Como en toda historia de colonización hay esclavitud y prostitución. Pero veremos cómo Gerrit, gigante holandés, se enamora de una nativa que trabaja haciendo la limpieza y como Ismaël , el militar francés, pierde el juicio por una prostituta. Dos historias de dos hombres enamorados de mujeres con culturas muy diferentes alas suyas.
NovelToon tiene autorización de Francia Laura para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Llegan los franceses
Cuando Gerrit vislumbra la bella y verdosa costa de Aotearoa, una sonrisa se le dibuja en el rostro, no ve las horas de estar al lado de Pounamu. El puerto estaba ocupado por una gran embarcación francesa. De ella desembarcan profesionales en el campo de la carpintería, tapicería, herrería, arquitectos, educadores. Estos profesionales están en calidad de reemplazo a los que ya han residido un año.
Al ya estar en el año 1779, los franceses son los primeros en diseñar las primeras urbanizaciones y desde el año anterior vienen construyendo nuevas ciudades, enseñan a los maoríes a usar las herramientas de trabajo, les enseñan los gajes del oficio y el idioma.
Los británicos por su parte aportan mucho a la formación académica superior en conjunto con la enseñanza de su idioma. Pero los holandeses están con su escuela de navegación y con la esperanza de la llegada de Gerrit para continuar con las lecciones a la nueva generación de marinos.
Volviendo al tema, de los franceses, los que regresan a país natal, ellos dejan sus casas precarias todavía y dejan su sala de estudio para que los recién llegados puedan continuar con la obra, seguir avanzando con los proyectos de urbanización y todo los por menores que exige una nueva urbanización.
También cabe mencionar que algunos franceses, también tienen habilidades de pesca y algunos tienen la mala costumbre de tener una vida desordenada, se acuestan con prostitutas, son alcohólicos, fomentan desorden y los militares son los responsables de restablecer el orden; en fin, tienen una vida ordinaria como en cualquier otra cultura.
Uno de ellos es Ismaël Malraux, un destacado economista que dejó su natal Francia para desarrollarse como empresario, de este hombre era su segundo viaje a Aotearoa, y en su primera estadía se ha conocido con una muchacha cuyo nombre es Hoku. Hoku es un nombre maorí y significa Estrella.
Ismaël tiene por costumbre ir al bar todas las mañanas y cómo ha vuelto a Aotearoa en horario matutino, necesita ir al bar.
- ¡Hola, a todos! ¿Cómo están? ¿Me extrañaron?
- ¡Eh! Ismaël ¡Qué gusto de volverte a ver! Pensé que ya no volverías más. – comentó el cantinero.
- Mis intenciones no eran de volver aquí por un tiempo, pero hay una mujer que me ha robado el sueño todo el tiempo del viaje de regreso y estadía en Francia.
- ¡Con que buscando a la ladrona de sueños, eh! ¿Se puede saber quién es?
- Dime, ¿dónde está Hoku?
- ¿A poco es ella la ladrona de tus sueños?
- Sí, ella es la culpable de mi regreso aquí.
Mientras Ismaël sigue conversando con el cantinero, los nativos de la isla TE WAI PONAMU (habitantes de la isla Sur, son vocablos de origen maorí y en español tendría su significado de Las aguas de la piedra verde) se enfrentan contra los TE IKA A MAUI (habitantes de la isla Norte, son de vocablos de origen maorí y en español tendría su significado de El pez de Maui). Los maoríes también tienen influencia cultural de la actual Polinesia.
Estos enfrentamientos son verbales y son los inicios de las próximas tensiones que terminan en la Guerra de los mosquetes. El jefe de la tribu TE WAI PONAMU se acerca al jefe de la tribu TE IKA A MAUI y tienen una fuerte discusión, aunque la conversación la inicia el jefe de la tribu del Norte de tono amigable debido a la presencia del hombre blanco.
- ¿Qué te trae por aquí?
- No seas amable, no seas falso ante tu prójimo y delante de los dioses. – Tiene el ceño fruncido, está enojado y tiene intenciones de poner orden.
- Yo soy un hombre íntegro. - El hombre del Norte mantiene su postura de total seguridad.
- Tú te has sometido a la voluntad del hombre blanco. – Lo señala con el dedo para provocar.
- Hombre blanco ha venido en son de paz. Ellos traen herramientas de trabajo, ellos nos dan casas bonitas, ellos enseñan a trabajar a nuestros hijos en cosas buenas.
- Hombre blanco está comprando tu alma para luego quitarte todo de las manos, quitarte todo lo que los dioses nos dan para vivir. Ellos están haciendo enojar a los espíritus buenos.
- Hombre blanco está trabajando la madera para hacer casas, ellos usan metal para hacer muchas cosas, ellos vienen a enseñar e intercambiar productos que da nuestra tierra por productos que da su tierra.
- Todo eso es mentira, hombre blanco tiene que irse de aquí, se lo diré a los espíritus para que hagan justicia a tu desobediencia.
