Hay mujeres que aman con fuerza, entrega y sacrificio. Rosario creyó que su matrimonio sería para siempre. Pero el que creía el amor de su vida no lo pensó así.
La historia de Rosario es la de muchas mujeres que lo dan todo en una relación y que al final comprenden que una relación es de dos.
Permítanme contarles la historia de ésta mujer común y corriente, una de nosotras.
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Engañada
--Mi nombre es Camila Maraver y , puedo trabajar en cualquier labor de casa señora.
-- Estás segura? Me dijo la mujer mirándome con mala cara.
--Eres muy joven, que edad tienes?
--Dieciocho, hago limpieza y cocino señora.
Era la cuarta casa que visitaba ese día. Había cometido el primer día el error de decir mi edad y nadie se interesó, era muy joven. Mi nombre me dolió tanto tener que cambiarlo que busqué algo parecido. Camelia a Camila no sonaba tan distinto y no era tan brusco el cambio. Mi apellido igual lo cambie, estoy segura que papá sería el más feliz.
Me habían rechazado en todas las casas a las que toqué, por diversas razones, por ser muy joven, tener unos ojos muy llamativos, por vestir de forma diferente, por tener un cabello muy largo.
Gracias hermano no sabes cuánto te debo que me hayas obligado a estudiar. Compré un diario y busqué los avisos de trabajo. Podía valerme por mi misma, estaba viviendo en una pensión. Cancelé tres días.
Que ignorante era, no tenía la menor idea cuánto era el costo de la vida. Jamás había tenido dinero en mis manos y con el pago del pasaje y de la pensión, mi dinero había disminuido a la mitad. Cuando mi hermano me metió en la pickup de la camioneta mamá me pasó una bolsita. Beso, mi rostro y me bendijo.
--Se que volverás, no sé cuando, por mi corazón sé que Alá no me quitará a mi única hija.
--Úsalo cuando te veas obligada.Y me pasó la bolsita. Aquí dentro va nuestro pago, el tuyo y el mío por ser mujeres.
--Perdón mi niña por no poder hacer más por ti.
--Hasan cerró la tapa y me cubrió con la lona, el vehículo comenzó a andar.
El bambolear de la camioneta hacía que recordara como había sucedido la tragedia.
Dos veces a la semana iba a la mueblería a limpiar. La distancia era de unas siete cuadras.
Alex me esperaba y me acompañaba hasta una cuadra antes, era una costumbre ya. Mi vanidad de muchacha pobre e ignorante hacía que creyera cada una de sus palabras. Era emocionante.
Mama nunca me explico nada con respecto al sexo, por lo que yo no tenía la menor idea. Cuando Alex tomó mi mano, yo creí que ya estábamos en algo serio. Fuad, mi novio jamás me había tocado.
Alex sabía que yo estaba comprometida, yo sé lo conté, él me dijo que no importaba que nosotros nos amábamos, que huiríamos y nadie podría separarnos. Ahora que han transcurrido veinte años de ese episodio pienso como pude creer que Papá aceptaría romper un compromiso tan beneficioso. Sabiendo yo como él era.
Que muchacha tan estúpida, pensando que la vida era color de rosas.
Nadie en mi casa sospechaba de mis sentimientos. Pero había alguien muy interesado en romper el compromiso. El padre de Fuad.
Azis Cobaise, sabía que ese matrimonio no era un aporte al patrimonio familiar, era un hombre ambicioso había sido muy pobre y sin estudios , él quería más, tenía otros intereses para su hijo.
Un rico ganadero de otra región lo había contactado. Le ofreció a su hija, era unos cuantos años mayor, era su única heredera. Azis se lo comentó a Fuad y su respuesta fue la misma de siempre.
--Tú sabes que estoy comprometido, falta un año para mi matrimonio con mi bella Camelia. He visto de lejos como mi niña de un pequeño capullo se ha transformado en una hermosa mariposa.
--El dinero papá no es importante en mi vida. No quiero morir amasando dinero y sin disfrutar de los detalles de la vida.
--Por supuesto, naciste en una cuna de oro. No tuviste que sudar como yo, trabajando dieciocho horas al día, para unos gringos explotadores, para que ahora mi Hijo lamentablemente, elija la mujer que él quiere.
