La Guerrera Del Agua

NARRADOR

El tiempo pasó, y solo 6 meses después del llamado de la oráculo, todo se derrumbó para ambos hermanos, la reina, en su afán porque solo su descendencia siguiera en el poder, mando a matar a la concubina y al príncipe Jordán, afortunadamente ambos pudieron salir a salvo de la situación, solo con algunas heridas menores.

El rey, al ver a su preciada familia en peligro, inicio una cacería para encontrar a los culpables, descubriendo así que había sido la reina la que había perpetrado el ataque, por lo que la mujer fue atrapada, enjuiciada y condenada.

- No fue mi plan, fue la princesa Jenna, mi hija la fue quien planeo todo, yo solo fui su peón – afirmo la reina, el día de su juicio, con la esperanza de que le redujeran su sentencia.

- Eso no es cierto, Jenna es inocente – grito el príncipe Jordán, ante las acusaciones de la mujer, pero las palabras de su hijo poco le importaron al rey Beck, quien sin miramientos mando a arrestar a su hija, condenado a madre e hija a morir.

- No puedes condenar a Jenna por algo que hizo su madre, ella es inocente – le grito Jordán a su padre cuando el juicio hubo terminado.

- El inocente eres tu hijo mío, esas mujeres solo ambicionan el trono, si no acabamos con ellas, tú y tu madre solo correrán peligro – le dijo el rey a su hijo.

- Tú no conoces a Jenna, ella no es como su madre, si matas a mi hermana, considera también muerto a tu hijo, porque si algo le pasa a mi hermana, olvídate que alguna vez tuviste un hijo, porque yo olvidare que tuve un padre – le dijo Jordán a su padre, y salió de la oficina del rey dando un portazo.

Otra que estaba enojada con lo sucedido con la joven, era la concubina Kendra, que le aplico la ley del hielo a su esposo, esto causo que el rey retrasara la ejecución de su hija, puesto que tenía la esperanza que su familia recapacitara, quién si fue ejecutada, fue la reina, quien en ningún momento se retractó de hacer acusado falsamente a su hija.

En ese tiempo extra, Jordán, junto a Moisés, buscaron pruebas para demostrar la inocencia de Jenna, pruebas que encontraron muy fácilmente, puesto que la princesa era inocente, y las llevaron, no solo ante el rey, sino también ante la corte.

- Como pueden ver, la princesa Jenna es inocente, así que debe de ser liberada inmediatamente – le dijo Jordán ante todos los presentes.

Jordán, a pesar de haber sido criado por Kendra y Beck, era muy distinto a ellos, no era una marioneta manipulable sin voluntad como su padre, ni tampoco era alguien sumiso como su madre, Jordán era alguien de carácter fuerte, y justo, alguien defendía sus ideales, y peleaba por lo que quería y lo que era justo.

Ante las pruebas reunidas, el rey no tenía más opción que liberar a su hija, pero no pensaba hacerlo, puesto que en su estúpida y estrecha, mente, Jenna era un peligro para su familia, por lo que se negaba a liberarla.

- Ante las pruebas traídas por el príncipe heredero, la princesa Jenna ya no será ejecutada, pero si su madre, la ex reina, atento contra el próximo rey, que nos asegura que su hija no lo hará en el futuro, es por eso que yo el rey Beck, condeno a Jenna Aquetzalli al exilio, y de querer regresar, será ejecutada de inmediato, sin derecho a juicio – sentencio el rey.

Dicha decisión no fue bien recibida por Jordán, quien desde ese momento dejo de considerar a ese hombre su padre, y tampoco fue considera justa para muchos miembros de la corte, pero ellos poco podían hacer por la chica, este era un conflicto que involucraba a miembros de la familia real, por lo que el rey era quien tenía la última palabra.

- Gracias por todo hermano, el exilio no es tan malo, ya sabes que no soy una princesita mimada, sé valerme por mí misma – le dijo Jenna a su hermano.

Jordán y Moisés se colaron a los calabozos del palacio por la noche para ver a Jenna, quien desde su arresto había sido confinada a estos.

- Me siento un inútil, tendría que haberte liberado, tú no te mereces esto – le dijo Jordán a su hermana, mientras lloraba amargamente por haberle fallado.

- Tú no tienes por qué sentirte culpable, sabes que el rey nunca me quiso, yo era una mancha en su perfecta familia, y sin importar lo que hicieras, este sería el resultado, tú me liberaste de la muerte y te estaré eternamente agradecida por eso – le dijo Jenna a Jordán, mientras lo consolaba atreves de los barrotes de su celda.

- Yo iré contigo, te seguiré, y estaremos juntos, Jenna, te amo, antes no tuve el valor de decírtelo, pero ahora, que estoy a punto de perderte, me siento como un estúpido por no haber hablado antes, te amo y te seguiré a donde vayas – le dijo Moisés a Jenna, cuando esta se separó de su hermano, así que Moisés se acercó a la celda y tomo las manos de su amada.

- Moisés, yo también te amo, y por qué te amo, te pido que no me sigas, tú mereces vivir libre, y cumplir tus sueños – le dijo Jenna mientras acariciaba la mejilla del hombre que amaba, Jenna sabía que el sueño de Moisés era convertirse en general del ejército real, y si se iba con ella, ese sueño nunca se haría realidad.

- Entonces te esperaré, no importa cuánto tiempo pasé, te esperaré – le dijo Moisés y por primera vez, la pareja unió sus labios en un beso, un beso que ambos les supo salado,  debido a las lágrimas de ambos.

- Cuando sea rey, lo primero que haré será ir por ti, así que espérame – le prometió Jordán a su hermana.

Al día siguiente de tan triste despedida, Jenna partió del reino, con tan solo una botella escondida entre sus ropas, dicha botella era mágica, y permitía mandar mensajes entre dos fuentes de agua, sin importar que tal lejos estuvieran una de la otra, Jordán había conectado dicha botella a una fuente que tenía en su oficina, y Jenna haría lo mismo con la primera fuente de agua que encontrará en el lugar a donde sería llevada, así ambos hermano se comunicarían durante el tiempo que estuvieran separados, y cuando llegara el momento en que Jordán subiera al trono, atreves de la misma, Jenna le dirá donde estaba, para que él fuera por ella, tal y como lo había prometido.