- Nosotros seguimos adorando a nuestros dioses, hombre blanco no interfiere en nuestros rituales de adoración. Ellos, más bien nos ayudan, mira las casas ! Qué bonitas son!, tenemos variedad de frutas y verduras, hay escuelas y los jóvenes aprenden muchas cosas.
- ¡Estás ciego! Has caído en la trampa del hombre blanco, ellos nos quitarán las tierras, matarán a nuestros dioses y todo se acabará, todo morirá.
La discusión fue tensa, Ismaël vio el asunto, Gerrit estaba cerca y lo vio también.
El francés terminó su bebida y vuelve al bar para devolver la botella y salir en busca de alguna alma dispuesta a darle compañía, pero piensa en Hoku, su bella prostituta, a sus ojos la más bella, encantadora y delicada Hoku. Extraña verla con la enorme cabellera negra, esas curvas que parecen carretera y que a él lo hacen sentir sin frenos cuando ella está cerca.
Camina y mira el suelo, está pensando en ella y de repente, alguien le pisa los talones.
- ¡Hola! ¿Ismaël? – la voz es dulce y eso activa la memoria de Ismaël.
Ismaël no lo piensa dos veces, gira de sus talones y contempla a esa mujer que ocupa tanto su mente.
- ¡Hoku! – sus ojos le brillan.
Hoku aprendió del idioma francés con él, Ismaël le ensañaba su idioma todo el tiempo que se veían, ella aprendía rápido. Cuando Ismaël no estaba, otro francés le seguía enseñando el idioma.
- ¿Cómo estás?
- Estoy solo y muy necesitado.
- ¿Me llevas? – le habla con mucha coquetería y con la mirada de traviesa.
- Dime dónde y yo te llevo. – le toma de las manos y las besa.
- Donde más te guste. – ella sonríe ampliamente.
- Vamos ahora mismo.
Ismaël se la lleva a casa, él tiene una casa allí, solo viajó a Francia para renunciar al territorio y quedarse en Aotearoa. Una vez en casa, la jala directamente a su habitación.
- Bonita casa. – Hoku se siente atraída por la decoración.
- Vamos a un lugar privado.
Él la lleva a la habitación, cierra bien la puerta para no ser molestado por nada ni nadie.
- ¡Qué bonito lugar!
- ¿Te gusta?
- Sí, es muy bonito, se siente como privado.
- Lo es. Ahora, desnúdate, que aquí tendremos nuestros encuentros.
- Como quieras.
Hoku casi no tiene nada que quitar, en cambio Ismaël sí, pero ir desvistiéndose mientras contempla la piel de Hoku, es un castigo y su amigo ya quiere salir. Una vez listo empieza la acción, Ismaël penetra de inmediato y cabalga suavemente sobre su yegua, el francés está tan necesitado que no deja de montar su yegua, la llena vez tras vez.
- ¡Basta! Ismaël, estoy cansada.
Ismaël no hace caso, está en trance. Hoku suplica, y eso hace que el hombre entre en razón y espera vaciar para separar los cuerpos. Ahora no deja de besar su piel, nada se escapa de los labios y menos de las manos del francés. Hoku está excitada con la habilidad del hombre, esos masajes la hacen sentir como si estuviera volando por las nubes. Es la primera vez que un hombre la trata así.
Llegó el anochecer y por fin Hoku pudo descansar. Nunca había tenido tanta actividad sexual de continuo con un mismo hombre, es la primera vez que ella se sentía llena de un hombre, los clientes suelen derramar fuera, ocasionalmente dentro. Ismaël en ningún momento derramó fuera, y menos en su propia cama.
Para Hoku, también fue su primera vez que un hombre la lleve a un lugar bonito para intimar, nuca se sintió tan cómoda para dar sus servicios, ella solo tenía que abrir las piernas y dejar que los hombres desfoguen sobre una tarima, pero está vez Ismaël fue diferente, siempre la trató bien, siempre fue atento, pero está tarde la trató de manera especial, demasiado sexo suave, demasiadas caricias, demasiados masajes sobre sus pechos, las lamidas y besos eran su primera vez. Esos gestos le aterraban un poco, sentía miedo, pero las extrañas sensaciones de placer le hicieron cambiar de parecer.
Al amanecer, Ismaël se levantó de su cama y al ver el cuerpo de Hoku, graciosamente tendido y toda la piel descubierta, él sonríe y besa la piel, ella se despierta lentamente y con quejidos.
- Buenos días ¿Cómo estás?
- Buenos días, me duele mi cuerpo. – se queja mientras frota sus ojos.
- No te preocupes, te puedes quedar aquí, solo te pido una cosa.
- ¿Qué cosa? – aún no está del todo despierta.
- A la calle ya no vas más, solo sales con mi presencia. Aquí en casa tienes mucho que hacer, pero por las noches – le acaricia el largo de su cuerpo – así te quiero ver.
Ismaël le sonríe, se levanta y deja a Hoku sobre la cama. Él, en cambio se lava, se viste y abandona la habitación.
Ismaël después del nacimiento de su tercer hijo