Más Allá De Lo Inevitable

—¿Y tienes alguna pista de dónde estamos? —preguntó Oliver con un tono de ligera frustración.

—Creo que sé —respondió Victoria, adoptando una pose pensativa.

Oliver se la quedó mirando, mientras ella cerraba los ojos y cruzaba los brazos. —Mmmm, ahhh... No, no tengo la menor idea —admitió finalmente, con un dejo de resignación.

Un mechón del cabello de Oliver se erizó ligeramente de exasperación. —Lo sospechaba —dijo, soltando un suspiro profundo.

—Oye, no te parece que últimamente suspiras mucho?, pregunto a Oliver, casi que cortando el tema anterior.

—Ah, si? Ahora que lo dices. Oliver quien respondió con otra pregunta se quedó en silencio.

—Pasando a lo importante, es raro —añadió Victoria con un tono de cautela—, no recuerdo haber visto un lugar así cerca de la ciudad.

—Cambio de tema nuevamente, Oliver reclamo mentalmente.

—Sea como sea, deberíamos investigar a ver si encontramos alguna pista —comentó Oliver mientras se ponía en marcha, decidido.

Mientras observaba una de las casas, notó un cartel con el nombre de "Grensfill".

—¡Victoria, ven a ver esto! —exclamó Oliver, llamando a su compañera con urgencia.

—¿Grensfill? Ahh, ya lo recuerdo. Es un pueblo que hace unos años fue atacado por un grupo de monstruos.

—Escuché sobre eso en el gremio —dijo Oliver al tiempo que miraba alrededor, absorbido por la vista de las casas destruidas—. Así que este es... Está bastante deteriorado.

—Estamos bastante lejos de la ciudad, pero pudo haber sido peor —comentó Victoria, mirándolo con un destello de entusiasmo.

—Sí, claro —respondió Oliver mientras la observaba, sintiendo una ligera decepción en el aire.

—Y bien, ¿hacia dónde se supone que debemos ir ahora? —preguntó con cierta impaciencia.

—Si no me equivoco, deberíamos seguir al sur para volver a la ciudad.

Oliver, con el ceño fruncido, se perdió en sus pensamientos: "Si no me equivoco."

Cuando se preparaban para emprender su camino, un ruido les llamó la atención desde atrás. Ambos se volvieron rápidamente, sus corazones latiendo con fuerza, encontrándose con una escena sorprendente.

Allí yacía el cuerpo de una niña que no tendría más de 13 años. Sus ropas estaban desgarradas y varias heridas, aún sangrantes, dejaban manchas en los pocos restos de tela que llevaba.

Con el corazón apretado y la urgencia reflejada en sus rostros, Victoria y Oliver se lanzaron hacia la joven que claramente necesitaba ayuda.

Victoria, con un toque de ternura y determinación, usó su magia curativa para sanar gran parte de sus heridas. Podía sentir la energía fluir de sus manos, su alma vibrando con el deseo de salvarla.

Oliver, mientras tanto, con cuidado y algo de nerviosismo, comenzó a limpiar la sangre y suciedad del rostro de la niña usando un paño. Al mover accidentalmente una parte de su mejilla, su sorpresa fue inmediata cuando uno de sus colmillos quedó expuesto.

El color abandonó su rostro un momento y, con una mezcla de asombro y miedo, dio un salto hacia atrás y desenvainó su espada. Sus ojos recorrieron los alrededores en busca de peligro, mientras su mente trataba de procesar lo imposible.

Victoria, alarmada y sintiendo una punzada de inquietud, preguntó: "¿Qué sucede, Oliver?"

Con una voz fría que traicionaba una tensión interna, Oliver respondió: "Apártate de ella, ¡es un vampiro!".

Victoria miró a la niña, su mente negándose a aceptar la aterradora revelación. —¿Eh? No, no puede ser. Ella está bajo el sol y sus heridas... Es solo una niña. Esto es algo que no ocurriría en un vampiro, ella no... —su voz se desvanecía.

Oliver, aún más exaltado, se preguntaba si estaba realmente frente a un vampiro.

