Aksel Klutzberg no es el típico alfa de cuento. Es delgado, su forma de lobo es más pequeña que la de cualquier otro líder, y su vida está lejos del lujo o la admiración. Se convirtió en alfa siendo apenas un adolescente, cuando sus padres lo abandonaron para ir en busca de sus mates, dejándole solo una nota y una manada al borde del colapso.
Hoy, Aksel vive en la casa principal de la manada, pero prefiere usar los pocos recursos que le quedan para reparar los hogares de los demás, pagar estudios, cubrir gastos médicos y mantener unida a su gente antes que comprarse un par de pantalones nuevos. Trabaja en la única ferretería que lograron salvar, sobrevive a base de esfuerzo y sarcasmo, y no ha tenido tiempo —ni espacio— para enamorarse.
Lo último que espera es encontrar a su mate. No está listo para el amor, ni para compartir una vida que a duras penas sostiene.
Pero el destino no espera a que estés preparado.
Y Aksel está a punto de enredarse más de lo que nunca imaginó.
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¿Por qué el beta se enreda solo?
Paso los días trabajando en la ferretería, donde atiendo a los clientes y ordeno el inventario. El fin de semana decidí enviar a dos jóvenes de la manada para que Eleanore los entrenara un poco. Ella aceptó encantada y habló con el alfa de su manada para que los recibiera.
Hace poco, recibí otra notificación del consejo de manadas. Me exigen que asista a la próxima reunión, que se celebrará en dos semanas.
Aksel Klutzberg, alfa de la manada GoldenFang:
El consejo de manadas te convoca con carácter de urgencia a la próxima reunión, que se celebrará en dos semanas, el día 29 de agosto, a las 10 de la mañana, en el lugar habitual. La reunión tendrá como objetivo discutir los asuntos más importantes que afectan a las manadas.
Es imprescindible que asistas a la reunión y que participes activamente en las deliberaciones.
No podemos revelarte el motivo exacto de la reunión, pero te aseguramos que es de vital importancia para el futuro de tu manada.
Te esperamos en la reunión.
Saludos cordiales,
El consejo de manadas
No me explican el motivo, solo me dicen que es urgente y que no puedo faltar. Me intriga saber qué quieren de mí. Aún quedan cinco meses para fin de año, así que no creo que sea para revisar el número de miembros de la manada.
Estaba pensando en eso cuando vi llegar al hijo del señor White. Traía una sonrisa enorme, lo cual me hizo desconfiar. Se acercó a mí y me saludó con entusiasmo.
—Hola, Aksel. Te traigo una buena noticia —me dijo, sacando un maletín.
—Hola. ¿Qué ocurre? —le pregunté, curioso.
—¿Recuerdas que el señor Winlane no se interesó por tu propiedad? Pues resulta que su acompañante se enamoró de ella. Dijo que la quería sí o sí. Así que convencí al señor Winlane de que era una buena inversión y que podía remodelarla a su gusto. Y lo mejor de todo: la pagó al contado —me dijo, abriendo el maletín y mostrándome los documentos de la venta.
—¿En serio? ¿No es una broma?
—No, no es una broma. Aquí están los papeles que lo confirman. Solo tienes que firmarlos, y mañana te entregaré todo el dinero —me dijo, pasándome los documentos.
—No lo puedo creer. Esto es increíble. Gracias, gracias, gracias. —Por fin un poco de tranquilidad para la manada.
—De nada, de nada, de nada. Es un placer. Ya sabes que mi padre te aprecia —me dijo, dándome un abrazo.
Firmé los documentos sintiendo una alegría inmensa. Por fin esa casa sirvió para algo. Podría pagar algunas de las deudas, contratar al médico para la manada... quizás alcanzaría para la matrícula y algunos meses de la carrera de alguno de los jóvenes. Tal vez podríamos invertir en otro negocio, para que los de la manada tuvieran otra fuente de ingresos y yo pudiera tener algo de tranquilidad. Si eso pasaba, no se irían de la manada, y quizás aumentaríamos los miembros.
Mientras pensaba en todo lo que podría hacer con el dinero, River me interrumpió.
—No te emociones tanto, Aksel. Todavía tenemos que ir a la reunión del consejo de manadas. Tal vez nos tengan alguna sorpresa —me dijo, con cautela.
