La Caida De Los Angeles

Abrí la puerta para ver quién era y me encontré con una chica. Al mirar afuera, vi que un gran grupo de personas estaba llegando al refugio. Eran unas 25 personas y, por el momento, no había suficientes casas, por lo que algunos tendrían que quedarse con los residentes actuales. Ella iba a quedarse temporalmente en la mía. Sinceramente, era molesto, pero no podía hacer mucho más. Así que la dejé pasar e hice una cama improvisada para que pudiéramos dormir en camas separadas. Después de eso, le pregunté qué sucedió y cuál era su nombre. Me respondió:

—Soy Abigaíl. Toda la gente que vino aquí son de otro refugio, el cual cayó ante los infectados hace dos semanas.

—Es bastante desafortunado —dije—. Me imagino que muchos murieron y otros perdieron a sus seres queridos. ¿Cómo llegaron aquí?

—Después de vagar tanto tiempo, nos encontramos con unos exploradores y pedimos ayuda. Ellos nos dijeron de este refugio.

—Tiene sentido. ¿Qué hacías en el refugio donde estabas? Supongo que tenías un rol.

—Sí, era una de las cocineras del refugio. Éramos yo y otras cuatro personas.

—Bueno, por el momento te quedarás aquí. Te pediré que limpies mi casa hasta que consigas un trabajo o algo. Solo te pido que no me molestes mucho y que me avises si sucede algo mientras estoy fuera.

—Está bien, yo me encargo por el momento.

—Una cosa más, si necesitas ayuda o algo, me avisas. Veré qué puedo hacer. Al final, tenemos que apoyarnos en este mundo en ruinas.

Después de eso, dejé la casa y me fui a comer. Me encontré con Denis, quien me dijo que también se les unieron unas personas en su casa, ya que era la más grande. Se les unieron un abuelo y su nieta, así que tenía que cuidar de dos personas dependientes. Le dije que la persona que tenía en mi casa le podría ayudar cuando ellos estén fuera.

—En serio, muchas gracias —dijo Denis—. Me tenía preocupado dejar a tres niños y un hombre mayor en mi casa solos.

—No te preocupes. Le preguntaré después para ver si te puede ayudar. Más tarde te digo si puede o no.

—Está bien, vamos a comer por ahora.

Mientras caminábamos, vimos a los nuevos residentes integrarse. En la entrada del refugio, vi al hombre mayor que conocí por primera vez. Sigo sin saber cómo llamarlo, si presidente o encargado, lo único que sé es que se da la tarea de organizar todo el refugio. Dejé mis pensamientos para comer y conversar con Denis. Después, descansé en el parque. Aunque mi herida estaba mejor, prefería que se curara completamente. De paso, me quedé a entrenar a Christian. La tarde pasó en un segundo y ya casi caía la noche cuando me fui a mi casa. Al llegar, encontré a Abigaíl cocinando un poco para los dos. Por lo menos, ya no tendría que gastar tanto en la cena. Me senté y conversé con ella.

—Oye, un amigo mío me pidió ayuda para cuidar a sus hijos y un anciano en su casa. Pensaba pedirte el favor —le dije.

—Puedo hacerlo. Dime dónde está su casa para ir —respondió Abigaíl.

—Bien, se lo diré después de cenar. De paso, veremos cómo te pagará o cómo será al final, ya que es un trabajo.

—Con que me pueda quedar aquí en tranquilidad es más que suficiente. Además, sé que si necesito algo puedo pedírtelo, ¿verdad?

—Sí, supongo que puedes. Solo no exageres. Bueno, por el momento terminemos de comer y después iré a su casa para avisarle.

Después de cenar, me fui a casa de Denis para avisarle. Toqué la puerta y salió. Le dije que Abigaíl podría venir y que, como pago, le construiría una cama para que no tuviera que dormir incómoda. Me pareció bien, así que regresé a mi casa. Pero, al llegar, vi a un hombre furioso tocando mi puerta y gritando. Me pregunté qué estaría haciendo.