenderse y muy bien. — Le recomiendo que salga antes de que llamé a la policía y lo demande por daños a mi persona y crear escándalos en propiedad privada.

— Te cres muy lista. ¿Sabes con quién estás tratando.?

— Con un Imbécil degenerado. Lo sé muy bien. Ahora fuera. — El hombre salió echando fuego por los ojos, si yo fuera el estaría igual, está chica tiene los pantalones bien puestos.

...Gabriela....

Mi hermana me regaño por haber dejado escapar al pez gordo. ¿Qué debía hacer.? ¿Ceder ante ese viejo asqueroso.? Está bien que no tengo tanto dinero. Pero tampoco necesitó de alguien que me mantenga.

— ¿Tanto te costaba sentarte un minuto con el.? — Dijo Liliana muy enojada.

— Es un vejete asqueroso, pobre de Graciela de lo que la salvé. — Incluso ella se veía algo aliviada.

— Gaby tiene razón, que asco acostarme con ese tipo, es horrible.

— No te despido solo porque eres mi hermana. — Liliana se da aires de grandeza.

— No renuncio solo por qué sin este trabajo no podría pagar la escuela.— Salí del bar echando humo. Detesto mi trabajo. Lo odió infinitamente. Qué más quisiera yo que dedicarme las veinticuatro horas de día a lo que me apasiona. Y no estás trabajando aquí y soportando borrachos, juniors, patanes y en ocasiones hasta drogadictos.

Días después terminé el trabajo, faltan varios meses para que pase al último año y la desesperación me está consumiendo. Quiero terminar lo más rápido posible. Así dejaré ese horrendo trabajó.

— Listo. Los últimos toques ya están.

— Qué bueno. — Di un largo suspiró.

— Fue agradable trabajar contigo.

— Lo mismo digo. — No era una de esas típicas inútiles que se la pasan pintando sus uñas, subiendo historias, y publicando fotos.

— Te invitó a comer, ¿que dices.? — Propuso ella

— Te diría que yo invito pero tú sabes de mi situación económica. — Le tuve que contar. Así no se enojaba si llegaba tarde.

— No te preocupes, vamos.

Fuimos a comer y al día siguiente entregamos el trabajo. Nos fue super bien.

El mes siguiente nos pusieron un trabajo que valdría el 30% de la calificación final. Quería volver a trabajar con Samantha pero al profesor se le ocurrió ponerme con un tipo llamado Ulises. Y claro que la niña reclamó.

— Profesor me gustaría trabajar con Sam.

— Lo siento Gabriela. En la vida no te ponen a trabajar con las personas que tú quieres, tienee que aprender a socializar con todo tipo de gente. — Ajá, solo eso me faltaba, escuchar un discurso de que no trabajas con tus amigos, del acoplamiento y bla, bla, bla.

— Está bien, ¿quien es Ulises.? — Le pregunté, por qué la verdad en esta escuela a la única que ubico es a Samantha a Sol y a los profesores. Con un poco de suerte es un chico inteligente, poco fiestero y muy responsable. Si, seguro eso me va tocar. Ley de la atracción, atraes lo que piensas.

— Yo soy Ulises. — No puede ser ¿el cara bonita?, ¿por qué a mí Dios mío?, solo con verlo se que es un inútil bueno para nada.

— ¿Cuándo tienes tiempo.? — Tranquila Gabriela. Se paciente, la gran muralla china no se construyó en unos días.

— Cuándo quieras.

— El viernes a las 5 en la cafetería de...

— ¿Viernes?, ¿estás loca?, ese día voy de fiesta.

¿No había dicho que cuando yo quisiera?

Lo ven, se los dije, un inútil con cara bonita. ¿Cuándo será el día que Dios haga a un hombre guapo, trabajador, inteligente, cero fiestero y buena onda?, ¿CUANDO.?

— Nos vemos el domingo, ten mi número de teléfono y te mando la ubicación.

Iba a protestar pero me dejó con la palabra en la boca, le pedí al profesor que me pusiera con cualquiera menos con ese tipo de cara bonita pero el profesor se negó y otra vez ese bendito discurso del acoplamiento.