—No hay otra raza que tenga colmillos, solo los vampiros —se susurró a sí mismo—. Aunque hay razas que se acercan a tenerlos, son claramente diferentes.

Aún dudando, Oliver se acercó y sacó un cuchillo de plata, que llevaba guardado en un pequeño escudo en uno de sus brazos.

—Lo siento, yo... no debería... —Un antiguo recuerdo cruzó por la mente de Oliver. "¿Lo prometes?". "Sí, lo prometo". El cuchillo en su mano comenzó a temblar, dudando de si mismo. Finalmente, Oliver tomó una decisión y murmuró con pesar—: Lo siento mucho... Evelyn.

Guardando el cuchillo, Oliver levantó rápidamente a la chica en sus brazos.

—¿Qué esperas? Vamos —le dijo a Victoria, quien estaba en el suelo, perpleja.

—¿Eh? ¿A dónde? —preguntó Victoria, llena de curiosidad.

—¿A dónde más? A mi casa. No podemos dejarla aquí simplemente.

—Bien, entiendo —respondió Victoria, levantándose apresuradamente.

Después de que casi no los dejaran pasar por la entrada a la ciudad, finalmente llegaron a la casa de Oliver. Victoria abrió la puerta, mientras Oliver llevaba a la joven en sus brazos, con una mezcla de preocupación y prisa evidente en su rostro.

Cruzaron hacia el pasillo de la derecha, sintiendo el eco de sus pasos en el silencio opresivo del ambiente, y siguieron hasta el cuarto del fondo. El aire era tan quieto que casi podía tocarse.

—Oye, Oliver, ¿no te parece que tu casa está un poco vacía? Y este silencio que se escucha es bastante frío, comentó Victoria, observando con atención cada rincón, como si esperara que algo más se manifestara.

Oliver suspiró, compartiendo su inquietud. —Sí, a mí también me lo parece, pero ayúdame con la puerta primero; después hablaremos de la casa.

—Voy, voy, respondió Victoria apresuradamente mientras abría la puerta con rapidez.

Ya adentro, colocaron a la joven en una cama que se encontraba al final del cuarto, acomodándola con cuidado. El rostro de la chica parecía tranquilo, pero había algo en la palidez de su piel que inquietaba.

—¿Y ahora? —preguntó Victoria, su voz teñida de incertidumbre.

—No lo sé. ¿Cuándo regresa Richard? —Oliver frunció el ceño, claramente preocupado.

—Estará tomando el carruaje mañana, así que debería estar llegando pasado mañana —respondió Victoria, con los ojos todavía fijos en la misteriosa joven en la cama.

—No nos sirve —susurró Oliver, su mente trabajando rápidamente—. Escribe una carta y envíasela por correo mágico; necesitamos que la reciba lo más rápido posible. Trata de no revelar mucha información al respecto, Evelyn podría leer la carta junto con Richard. Él sabrá qué hacer apenas la reciba.

Unas horas después, Richard apareció en la puerta de la casa. —Ya llegué, tomé el transportador más rápido, por qué salió caro así que. ¿Qué era lo importante?, preguntó con intriga y seriedad mientras cruzaba la entrada.

—Mira esto, respondió Oliver, señalando con un gesto hacia la cama en su cuarto.

—¿Una chica? ¿Y está desmayada?, Richard arqueó una ceja, perplejo.

—No, no es solo la chica, mira, dijo Oliver con seriedad, acercándose para levantar suavemente una parte del labio de la joven y revelar uno de sus colmillos.

—¡Ohhh, definitivamente es importante!, expresó Richard, mientras apoyaba pensativamente su mano bajo la barbilla, mirando a Oliver con curiosidad.

—No solo eso, continuó Oliver, escogiendo cuidadosamente sus palabras—, la encontramos bajo el sol con heridas que no sanaban. Era casi como humana... excepto por...

—Sus colmillos, completó Richard, interrumpiendo con un destello de comprensión en sus ojos.

—Y bien, ¿alguna idea?, inquirió Oliver, fijando su mirada investigadora en Richard.

