RECONQUISTANDO TU AMOR

Después de terminar mi consulta la doctora me confirma que, si estoy embarazada y que en realidad tengo 14 semanas, lo cual al principio me deja agobiada pero después comienzo a sentir una emoción diferente la cual nunca había sentido y ahora veo que Susana tenía razón es un sentimiento maravilloso. Salgo del consultorio directo a mi auto y a mi apartamento, quiero sentir mi cama suave para poder descansar y recuperar fuerzas, aunque primero llegare a una cafetería por una deliciosa porción de torta de chocolate.

Daniel: hermosa me tenías preocupado, saliste sin avisarme

Valeria: lo siento cariño, pero tuve que hacer algo importante

Daniel: el señor Ferrer quiere que viajes mañana a primera hora ya que la boda será para dentro de un mes

Valeria: (suelto un largo suspiro) está bien qué más da, entre más pronto mejor

Daniel: ¿te encuentras bien?

Valeria: si, es solo que… (me acomodo en el sofá) debo decirte algo importante

Daniel: ¿qué ocurre?

Valeria: estoy embarazada… (Daniel queda en shock) no exageres, ni siquiera yo reaccione de esa manera y soy la más implicada

Daniel: no, esto no ´puede ser ¿estás segura?

Valeria: por supuesto, ¿Qué te ocurre? Ni que fueras el padre (le muestro la ecografía que me entregó la doctora)

Daniel: entonces tienes que saber quién es el hombre misterioso para que cumpla con su responsabilidad

Valeria: por supuesto que no, necesito terminar de asimilar primero esta noticia y después lo demás, no quiero agobiarme con tanto, además eso no le hace bien al bebé

Daniel: pero…

Valeria: pero nada Daniel… ¿Qué ocurre contigo?

Daniel: está bien lo siento, ahora déjame abrazarte, serás la mamá más hermosa

Valeria: sabes que si no fuera porque siempre nos hemos visto como hermanos fueras el padre de mi bebé cierto

Daniel: lo sé (me atrae hacia sus brazos dándome un beso en la frente) ¿puedo preguntarte algo sin que te molestes?

Valeria: dime

Daniel: pero quiero que seas completamente sincera conmigo (asiente) ¿porque odias tanto a Mateo?

Valeria: (suspira) está bien… te lo diré, aunque en realidad no lo odio, solo… no lo quiero tener cerca de mi

Daniel: debe haber una razón de peso para eso

Valeria: nos conocimos cuando estaba en la universidad, era un joven guapo, inteligente, amable, no te voy a mentir, yo quedé fascinada con ese hombre cada vez que hablábamos me gustaba más y más, yo pensé que él sentía lo mismo hasta el día que la decepción llego, un día decidí ir a visitar a Marcus a su universidad allí duré 3 días, al volver allí estaba él en la entrada comiéndose la boca de una compañera de la universidad desde entonces comenzaron a llegar puras locas a reclamar que ese hombre era suyo, él trato de hablar conmigo muchas veces pero nunca se lo permití, hasta ese día fui amable con él y no permití que se me volviera a acercar

Daniel: ¿y si te equivocaste? ¿y si realmente estaba interesado en ti?

Valeria: ya es tarde para saberlo, no me interesa nada que tenga que ver con él

Daniel: no crees que todo ese rechazo hacia él es porque aun te interesa

Valeria: qué estupideces dices… sabes que… yo me voy a descansar

Daniel: como digas, pero yo que tú me pongo a analizar muy bien mis sentimientos (grita, hay mi vale cuando te enteres vas a querer que se abra un hueco muy profundo en la tierra y te trague)

Entro a mi habitación y de inmediato me acomodo sobre mi cama, cierro mis ojos y comienzan a llegar algunos recuerdos que tenía muy bien enterrados y ahora por el estúpido de Daniel salen a flote, si quizás estuve enamorada de él cuando estuve en la universidad, pero el mato todo eso por andar de sinvergüenza, aunque quizás debía darle el beneficio de la duda y dejar que diera su versión de los hechos, ahora ya no hay cabida para eso, nuestros caminos están separados y ahora más que nunca.

Me encuentro en la cocina cuando siento que alguien rodea mi cintura con sus enormes brazos, este comienza a darme leves besos por mi cuello bajando hasta mis hombros, de mi boca sale un gemido y esto lo que hace es que él me dé la vuelta y me levante colocándome sobre la encimera, sus manos comienzan a deslizarse por mis muslos y yo estoy más que lista, solo puedo ver sus ojos color miel que me miran con el deseo desbordado de ellos, siento sus dedos entrando en mi con un vaivén los cuales ya me están haciendo llegar a mi orgasmo cuando escucho el sonido de mi alarma.