Pero la vida sería su aliado.
El mismo vió a la muchacha caminando acompañada de un joven, no podía negar que era bonita, pero los musulmanes no se casan por amor. Él no lo hizo. Eligió una mujer más alta que él, fuerte y sana. Tenía diez hermanos así que era fértil. Lamentablemente tuvo dos abortos y el tercer embarazo lo llevó a término, era mi Fuad mi heredero. Ella nunca se recuperó, murió al poco tiempo. Mandé a buscar una prima soltera para que lo criara. Lo hizo bien y él quería y respetaba a su tía. Que lo amaba como el hijo que ella nunca tuvo.
Nunca estuve de acuerdo con él compromiso y ahora Alá me estaba dando las armas para romperlo
El muchacho no era árabe, se notaba y en su cabeza comenzó a surgir una esperanza.
--Da la vuelta y fíjate bien en el muchacho. Le dijo a su chofer.
--Ese joven lo he visto. Es un junior de una empresa de transporte. Es un pequeño don Juan, lo conozco, vive al frente de la casa de mis abuelos.
--Tengo una idea. Dijo Cobaise
Así fue como mi futuro, el que yo no pedí. Se vió interrumpido.
Alex aceptó por dinero un trato con él, enamorarme y tener relaciones sexuales. Razón más que suficiente para ser repudiada por la familia y para romper cualquier relación.
Nunca había pensado en eso. Mi juventud hacían algo impensado para una mujer árabe. Poder elegir a quien amar, aunque el elegido fuera una basura.
Todo estaba planeado, ese día me dijo que saliera un poco más temprano de mi casa. Para según él poder conversar un poco más. Había una casa que estaba abandonada a medio camino. Y siempre yo hablaba que podríamos comprarla para vivir cuando estuviéramos casados. Estupideces de una niña tonta e ingenua.
--Te tengo una sorpresa, por eso te pedí que salieras antes.
Me mostró unas llaves.
--Adivina? Son las llaves de nuestra casa. La casa abandonada, me contrataron para limpiarla!
--Quiero que entremos juntos a verla.
--Pero...... Hasán me espera
--Tiene que ser rápido.
--Por supuesto cariño, solo serán diez minutos.
Alex, miró a todos lados y con la llave abrió el portón pequeño. Era hora de almuerzo y no andaba nadie en las calles.
El jardín lucía abandonado, las enredaderas se habían tomado las paredes, y unos rosales que habían envejecido, pero seguían floreciendo.
Entramos en la casa. Era como si el tiempo se hubiera detenido dentro de ella. No habían sacado nada, era como si un día hubieran decidido dejarla.
Era hermosa.. Me tomó la mano y me hizo subir la escalera. Entramos en una de las puertas. Y a diferencia del polvo que cubría todo, ésta estaba limpia. La cama estaba tendida y tenía flores frescas en los veladores.
Lo miré sorprendida, era tonta e ingenua, pero no estúpida y este dormitorio estaba preparado.
--Que pasa Alex?
--Quiero que este sea nuestro nido de amor. Podemos venir todos los días.
Caminó hacia la cama y me llamo para que me sentara a su lado.
Sabía que no era correcto, una cosa era tomarse las manos y otra muy diferente. Estar sola en una pieza con el joven del que estaba enamorada, Interiormente, algo me decía que estaba mal.
--No Alex, me quiero ir. Comencé a caminar hacia la puerta. Que él había cerrado.
--Camelia escucha mi amor. Sentémonos, algo bueno se viene.
Trate de abrir la puerta y él me tomó las manos.
--Dejame salir. Ya es la hora, debo estar en la mueblería.
El miró su reloj nervioso.
Me tomó de los hombros y me sentó a la fuerza en la cama.
Comencé a gritar. Pero él me decía que no gritara.
--Espera un momento. Mientras trataba de que me quitara mi blusa. Mientras yo le empujaba las manos y me sorprendía lo que él intentaba hacerme.
No sé cómo, entró un hombre grande, lo hizo por otra puerta. Que no había visto.
Lo miré y lo reconocí de inmediato era el padre de mi prometido. Lo acompañaban dos hombres más.