Richard frunció ligeramente el ceño, reflexionando por un momento antes de responder con un suspiro leve.

—Mmmm, no, ninguna.

—Así que ni siquiera tú lo sabes... dijo Oliver, dejando escapar un suspiro cargado de decepción—. Pero... conozco a alguien que podría tener una respuesta, agregó Richard, con un destello de esperanza renovada.

—¿Eh?, Oliver levantó una ceja, intrigado.

Richard continuó:

—Primero debemos asegurarnos de que no se despierte durante el trayecto. Victoria, ve a casa y trae el frasco morado de mi mini laboratorio, por favor.

Victoria asintió y salió apresurada hacia el restaurante, decidida a encontrar el frasco.

—Bien, ahora que estamos casi solos... Dejando de lado el tema de la chica vampiro, que ya de por sí es bastante controvertido, Richard cambió su tono, pronunciando el nombre de Oliver con una seriedad que no dejó lugar a dudas—. Oliver.

—Sí, dime, contestó Oliver, en un tono que igualaba la seriedad de Richard, preparándose para lo que sea que este le quisiera preguntar.

Richard lo miró con un atisbo de inquietud en los ojos.

—Hay algo que me ha tenido preocupado desde hace tiempo. No quería preguntar sin tener información previa, pero no he encontrado nada. Así que te lo pregunto directamente: Oliver, ¿qué pasa con esa espada?

Oliver sonrió con un humor mixto de resignación, su mirada se dirigió al suelo por un breve instante antes de responder.

—Ahhh, sí. Supuse que te darías cuenta —admitió Oliver, esa tenue sonrisa aún en sus labios.

—Es una reliquia familiar, o mejor dicho, una reliquia que heredó mi hermana, explicó Oliver mientras desenvainaba lentamente la espada, sus ojos reflejaban una mezcla de nostalgia y determinación.

—Bien, te escucho, dijo Richard, observando la espada en manos de Oliver con una curiosidad contenida y una ligera inquietud.

—Esta espada tiene una peculiaridad; está maldita, reveló Oliver, su voz cargada de un tono sombrío.

—¿Maldita?, repitió Richard, sintiendo aún más inquietud.

—Así es. Un antepasado de mi familia la compró en una subasta. Desde entonces, ha pasado de generación en generación, sin ser usada, hasta el nacimiento de mi hermana, continuó Oliver, su mirada perdida en sus recuerdos.

Ella nació con un conjunto de habilidades especiales que rápidamente la hicieron merecedora del título de "Heroína". De todas esas habilidades, había una en particular que resonaba profundamente con la esencia de esta espada. La espada absorbe la sangre de las heridas que reciba su portador, a cambio de que entre mas heridas este reciba más fuerte será el ataque siguiente que este lance, la mayor desventaja es que esta no tiene un límite para absorber haciendo que pierda más sangré de la que debería. Sin embargo, la habilidad de mi hermana se alineaba perfectamente, ya que ella podía convertir el poder mágico en sangre, manteniendo así un suministro constante, siempre que tuviera suficiente maná.

—Entiendo, pero aún así no queda claro por qué tú estás usándola, dijo Richard, su rostro se ensombreció, ahora más serio y preocupado por su compañero—.

—Puede que solo me esté auto convenciendo de que estoy haciendo lo correcto, Oliver respiró hondo, sus palabras llenas de una resolución amarga—. Quiero usar el arma de mi hermana para acabar con quien la dejó en ese estado. Necesito aprender a dominarla y adaptarme a ella antes de que llegue el momento de enfrentarme a ese enemigo.

—Entiendo... Bien, saldremos al anochecer, dijo Richard con una mirada decidida, que mostraba su entendimiento del plan.

—¿Eh? ¿Tan tarde?, preguntó Oliver con evidente sorpresa, sus ojos abiertos enormemente, reflejando su inquietud por la hora inusual.

Richard, con una leve sonrisa de complicidad y alzando un dedo de su mano como si revelara un secreto, explicó:

—Sí, es un lugar al que solo se puede entrar de noche. Su tono sugería una mezcla de misterio y expectativa.