Valeria: maldición, fue un sueño, un jodido y puto sueño (me vuelvo a tirar sobre mi almohada) Diooos pero se sintió tan real (Daniel asoma su cabeza por la puerta)

Daniel: ¿te encuentras bien?

Valeria: si, solo fue una pesadilla (sigue creyendo que era una pesadilla, más bien una maravilla)

Daniel: ¿segura?

Valeria: si, solo era que trataba de huir de un león que me quería devorar (y de qué manera)

Daniel: bien, baja antes de que el desayuno se te enfríe, recuerda que debes estar en el aeropuerto a las 10 am

Valeria: me arreglo y bajo (asiente y se va) creo que necesitare una ducha de agua muy fría

 Daniel: decías algo

Valeria: si, que bajo enseguida

Voy directo a la cocina ya arreglada con maleta en mano, desayunamos y este me acompaña al aeropuerto para después irse para la empresa ya que él se quedará a cargo hasta que yo regrese, no sin antes decirme que debo cuidarme que cualquier cosa lo llame y que si me siento mal vaya al doctor y todas las demás sugerencias que un padre le da al hijo antes de partir a un lugar lejos del seno de su familia. “en serio parece mi papá”

Ya en Alemania alguien me espera en la salida del aeropuerto para llevarme al hotel, este es uno de los mejores de la ciudad y su decoración es maravillosa, justo al llegar a recepción veo una de las mayores y decepcionantes casualidades que pueden existir

Valeria: esto debe ser una jodida broma (susurrando) buenos días señorita, por favor la habitación a nombre de la

señorita Valeria Scott (la chica empieza a buscar en su computador)

Mateo: Srta. Scott, es bueno saludarla

Valeria: igualmente Sr. Giordano (seria)

Mateo: ¿se quedará mucho tiempo?

Valeria: probablemente

 Mateo: osea que puedo invitarla a almorzar

Valeria: por favor Sr. Giordano, no gaste sus invitaciones en mí, que dudo mucho que pueda aceptarlas

Mateo: ¿tan desagradable es mi presencia ante usted?

Valeria: no lo es solo… prefiero evitar que me tilden como una más de sus conquistas (la recepcionista me entrega la llave de mi habitación) permiso

Voy hacia el ascensor para ir hacia mi habitación y poder descansar cuando empiezo a sentirme mal y mi vista comienza a nublarse nuevamente, cuando siento unos brazos que me sostienen y todo se vuelve oscuridad.

No sé cuánto tiempo ha pasado solo sé que estoy en una habitación que no es la mía, comienzo a mirar de un lado al otro y lo veo a él allí de pie con su mirada perdida mirando hacia un punto fijo, carraspeo un poco para llamar su atención, este me mira, pero ahora tiene algo diferente en su mirada, se acerca despacio a la cama y se sienta a un lado de esta.

Mateo: ¿cómo te sientes?

Valeria: muy bien, gracias por ayudarme

Mateo: no fue nada… creo que deberías descansar… un poco más, te puedes quedar acá, yo saldré a una reunión, cuando te sientas mejor puedes volver a tu habitación

Valeria: gracias (algo apenada) y perdón

Mateo: ¿porque te disculpas?

Valeria: por ser tan déspota contigo

Mateo: no tienes que disculparte… quizás lo merezco… descansa

Sale de la habitación sin más, aahh esto es tan frustrante, que le hice para que tenga esa actitud tan fría y distante, sé que no he sido muy amable con él, pero se sintió extraño no escuchar el tono de voz con el que siempre me habla… no puedo pensar en él y menos si estoy esperando el hijo de otro hombre, debo mantener mi calma y mi atención lejos de él y todo saldrá bien “o por lo menos eso creo yo”.

Si tan solo no fuera tan orgullosa, pero así soy yo, estúpidamente orgullosa, pero, aunque no lo crea el jodido destino tenía deparada una pequeña sorpresa para mí que no esperaba “si ese mismo en el que no creo” la cual me iba a hacer derramar unas cuantas lágrimas y hacerme tragar mi estúpido orgullo para así poder abrir los ojos y hacerme ver la cruda realidad de que mi felicidad siempre la había tenido justo al frente de mí.