EL HIJO DEL CEO:
Los caminos de la vida no son como uno quiere y desea.
Conocí a Étienne en un crucero por las Bahamas, nos hicimos novios desde la distancia. Lo que no sabía que él era un hombre comprometido.
Mis padres me obligaron a casarme con Sebastián Montenegro, el hijo del CEO más importante de Los Ángeles. Me casé sin amor pero con su dedicación me terminé enamorando de él. Sebastián tenía una doble vida.
Me divorcié de Sebastian estando embarazada de él.
Mis padres me envía a Roma donde vivo con Cecilia y su hijo Joan. Joan queda enamorado de Ariana al verla la primera vez.
Sebastián tuvo un accidente donde lo declaran con muerte cerebral.
¿Cómo crees que terminara esta historia llena de muchas lágrimas?
¿Será que Joan logré conquistar el corazón adolorido de Ariana?
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UN ADIÓS
Estaba un poco indecisa si debía decirle o no, a mi padres que estaba embarazada.
La semana pasó tan rápido que mis compañeros de la universidad ya estaba de regreso en Los Ángeles. Durante esa semana, por el día trataba de hacer cosas para distraerme pero cuando caía la noche, mis pensamientos y mis sentimientos me hacían un lío la cabeza. Lloré ríos por Sebastián, por su traición. A veces sentía odio por él y por el bebé, aunque se que él bebé no tiene culpa de nada.
Amelia me llamó y quedamos en salir al cine a ver una película y a comer. Conduje hasta el cine. Me crucé con la amante de Sebastián, era la mujer que había visto en fotos. Quedamos una al frente de la otra. Ella sonrió y puso una mirada de victoria. Me miró de pies a cabeza.
— Estás hecha un desastre Ariana. Ya te contó Sebastián que estoy embarazada de su hijo.
— ¿Te conozco?
— Tú sabes muy bien quién soy. Sino te lo ha dicho Sebas, ya te enteraste por la prensa. Soy su mujer y madre de su hijo.
— Que bueno. Felicidades— seguí mi camino con una sonrisa en mis labios pero con el corazón hecho añicos.
Me encontré con Amelia.
— Ari, ¿te encuentras bien? Estás pálida y tus ojos— mis lágrimas salieron.
— Me encontré con la amante de Sebastián.
— No le demuestre que está situación te afecta. No llores Ari. Te parece que comamos o bebamos algo y luego entramos a ver la película.
Fuimos a comer algo.
— Yo solo quiero un vaso con agua.
— Está bien Ari.
— Mi padre está gestionando el divorcio con sus abogados. Sebastián no quiere firmar.
— Es un sinvergüenza.
— Ame, estoy embarazada. Siento que odio a Sebastián pero a la vez no.
— ¿Embarazada? Y ¿Sebastián lo sabe?
— Si. En París se dio cuenta, me desmayé y me llevó al hospital y ahí el doctor le dijo por eso no quiere firmar el divorcio.
— Es difícil todo. No se cómo ayudarte.
— Solo escúchame y no le digas a nadie lo que te cuento porque esto me avergüenza.
Conversamos un poco más y entramos a ver la película.
De regreso a casa, Sebastián me llamó. Más no contesté. Insistió unas diez más.
—¿Qué quieres? Esta es la última vez que te contestó.
— Es sobre el divorcio pero necesito hablar contigo en persona primero. Te espero en el café de las mil flores en media hora— Sebastián colgó la llamada.
Detuve el auto a un lado de la carretera.
¿Qué hago? ¿Voy? ¿No voy? Dijo que es sobre el divorcio.
Llegué al café. Ahí estaba él sentado a lado de la ventana. No había ni una sola alma en ese café más que la de Sebastián.
— Habla rápido que tengo cosas que hacer.
— Buenas tardes Ariana. Puedes sentarte. ¿Cómo estás? ¿Te has sentido bien?
— Deja las formalidades y dime lo que tengas que decir.
— Aquí están los documentos del divorcio que me han llevado tus abogados. Antes de firmarlo quiero que me escuches.
— Solo firmalos.
