Después de encontrar a su hermanastra junto a su prometido en la cama. Lina Connor huye despavorida y mete a una habitación prohibida que le cambiará la vida al ser devorada por un extraño ardiendo en deseo.
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Maldito cerdo.
Lina estaba estupefacta. No tenía idea de cuánto tiempo llevaba su jefe en la puerta .
—Quien demonios eres—Preguntó Josh consternado.
—El hombre que está perdidamente enamorado de la hermosa señorita. Y pronto le haré mi mujer.
Se acercó a él y tiró de sus manos con fuerza, tomó a Lina y la acercó a su regazo, sus hermosos ojos se posaron en ella, quien continuaba anonadada.
El acarició su bello rostro, se acercó a ella y le dio un beso.
Lina se quedó sin aliento mientras sentía su respiración ahogándola.
Luego Said posó sus afilados ojos en Josh, con total frialdad.
Josh, soltó una leve risa lleno de incredulidad, el apuesto hombre con aura de un dios… era imposible que se fijara en un adefesio como ella.
—¡Ja!, se ve que tienes mal gusto, pobre idiota.
—Lárgate si no quieres que te mate con mis propias manos. —Gruñó Said—mientras sus ojos lo fulminaban.
Josh salió vacilante con una sonrisa descarada.
Los brazos de Said aún rodeaban la cintura de Lina, quien no quitó la vista del embriagante rostro de Said.
—Ya se fue. Sí que es un imbécil.—Gruñó.
El rostro de Said reflejaba enojo, él lo había escuchado todo, los hombres como el le provocaban náuseas.
Lina muy tímida dio dos pasos hacia atrás de forma inconsciente.
—GRA-Gracias.
— ¿Ya lo decidiste?, es mejor casarte conmigo para que le des una buena lección a ese tipo.
—Yo…
—Anda mujer, será un buen negocio.
Lina lo pensó durante un segundo y se convenció de que era una muy buena idea, con la voz firme dijo:
—Está bien, lo haré. Pero debemos de poner algunas cláusulas.
—Ok. Te enviaré el acuerdo a tu Gmail.
—Esta bien.
—Te dejo entonces, tengo una reunión importante.
El hombre salió a prisa con el rostro frío. Lina se sentó en su escritorio abrumada, aun le dolía las palabras de su ex.
Mientras diseñaba un hermoso vestido las palabras de Said sonaron en su cabeza, de cómo él la había defendido, sería un sueño si el la viera de esa manera.
Las horas transcurrieron muy rápido, Lina estaba encerrada en su oficina, ya eran las 10 de la noche ella se había retrasado con los diseños de primavera y debía de nivelarse.
Se dirigió al baño, para mojarse la cara, ya que el café no le hacía efecto y tenía que seguir despierta, estaba tan cansada por la mudanza que no se permitió descansar bien. Volvió a la oficina y se concentró en los diseños.
Miró la hora en el ordenador y se sorprendió al darse cuenta que eran las 12 de la noche, siempre que trabajaba hasta tarde era hasta las siete a más tardar. Lina se levantó y caminó hasta la sala de principal y pudo notar que no había nadie más en la oficina, solo queda el vigilante del vestíbulo.
Entró en la sala y se acercó a recoger la carpeta que rosa había dejado, de pronto sintió unas manos taparle la boca para que no gritara y sintió un olor a tabaco.
—Pero si es mi diseñadora favorita.
—¡Yan! — se removió pero el no la soltó.
— vamos a pasarla de lujo muñeca — dijo antes de voltearla y cubrirle la boca con su asquerosa boca.
Lina lo mordió y le sacó sangre, de pronto sintió un golpe en su cara que la marearon, Yan aprovecho eso para tirarla encima de la mesa y montarse sobre ella.
— Así que lo quieres rudo.
—¡Auxilio¡—gritó desesperada.
Pronto sintió otro golpe que la hizo sentir la sangre en su boca.
—Grita zorra — dijo riendo — no hay nadie.
Manoseó sus piernas y subió hasta su vestido y la abrió de un tirón haciendo que los botones de su vestido volaran en la sala Lina forcejeó con él, pero él era más pesado que restringía los movimientos.
— Sabes por cuanto tiempo he esperado esto — dijo pasando sus manos en su cuerpo.
—¡Déjame maldito cerdo! — Lina le dio un puñetazo, pero él la devolvió y su cabeza sonó contra la mesa.
—No muñeca. Pronto solo dirás que no pare — dijo moviéndose hasta sus rodilla y subiendo su vestido hasta su cintura.
—No por favor.
—Lindo—dijo al ver su ropa interior.
Ella volvió a pelear con él y a gritar sabía que era inútil gritar, le rompió el brasier y se inclinó para besarla pero Lina logró darle un golpe, pero como estaba muy débil por los golpes no le dió fuerte.
— ¡desgraciada! —La agarró y cayeron de nuevo en la mesa donde esta vez la inmovilizo y escuchó el sonido de su pantalón abriéndose....