Reencarne En Una Jodida Villana.

Dos días después, la gran caravana llegó a la majestuosa mansión, donde un hombre de unos treinta años esperaba de pie en la entrada, aguardando la llegada de Camila.

Cuando el carruaje se detuvo y la joven descendió, el hombre se acercó y le ofreció su mano para ayudarla a bajar.

Oriana tomó su mano con una sonrisa.

—Hola, muchas gracias por permitirme quedarme en su hogar.

El ministro sonrió con calidez.

—No es nada, sobrina. ¿Pero no me abrazarás? Sé que hace algunos años que no nos vemos, pero puedes tratarme como cuando eras pequeña.

Camila sonrió con cierta incomodidad, pero lo abrazó. Él le correspondió con afecto. Poco después, una mujer con un gran vientre salió de la casa, y al ver a Camila, le sonrió con entusiasmo.

—Cariño, te pedí que esperaras a que entráramos.

—No podía con la espera.

Linda salió, caminó hasta donde estaba la joven y la abrazó cálidamente.

—Cariño, ya estás aquí. ¿Cómo estuvo tu viaje?

—Bien, gracias.

—Vamos adentro. Tu tía ha preparado un banquete de bienvenida.

Oriana asintió y los siguió al interior de la mansión.

En la sala, los tres Navarro estaban reunidos y comían en armonía, hasta que Fabián decidió preguntar:

—Sobrina, sé que no necesitas excusas para venir a visitarnos, pero mi hermano no mencionó el motivo de tu llegada. ¿Por qué viniste tan repentinamente?

Oriana detestaba mentir, así que decidió ser sincera. Por lo que había visto hasta ahora, ellos parecían buenas personas.

—Bueno... descubrí que Miriam no es mi madre. Al notar la diferencia de trato entre mi hermana y yo, empecé a sentirme incómoda en el marquesado. No me llevo bien con Natalia y, ahora que se comprometió con el príncipe Luis, comprendí que esa no es la vida que deseo. Mi pasión es la música, y mi meta es que el mundo me reconozca por mi talento. Le dije a padre que quería viajar y recorrer los imperios llevando mi música, así que me envió aquí como primer destino.

Las expresiones de Linda y Fabián fueron distintas.

—¿Déjame ver si entendí bien? ¿La esposa de tu padre te maltrataba y por eso decidiste irte? —preguntó Linda con una mirada triste.

—Más allá de eso, temía que ahora que Natalia se comprometió, intentaran obligarme a casarme también. Como dije, mis planes son otros. No podría quedarme encerrada en una casa esperando a que mi esposo regrese, criando niños. Esa vida no es para mí.

Linda sonrió con incomodidad, y Oriana rápidamente intentó corregirse.

—Lo siento, no era mi intención ofenderla. Solo quise decir que esa vida no es para cualquiera. Yo anhelo otra cosa. Por eso decidí venir. Y qué bueno que lo hice, porque cuando el capitán Darío fue al marquesado a buscarme, Miriam creyó que era un futuro esposo para mí y enseguida preguntó cuándo anunciaríamos el compromiso.

Fabián golpeó la mesa con furia.

—¡Yo le advertí a mi hermano la clase de mujer que era esa arpía! No te preocupes, cielo. Aquí nadie te obligará a nada.

—Fabián, no nos corresponde intervenir en las decisiones de sus padres...

—¡No! Mi sobrina no será obligada a casarse con quien esa bruja quiera. Lo siento por Aurelio, pero no dejaré desprotegida a la niña.

Oriana sonrió con ternura.

—Gracias, tío. Cuando sea famosa, te compensaré todo lo que...

—Un momento. No te obligaré a casarte, pero eso no significa que permitiré que vivas como una gitana. Tienes una familia. No puedes andar por las calles como una mendiga.

—Pero... mi sueño es cantar. ¿Qué tiene de malo ser cantante?

Fabián la miró con seriedad.

—Camila, haz caso.

Después de eso, nadie dijo más. Linda llevó a la chica a su habitación.

—Esta será tu habitación...

—Mejor dicho, mi celda.

—Camí, tu tío tiene razón. Tal vez la vida de casada aún no te atraiga, pero no puedes andar por las calles como una mujer sin familia. Eres una señorita de cuna noble.

Camila no dijo nada más. Entró en la habitación y encontró sus instrumentos tirados en el suelo. Corrió a levantarlos con el rostro fruncido.

—¿Quién tiró mis cosas al piso?

Recogió todo y notó cómo Linda miraba curiosa los instrumentos.

—¿Quieres que te toque una canción de cuna? Dicen que los bebés escuchan desde el vientre.

Linda sonrió y asintió. Tomó asiento mientras Camila se sentaba frente al arpa. Tras tocar algunas notas, una dulce melodía comenzó a sonar.

**Hijo de la luna.**

Al terminar las últimas notas, Camila abrió los ojos. Había estado tan concentrada que no se dio cuenta de que Linda lloraba. Alarmada, se levantó de inmediato.

—¿Qué sucede? ¿Está bien?

En ese momento, Fabián entró a la habitación, preocupado por su esposa. Había ido a ver si a su sobrina le gustaba el cuarto, pero al escuchar la canción y lo bien que cantaba, decidió quedarse afuera para no interrumpir. Al notar la preocupación de Camila, entró de inmediato.

—Sí, tranquilos. Solo me pareció muy triste la historia... ¿Él la mató?

Camila asintió levemente, pero se arrepintió al ver que la mujer rompía en llanto con más intensidad.

—Yo lo...

—Tranquila. La llevaré a nuestra habitación. No es tu culpa. Está muy sensible por el embarazo.

—Claro... —respondió aún atónita por la reacción.

Una vez que ambos se marcharon, murmuró:

—Tendré que fijarme mejor en lo que canto. Estas personas analizan mucho las letras...

Sin más, tomó el violín y volvió a tocar algunas notas, mientras pensaba en cómo lograr cumplir su sueño de ser cantante... sin que su tío ni su padre se interpusieran en su camino.