— Terminé todo con Anaía. Yo no quería seguir la relación con ella pero cada vez que quería terminarla, ella me chantajeaba con decirle a la prensa, esta vez decidí dejarla y por eso es que la prensa ha hecho un escandalo. No soy un santo pero no soy malo. Mi error fue seguirle la corriente cuando no sentía amor por ella.
— Eres un cínico. Me voy.
— Ariana yo te amo. Desde el crucero por las Bahamas, ahí te conocí y te vi desde la distancia con tu exnovio, en ese momento yo me enamore de ti. En la cena si te acuerdas yo me acerqué para hablar contigo pero rechazaste prácticamente y como no tenía esperanza de nada, fue ahí donde me involucré con Anaía. Después de casarnos quise terminar todo pero me fue imposible. Ariana, en serio yo te amo. Empecemos de nuevo en otro estado. Vámonos a New York o Chicago o donde tú quieres pero lejos de todo esto. Empecemos los tres juntos como familia.
— Desde antes de casarnos vos estabas con esa mujer y para que me obligaron a casarme contigo si ya tenías a alguien en tu vida. ¿ Por qué hiciste que me enamorara de ti si me eras infiel? TE ODIO SEBASTIAN MONTENEGRO. TE ODIO — mis lágrimas no se contuvieron.
Sebastián se levantó y me abrazó.
— No hagas el espectáculo. No mas show. No me abraces, no me toques. No escuchaste que te odio.
— Perdóname. Te amo, de verdad te amo. Te amo desde hace mucho. Cometí un error pero te prometo que ya no mas errores.
— Firma el divorcio. No quiero saber más ti.
— Quería convencerte que estemos juntos. Quería decirte que yo te amo pero no quiero obligarte a estar conmigo cuando se que he sido un estúpido completo. Desde hoy eres una mujer libre. Lo único que te voy a pedir es que no me alejes de mi hijo— sus lágrimas salían— Quiero estar presente para él o ella.
Sebastián sacó un bolígrafo de su portafolio y firmó los documentos.
— Puedes darles a tus abogados.
Mi corazón palpitaba tan acelerado, empecé a hiperventilar, tenía lágrimas en mi rostro.
— Estás bien. Vamos al auto.
Me tomó de la manos y me llevó a sus auto. Encendió el aire acondicionado y me dio una bolsa de papel que le habia dado la señora del cafe.
— Espérame.
Sebastián salió del auto y entró al café, pagó y recogió los papeles junto con el portafolio.
Me sentía mareada. ¿Por qué me sentía así? Sebastián había firmado el divorcio y era lo que deseaba. Sentía un dolor que carcomía mi pecho.
Sebastián entró al auto. Tomó mis manos que estaban heladas y las empezó a frotar.
— En serio Ari, perdoname. Estás asi por mi culpa. Tú eres una buena mujer y muy hermosa.
Cogió con sus manos mi rostro y lo acarició.
— Mírame. Tranquilízate.
Llevó mis labios a sus labios y me besó, cerré mis ojos y acepté ese beso. Lo besé con fuerza hasta que mis labios dolían. Hice sangrar los labios de Sebastián.
— Tranquila— Sebastián me abrazó.
— Este es nuestro adiós— le susurré en su oído.
— Yo se. Haré lo que tú quieras que haga, si esto es para que te sientas tranquila, está bien. No creas que no me duele alejarme de ti más ahora sabiendo que estás embarazada.
Llevé mis manos a mi cara tapando mis ojos llenos de lágrimas.
— Sebastián solo una cosa más y me voy— Suspiré— Yo era feliz a tu lado. Te amo, yo te amo pero no puedo seguir con una persona que me engañó y tiene embarazada a otra.
Salí del auto de Sebastián, cogí los papeles y fui a mi auto, me fui de ese lugar dejando a Sebastián cómo parte de mi pasado.
Llegué a mi casa. Mis padres estaban en la sala. Le entregué los papeles firmados a mi papá.
— Estuviste llorando—dijo mi mamá— te viste con Sebastián.
— Bueno, ya firmó. Ya no tengo nada que ver con los Montenegro.
Subí a mi habitación.