LA FINCA

El día de la boda llegó, estaba lleno de flores y exquisitos manjares dignos de la realeza, El general y don Martin habían hecho todo por qué él despilfarró fuera notorio.

Celia lucia un vestido de seda pura, traía un collar de diamantes, aretes de oro y esmeraldas, y un enorme moño en el cabello cubierto con flores naturales y zapatillas blancas a juego con el amplio y voluminoso vestido.

Martin lucia un traje, negro con gabardina y chaleco, y unos hermosos zapatos de piel.

Habían hecho la boda en la casa del general, está era una mansión con muchas habitaciones y un enorme jardín. Todo estaba muy bien calculado para la recepción en el jardín, tenía una decoración ostentosa llena de flores blancas entre rosas, margaritas, y alcatraces.

Ellos se veían tan radiantes, juveniles y perfectos. El general Garza estaba emocionado, con tan conveniente unión.

Después de la ceremonia, en un carruaje blanco, jalado por caballos negros, fueron rumbo al jardín. Todo un acto digno de los gustos de Martin.

Ya en la recepción, todos los invitados aplaudían, el lujo, el gran banquete y sobre todo la ostentosidad del evento.

De pronto llegó un hombre sumamente guapo, vestido de traje elegante, todo un buen mozo.

Se acercó a Martin y lo saludo efusivamente.

Charro: Cómo vi que no llegaba la invitación, decidí venir a ver qué había pasado. Muchas felicidades, amigo, es una mujer exquisita.

Martin está temblando y sudando de miedo y contesta.

Martin: No lo olvide, quizás alguno de mis trabajadores no la envío, pero es un gusto tenerlo aquí.

Charro: Ya lo decía yo, no fue tu culpa, es un placer estar invitado a tan distinguida fiesta.

Martin: Pero pase señor, está es su casa.

Charro: Gracias que honor el que me das.

El charro vio a Celia y se acercó a ella,

Charro: Es un placer conocer a la señora Celia de Rodríguez, me presento, soy el conde Fernando Del Monte, un placer bella dama.

Celia: No sabía, que mi esposo tenía amistades con un conde tan distinguido.

Charro: A mi no me dijo que su esposa era tan bella y distinguida

Y así comenzaron una conversación amena y llena de risas y cumplidos.

Martin estaba nervioso, pero los celos lo comían, no soportaba ver a su mujer reír con otro, aunque ese otro fuera el charro.

Pidió hablar con el charro en ese momento.

Martin: Disculpe conde Del Monte

podría hablar con usted .

Charro: Martin que falta de cortesía, cómo osas interrumpir mi conversación con esta hermosa Dama.

Martín: Usted disculpe, solo serán unos minutos.

El charro se disculpó ante Celia, y ella le dijo.

Celia: Solo no tarde mucho conde, usted y su conversación, son extremadamente intrigantes y entretenidos.

Charro: Madame en unos minutos vuelvo.

Ya a solas Martin hablo.

Martin: Oiga señor,qué busca con todo esto? ¿Que pretende? ¿Que acaso no cumplo sus exigencias?

Charro: Mira Martin, no tengo que darte explicaciones a ti, muy por el contrario deberías alegrarte, de que me tomara la molestia de venir a tu patética boda. Soy lo más parecido a un amigo tuyo, así que por qué no me dejas disfrutar?, no solo estoy para darte dinero y lo sabes. Por cierto se que muy pronto me buscarás, nos estaremos viendo.

Martin se tragó su enojo y le dio la razón, al charro, él no le había invitado a la boda por qué realmente no se le ocurrió, pero ya que se había tomado la molestia de ir debía ser agradecido, al menos aún tenía un poquito de conciencia, ya después de todas las atrocidades hechas conservaba eso .

Así terminó la boda y todos los invitados se fueron, Celia y Martin se fueron directo a la finca, ella llevaba una sonrisa enorme en los labios, la conversación con el charro la hizo muy feliz y él se sintió emocionado aún que no sabía que la sonrisa era por el charro.

Al fin tenía todo lo que quería dinero, una hermosa esposa y una finca entera. Solo el destino dictará lo que le espera a don Martin.