Santino al fin encontró a quién amar, pero todos ya habían decidido lo que él debía sentir por aquella mujer, al final él era el hombre del corazón de hielo, en el que solamente había amor para la familia.
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Seis
Los días siguieron en el crucero con aquellos dos yendo y viniendo de un lado a otro, él conocía perfectamente cada rincón del barco y tenía que mantenerla a ella interesada o se aburriría y se iría a su camarote, ya se había dado cuenta de que Denisse era una mujer súper inteligente para ser una simple secretaria, lástima que no explotara esa inteligencia en algo más que no fuera acostarse con su jefe para disfrutar de su dinero.
En más de una ocasión en aquellos días el hombre había intentado acercarse a la joven de una manera distinta que no fuera la de simples amigos de travesía, más de una vez había intentado besarla, recibiendo un sutil rechazo por parte de ella que al final lo dejaban con un mal sabor de boca y consiguiendo solamente abrazarla contra su pecho.
Y con el curso de los días fue llegando a su final el viaje, tocarían tierra el viernes temprano en la mañana y como era costumbre en los cruceros, el jueves en la noche habría una gran fiesta de despedida que a más de uno haría perder la razón.
Óscar llevaba días hablándole de la fiesta a la chica y ella ya se había dado cuenta de que no tenía manera de negarse a acompañarlo, así que el jueves antes de salir a divertirse por última vez en el barco dejó su maleta preparada para ser de los primeros que saliera al atracar, pero antes sacó de ella un hermoso vestido de noche, uno que hacía resaltar su belleza y que había comprado para estrenar junto a su desaparecido "no esposo", pero que ahora usaría junto a un casi desconocido hombre que la había perseguido día y noche desde que comenzó el viaje.
- Dios, sí que eres hermosa- le dijo Óscar cuando la vio aparecer delante de él, en la puerta del camarote que conocía perfectamente y del que esta vez no había podido disfrutar por estar ocupado por aquella mujer.- Debías vestirte así más a menudo.
- Gracias- le contestó ella sonrojada y vio la mano del hombre extenderse para guiarla camino a la fiesta.
Aquella noche todo parecía un caos con el ir y venir de tanta gente, pues a pesar de que en cada piso se festejaría, en la planta principal sería la mayor celebración, lugar en el que por supuesto la pareja tendría una mesa reservada, lo que causo curiosidad en ella, pero él simplemente le dijo que le había pagado a el organizador para que lo incluyera en la lista vip.
La fiesta fue como otras muchas a las que había asistido el hombre y como las que hacía mucho tiempo no participaba Denisse, emigrar y no tener amigos, trabajar y estudiar sin descanso no eran los más grandes compañeros de diversión.
El baile y los tragos iban y venían con aquella pareja de supuestos desconocidos que se estaba dejando llevar por la última noche en un barco, al que por lo menos ella, no veía manera de regresar, después de aquello le esperaba seguir luchando para llegar a ser la gran ingeniera que siempre había soñado, y como el diablo pinta las oportunidades, en una de las veces que bailaban bien pegados él aprovechó la oportunidad y se adueñó de la boca de ella para seguir besándola el resto de la noche como si de un gran premio se tratara.
Muy tarde ya y varios tragos después, aquellos besos exigían algo más, algo que él llevaba persiguiendo hacía casi un mes sin obtener resultados y que por parte de ella, no sabía si por el desengaño sufrido o por el alcohol que ya tenía en su organismo, no le importaba seguir esperando que sucediera, y sin darse cuenta ni como, habían llegado hasta el camarote principal de aquel barco, uno del que el hombre conocía cada rincón sin que ella supiera y que había sido la casa de la chica el último mes.
Pronto sobraron las ropas que cubrían aquellos cuerpos deseosos de placer y sin esperar mucho él estaba sobre ella en la cama, besándole hasta el alma y ella dejando que cada beso le llegara hasta los huesos.
Más pronto que tarde, desesperado de deseo y sintiéndola a ella igual el hombre entró en la chica, y al hacerlo terminó dándose cuenta de que para ella fue un momento difícil, aún en medio de toda la excitación que estaban experimentando, pero prefirió no preguntar al verla reponerse rápidamente para recibir sus embestida entre gemidos de placer.
Aquella fue una noche distinta, ella estaba estrenando su sexualidad con un hombre al que había conocido hacía unos días pero que la estaba llevando al límite de las sensaciones más de una vez sin restricciones y sin detenerse a sentir verguenza , y él pensaba que estaba salvando a su padre de una arpía vividora que lo convertiría en el hazme reír de la gente para obtener beneficios, pero que no dejaba de reconocer que lo llevaba loco desde el principio, y más ahora, que lo había dejado probar la gloria de su boca y de su cuerpo.
Denisse despertó en la mañana, le dolía hasta la raíz del pelo, pero estaba satisfecha y feliz, y el primer pensamiento que tuvo al ver a aquel hombre de pelo claro y espalda ancha desnudo a su lado, fue de que seguramente con Damián no la habría pasado tan bien.
- No, seguro que no.- se dijo y sonrió al recordar a su exnovio, siempre tan correcto y dejando claro que no obtendría nada de él hasta el matrimonio y que aún así habrían cosas que ellos nunca harían, cosas que le había dado a probar aquel hombre y que de no haberlas hecho nunca, sería una gran pena.
Denisse quitó como pudo la mano del castaño de su cintura y medio que sin poder se levantó para darse un baño.
Para ella aquel fue por mucho el mejor baño que se había dado en su vida, si llega a saber que dejarse llevar por el deseo iba a ser tan placentero no hubiera perdido tiempo escapando de la boca del hombre cada vez que intentó besarla, pero para eso ya era algo tarde, el mes de crucero había terminado y ahora tocaba volver a la vida real.
Salió del baño llevando puesta la ropa que había dejado preparada para irse, miró a la gran cama propiedad de los Roberts y detalló cada lugar del hombre que estaba allí desnudo boca abajo, era una tentación, pero, ya la carroza se iba a convertir en calabaza y cenicienta debía volver a su silla de secretaria, por el momento, y con ese pensamiento tomó su maleta y salió del camarote dejándolo sólo en la cama.
Un rato después que Denisse se fuera despertó Óscar, tocó la parte de la cama vacía y sonrió recordando todo lo que habían hecho la noche anterior, como la hizo vibrar cada momento, con cada estocada que daba dentro de ella y como de bien se había sentido él teniéndola entre sus brazos, por el silencio que había en el lugar y la falta de la maleta en la habitación, se daba cuenta de que ella se había ido y dejando un suspiro se levantó para ir a darse un baño.
Salió desnudo, con la toalla secando su pelo y miró la cama toda desarreglada y en ella una mancha de sangre y se dio cuenta que la noche anterior no se había equivocado, todo en aquella chica era muy extraño y él tenía que llegar hasta el final, un final que ahora comprendía que podía costarle mucho cuando ella supiera quién era él verdaderamente.
- Creo que ya es hora de tomar mi lugar en la Naviera Roberts - dijo para sí y tomó el teléfono para llamar a alguien que le hiciera llegar un cambio de ropa.