—No seas aguafiestas, River. Hoy es un día para celebrar. Ya veremos qué pasa en la reunión. Tal vez no sea nada grave —le dije, optimista.
—Ojalá tengas razón, Aksel. Ojalá —me dijo, con duda.
Iba a regresar a la manada a buscar a Liam, para planear cómo distribuir el dinero de la venta. También pensaba aprovechar la reunión de las manadas para preguntar por un médico que quisiera trabajar aquí.
—Mattheo, ven un rato —le dije.
—Dime, jefe. ¿Todo bien? —me preguntó al acercarse.
—Sí, todo va a ir bien, y bien para todos —no podía ocultar mi alegría.
—Dime que ya tenemos una luna —me dijo.
—¿Ves? Todos quieren que encontremos a nuestra mate —me comentó River.
—Ahora no, River. Primero la manada, luego nosotros —le contesté a mi lobo.
—No, Mattheo. ¿Dónde crees que la voy a encontrar si paso todo el día aquí y ya conozco a todo el pueblo?
—Si no es eso, entonces ¿qué es lo que te tiene tan feliz?
—Porque se vendió la casa —le dije entusiasmado.
—Eso es genial. Así cambias de atuendo, cambias la camioneta y buscas a nuestra luna.
¿Por qué me insisten con el tema de encontrar a mi mate? En serio, ¿creen que alguna querrá estar conmigo en esta manada? Me va a rechazar. Rayos, yo mismo me rechazaría.
—¿Qué tiene de malo mi ropa? —pregunté indignado.
—Pasada de moda, muy de pueblo, y vamos, Rosa no sé cuántas veces ha parchado ese pantalón.
—Oye, hablas como si fuera un vagabundo —ahora me sentía realmente ofendido.
—Das todo para la manada, pero te estás descuidando, y eso tampoco está bien —ahora él me llamaba la atención.
—Bien, cuando tenga tiempo me compraré algo de ropa, pero deja a mi camioneta tranquila, que ya tiene motor nuevo —le comenté.
—De segunda —me dijo River, burlón.
Mattheo parecía que iba a decir algo, pero luego levantó las manos.
—Me rindo, solo era un consejo. En fin, dime, ¿necesitas que me quede atendiendo solo?
—Sí, por favor. Necesito hablar con Liam sobre qué hacer con el dinero... y otras cosas —en serio, necesitaba nombrar a un beta y un delta, pero ya.
Conduje mi camioneta hasta casa y le envié un mensaje a Liam para que me reuniera allí. Tenía muchas cosas que planear, y la verdad era que Mattheo tenía razón: me estaba descuidando. Tal vez debería comprarme algo de ropa, sobre todo si tenía que ir a la maldita reunión de manadas.
Al llegar a la casa principal, vi a Liam esperándome en la entrada.
—Alfa, ¡buenos días! ¿Todo bien? Es raro que vuelvas a casa antes del mediodía.
—Sí, todo bien. Hay varias cosas que van a pasar, pero primero necesito hablar algo contigo —esta vez tenía que nombrar a mi beta, algo que había postergado por mucho tiempo.
Entramos a mi oficina y nos sentamos en los sillones, que ya estaban bastante gastados. Le extendí la copia de la venta de la casa.
—¿Esto es una broma? —me preguntó con incredulidad.
—Eso mismo dije, pero no es broma. Mañana nos hacen la transferencia —le respondí con una sonrisa.
—Genial, con esto podemos...
—Liam, espera —aquí iba a pedirle por milésima vez que fuera mi beta—. Estos asuntos son importantes, y aunque eres mi amigo, no puedo tratarlos contigo.
—Wow, lo siento, Alfa. No quise... Es que pensé que necesitabas mi ayuda —parecía dolido por mi comentario.
—Sabes bien que necesito ayuda, pero ahora no de mi amigo, sino de un beta. Eres en quien más confío dentro de la manada. Siempre te escucho, pero ya estoy cansado de trabajar solo para sacar adelante esta manada.
—Aksel, lo siento. Sé que esperas que yo sea tu beta, pero es que...
—Está bien. Supongo que al final tú también querrás irte de aquí, ya sea porque no te sientes bien en esta manada o porque te vas a buscar a tu mate.
