Krasa Y Georgeus

Lady Nivea sabía que Karoly no mentía, esa muchachita era impredecible en muchas cosas, pero jamás en lo que prometía cumplir, ideó un plan para liberar a Krasa del castigo, para una semana después estar partiendo de regreso a casa, estaba tan avergonzada que quería alegarse lo más posible de la ciudad capital y de la amenaza que significaba la revelación de sus encuentros con Lord Kiro y Lord Jured.

Krasa se sintió aliviada de salir de aquel cuarto de confinamiento, aunque aceptó las disculpas fingidas de Lady Nivea, aprendió otra lección, la envidia puede ser fuente de muchos problemas, y hay que mantener la calma ante el ataque de una persona que lo único que busca es quedar como la víctima.

Tal situación, también sirvió para afianzar aún más su amistad con Karoly, pese a todo lo que había creado Nivea para parecer que sus palabras eran verdaderas, su amiga confió en ella y la protegió consiguiendo su liberación y limpiar su imagen.

Lady Krasa con algunas amigas que estudiaban idiomas con ella, y que ya se habían dado cuenta de la buena persona que eran, estaban paseando por el campo recolectando frutas sorpresas; Krasa estaba emocionada que ya tenía su canastilla llena.

- "Espero no importunarla, pero quería verla una vez más", comentó el príncipe Georgeus.

- "Su Alteza", dijo sorprendida Krasa.

- "Lamento que haya tenido problemas por nuestra conversación en el baile de máscaras, acabo de enterarme, espero que esa experiencia no la haga arrepentirse de ser mi amiga", expresó el príncipe, sin dejar de mirarla con ternura.

Era tanto su deseo de conformarla, que saliendo de su tradicional compostura le dió un abrazo y acarició su cabello, por alguna razón Krasa sintió esa calidez y se quedó abrazada a él por un buen tiempo, hasta que se da cuenta que los pueden ver y se separa de él.

- "Lo que hacen o dejan de hacer los demás no es su responsabilidad, Su Alteza Real, uno solo tiene control de sí mismo. ¿Qué es lo que está buscando conmigo?", preguntó Krasa.

- "Una oportunidad. Busco una oportunidad de conocernos, seré sincero, usted me gusta, perdón si soy directo, pero mis intenciones son serias", se atrevió a decir Georgeus, tratando de ocultar sus nervios.

Krasa lo quedó mirando, la comprometieron tan joven con Carpio, que ella solo lo aceptó y esperó lo mejor de él, el príncipe de Fontana, en cambio, había ido directamente a ella, el que considerara su opinión y deseo más importante que la de sus padres la confundía, pero le agradaba.

- "Le dije ese día que fui la prometida del príncipe heredero de Susumira, puedo darme cuenta de que es una persona de principios, no quisiera que lo cuestionaran por la persona en que intenta relacionarse", dijo Krasa.

- "Pues creo que uno debe escoger a la persona que le gusta por el valor de su persona no por lo que opinen los demás, a mí me importa usted, y si me diera la oportunidad de poner ganarme su corazón, defenderé lo nuestro pese a la opinión del resto", expresó Georgeus tomando las manos de Krasa.

Ambos sintieron como un cosquilleo recorriendo su cuerpo, Krasa no pudo evitar sonreír, qué es ese sentimiento tan espontáneo, que no puede reconocer.

- "Exijo algo que no sé si pueda usted cumplir, absoluta fidelidad, según algunos dicen los hombres tienen necesidades, si a nosotras se nos exige ¿por qué no podría esperar lo mismo?", se atrevió a decir Krasa, soltando las manos del príncipe.

Georgeus sonrió, ladeó la cabeza, y luego se acercó un poco más a ella.

- "¿Si uno ya sabe que tiene el cielo, por qué iría a buscarlo a otro lado?, lo curioso de su exigencia es que me está adelantando un posible sí, aceptaré lo que pida, si estoy buscando un lugar en su corazón", expresó con cariño Georgeus, dándole un beso en el dorso de su mano.

Krasa se sonrojó al sentir aquel beso, sentía que sus orejas ardían y su corazón latía a toda velocidad.

- "Entonces, ¿me dará la oportunidad de conocernos?", insistió el príncipe Georgeus.

- "Sí", respondió Krasa casi susurrando, como si todo fuera un sueño, sin poder evitar sonreír.

Durante los últimos tres meses, el príncipe Georgeus fue a buscar a Krasa los fines de semana, y conversaban por horas, paseando por diferentes lugares, algunas veces eran acompañados por Karoly, para evitar comentarios maliciosos, aunque llegó un momento que la chica pecosa de ojos avellanas se cansaba de ser "el mal tercio".

El último fin de semana, el rey de Fontana fue abordado por su consejero real, los comentarios sobre el príncipe heredero se habían tornado chocantes.

- "¿Qué comentarios estúpidos son esos?", inquirió el rey molesto.

- "El príncipe Georgeus no ha anunciado el compromiso con nadie, tampoco se le conoce alguna mujer que lo conforte, y a toda actividad va con Lord Jaezan, son tan unidos que las cosas están confundiendo, comentó el consejero real.

- "El hijo del duque de Garbé es su mejor amigo, aún no ha encontrado una mujer que lo cautive", respondió el rey.

- "Sé perfectamente que los comentarios son absurdos, y que sería para usted difícil llevar a Su Alteza, a una mujer adecuada para que conforte al príncipe, el ministro Surow ha prometido encargarse, sé que es escabroso el asunto, pero talvez si el príncipe conoce ciertas cosas, se interesará más en encontrar a la consorte adecuada", comentó el consejero real.

Aquella noche, el rey le indicó al príncipe que iría en una misión al reino de Pallango, en compañía del ministro Surow, y sería el ministro que le comentaría allá de qué se trataba.

Cuando llegaron a Pallango, al príncipe Georgeus le llamó la atención que fueran a un lugar tan retirado de la ciudad, en dónde habían caballeros elegantes tomando fino licor, el ministro, otros acompañantes se sentaron en un mueble largo con vista privilegiada al escenario; pronto el maestro de ceremonia anunció el espectáculo.

El principe se puso de pie, mientras las mujeres empezaban el baile en el escenario.

- "Espere por favor, ¿por qué se va?", preguntó el ministro Surow.

- "La misión era venir a un... ¿un cabaret?, por no decir otra expresión. ¿Qué le tuvieron que decir a mi padre para que aceptara tremenda tontería?, pareciera que aún no me conocen", respondió molesto el príncipe, caminando buscando la salida.

- "Usted lo provocó, no tiene prometida, no se le conoce alguna dama de compañía y no es un niño ya, pareciera que las mujeres no le gustaran, debe entender que llega el momento en que un hombre debe...", dijo el ministro muy molesto.

- "No se preocupe claro que me gustan las mujeres, solo que no necesito buscarlas en estos lugares. Mi vida amorosa la decido yo, y no se preocupe ministro hay una mujer que me interesa, en serio me interesa, para ser mi esposa y madre de mis hijos, no voy a ofenderla estando en este tipo de lugares", comentó el príncipe saliendo del lugar y poniéndose a acomodar el caballo.

El ministro Surow vio partir al príncipe Georgeus, pensó definitivamente que ese muchacho no era para nada común, los jóvenes de su edad solían experimentar los placeres de la vida con entusiasmo, antes de establecer sus vidas con una mujer decente.