--Así que esto hace la novia de mi hijo a escondidas? Dijo con una voz poderosa, como hablando ante un público.
--Que jovencita tan indecente, quieres engañar a mi hijo? Capaz que estés embarazada
--Ustedes la vieron, mis testigos lo dirán. El compromiso está ROTO.
--Vamos!! Aquí no hay nada más que hacer.
Y salieron por la puerta por dónde nosotros entramos
Veía pasar ante mis ojos mi vida y como una torre se iba cayendo. No lloraba era tanto mi shock que miraba mis manos y me las llevaba a mi rostro tratando de limpiarme la suciedad del alma.
Senti una voz que me hablaba. Era Alex.Lo miré
--Perdón Camelia, ésto lo hice por nosotros, yo te quiero de verdad y acepté el plan que me ofrecieron. Me pagaron varios miles de pesos para que te trajera aquí. Él me pidió que te sedujera, quería sorprendernos en la cama.
-- Pero yo no lo hice. Porque quiero algo serio contigo.
--Ahora no importa ya tengo el dinero y nos podemos ir.
--Nadie te querrá Bonita, eres libre. El viejo me dijo que después de ésto serías despreciada por tu familia. Nunca podrás casarte con otro árabe. Podemos irnos.
No podía creer lo que me estaba diciendo, todo había sido un plan. Él nunca me amó. El amor no puede ser así de sucio.
Solo era dinero. Me miré en el espejo que estaba empañado, pero de igual forma reflejaba mi imagen de niña tonta.
Estoy muerta, yo sabía lo que significaban las palabras del padre de Fuad.
Era lo peor que le podía suceder a una mujer musulmana. El desprecio de la familia y hasta mi muerte. Comencé a llorar.
Escuchaba que él me seguía hablando. Pero sentía que de su boca solo salían porquerías.
Por primera vez elevé mi voz.
--Cállate!!!. Eres.......!!! No sabía que decirle, ? Nunca había elevado la voz ni dicho alguna palabrota. No era nuestra costumbre.
--Perdí mi honor, estoy manchada.
Era tan ignorante. La impotencia y la rabia conmigo misma no me decidían a nada. Finalmente....
Salí corriendo, cuando llegue afuera no sabía que camino tomar? si volver a casa? O ir a la mueblería.
Finalmente, fuí a la mueblería, estaban mis tres hermanos. Fui directo a hablar con Hasán que lijaba una cómoda en esos momentos.
--Que tarde llegas, necesito que lustres los dos veladores que están ahí.
--Los vendrán a buscar en dos horas mas
No me había mirado. Mi silencio lo alertó. Me miró y seguramente mi cara roja y mojada por las lágrimas lo alentaron de lo grave de mi situación.
--Que pasa Camelia?
--Estoy maldita. Le dije y le dí la espalda.
--No soy digna de mirarte.
Él comprendió de inmediato.
Se levantó, me tomó de los hombros y me dió vuelta.
--Eres mi hermanita y lo serás hasta que yo muera. Nada ni nadie nos separara. Ahora cuéntame que pasó desde un principio.
Le conté todo. Cómo fue, hasta lo que había ocurrido unos minutos antes.
--Él te tocó?
--Noooo!!!! Sólo las manos, trató de quitarme la blusa, pero yo no me dejé.
--Es verdad Camelia? Me dijo de forma muy seria.
--Te lo juro hermano. Nunca me habría dejado. Por Alá, nunca me tocó más que mis manos.
--Tienes quince años, si es tal como me lo dices.
--Tu matrimonio está roto y mi padre seguramente después de tratar de matarte, te encerrará para siempre.
--Dejame hablar con nuestros hermanos. Espérame aquí.
Luego de unos eternos minutos, salieron. Su rostro lo decía todo.
Bajé la vista, sabía que los había humillado y que todos se habían visto perjudicados, la familia estaba manchada, por mi culpa. No era digna de mirarlos.
--Vamos, no retrasemos el momento. Debes comprender que posiblemente tendrás que salir de la casa. Trataremos de negociar con papá, pero tienes todo nuestro apoyo.
Me tomó del brazo y yo cuál muñeca de trapo, caminé.
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