—No, yo no pienso dejarte... digo, dejar la manada. Y no es eso. Es que tú ya tienes muchos problemas que afrontar, sobre todo con el consejo. Yo te sería un problema más.
—Me alegra que no quieras irte, pero no entiendo por qué serías un problema más, si casi siempre me ayudas a resolverlos. Técnicamente eres el beta, pero no quieres hacerlo oficial...
Iba a seguir, pero Liam se levantó y empezó a dar vueltas por la oficina.
—Tengo miedo de encontrar a mi mate... —me soltó de pronto.
—¿Por qué? Si eres un tío genial, cualquier hembra estaría feliz de aceptarte —caí en la cuenta de que tal vez tuviera la misma razón que yo para no encontrarla—. Lo siento, ¿lo dices por la situación de la manada?
—No, eso no tiene que ver. Eso son solo ideas tuyas, que nos rechazarían por eso. Además, el único que cree que la manada está tan mal eres tú.
—Eso dolió, pero... ¿entonces?
—No sé cómo decirte esto, pero... creo que mi mate puede ser una hembra, y eso me asusta, porque nunca he sentido nada por las hembras... —me confesó con voz temblorosa, evitando mi mirada. Como si le avergonzara su secreto, pero yo tampoco había tenido nada con una hembra en mi vida—. Y si es un macho, lo que me haría muy feliz, tal vez me odie porque esperaba que yo fuera una hembra y no un macho como yo.
Sentí que me quería explicar algo con manzanitas. La verdad, no veía el problema que tenía... Oh, ya lo vi... ¿Pero en serio?
—¿Me estás diciendo que te van los lobos y no las lobas, y por eso no quieres encontrar a tu mate, ni ser mi beta por el qué dirán? —creo que lo había acertado, porque él palideció.
—Ajá —me lo dijo sin mirarme.
—Mira, lo primero que quiero que sepas es que no me importa a quién quieras —vi que se calmó un poco—. Eres el mejor guerrero que tengo, el mejor planificando, el mejor en mil cosas, el mejor amigo que tengo. Y si crees que eso es un problema, ya sabes, una raya más al tigre no lo hace más peligroso.
—Aksel, yo...
—Y segundo, no sé qué será tu mate, pero espero que sea alguien que te valore por lo que eres, y no por lo que esperan que seas. Alguien que te quiera y no que te juzgue.
—Vale, vale, acepto lo primero y ser tu beta —me dijo, resignado—. Pero vamos, el discurso motivacional de mates te lo podrías aplicar a ti mismo, ¿no? Es más, ¡es lo que siempre te digo! —Liam me lo dijo con una sonrisa burlona.
—Tienes razón. Es solo que por ahora no sé cómo lidiar con mi mate, si ni puedo lidiar con los problemas de la manada.
—Entiendo. Intentemos solucionar un poco las cosas de la manada y eso, para que ambos podamos pensar si podemos tener un futuro al lado de nuestros mates —me lo dijo suspirando.
—Entonces, ¿lo hacemos oficial? ¿Ya eres el beta de la manada?
—Sí, lo soy —me respondió con seguridad, y me levanté para abrazarlo.
—Gracias. Ahora sería bueno que me ayudaras a elegir un delta, porque dentro de dos semanas tengo que ir sí o sí a una reunión del consejo, y por lo menos que vean que no estamos tan mal —se lo dije mientras me desplomaba en el sillón.
—¿Y por qué el consejo quiere reunirse contigo? —me preguntó sentándose a mi lado.
—Ni idea. Lo mismo me ando preguntando.
—Bueno, ni modo. Creo que Dilan o Marlon podrían ser buenos deltas. Ambos son buenos guerreros y leales. No es que el resto no lo sea, solo que tienen compañeras y siempre están intentando convencer al resto de que no se vayan, o ayudando en lo que se necesita.
—Sí, cualquiera de ellos sería una buena opción —respondí.
—¿O ambos, no crees?
—Sí, podrían ser ambos. Es solo que el consejo pide que seamos mínimo 80 lobos, sin incluirme, ni a mi compañera, ni al beta, ni al delta —el consejo se ponía muy quisquilloso con eso.
—Sí, pero hablemos con ambos y ofrezcámosles el cargo. Oficializamos a uno, y al otro cuando superemos el número —me dijo, confiado.
—Supongo que eso estaría bien.
me encantó la personalidad de este alfa