Faltan once minutos para la media noche, Alejandra con el teléfono en mano espera ansiosamente que pasen esos sesenta segundos que la separan del "Hola" de su confidente desconocido. Con él puede ser ella misma, sin la máscara de estoica que desde su infancia se colocó.
Franco está en su habitación, ya ha escrito su acostumbrado Hola y cuenta regresivamente los 25 segundos para pulsar enviar. Él es un ser sensible sin saberlo, su oculta pasión por las artes lo llevó a ella, a esa mujer de la que no conoce ni su nombre, ni su rostro, ni su edad, pero que lo sensibiliza al extremo de sentir sus caricias en el alma.
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Cinco
A primera hora de la mañana Franco recibe la llamada que tan ansiosamente esperaba, su proyecto ha sido aprobado, la expansión de su empresa está en marcha y a lo grande.
Después de ultimar detalles con sus nuevos socios y darle la noticia a su amigo Henry, toma sus valijas y sale directo al aeropuerto para retornar a Canadá. El viaje ha sido todo un éxito, lástima que no pudo ver nuevamente a la mujer de ojos negros y profundos.
Alejandra está sentada intentando leer en una banca del parque cercano a su residencia, pero su mente está en el vacío que siente en su vida y las escenas que se desarrollan a su alrededor.
A escasos metros unos niños jugando, una pareja de ancianos caminando tomados de las manos y un poco más allá, ve correr a una jovencita hacia un muchacho que camina hacia ella con una flor en la mano, la chica de un salto se agarra del cuello del joven, enrolla sus piernas en la cintura de él y se funden en un apasionado beso. Se queda pensando por un momento si esas emociones recíprocas son reales o uno de los dos finge, pero también se instala en su pecho el anhelo de sentir lo mismo.
—Cuidado con lo que deseas, que se te puede cumplir— escucha la voz de un anciano que sin ella darse cuenta, se había sentado a su lado en la banca...
Pasaron tres meses desde que Franco firmó con sus socios neoyorquinos y dos de estar laborando en las oficinas de ellos. El trabajo ha sido arduo, no obstante tres noches por semana, once minutos para la medianoche prepara su saludo y cuenta los segundos restantes para pulsar "enviar" y escaparse de la realidad física a su verdad espiritual.
Franco ha descubierto que está enamorado de la dama al otro lado de la línea, no le importa ni su físico, ni su edad; sin embargo, de vez en cuando a su mente llega la mirada profunda de la chica con la que tropezó en el café y el sabe que esa mujer si es real.
Alejandra también terminó con Pablo, no era justo que lo mantuviera en una relación estéril, cuando el único hombre que ha llegado a emocionarla, es un ser abstracto con el que lleva casi un año hablando sin falta, tres veces por semana.
—Ale, Hermanita, contigo quería hablar — le dice su hermano Pedro a Alejandra.
—¿Qué necesitas? Tanto amor me confunde — responde medio en broma.
— Mañana tengo citado dos posibles clientes a la misma hora y ¿puedes ayudarme con uno? Por favor — súplica Pedro juntando las manos y poniendo una cara de niño triste.
Pedro Smith es un agente de bienes raíces y por un error de su secretaria, concertó dos citas a la misma hora, con clientes distintos en lugares opuestos.
—Siempre y cuando no sea mostrar una casa.
—Okey, yo muestro la casa y tú el edificio de oficinas, es un alquiler con opción a compra— le extiende una carpeta junto con un juego de llaves— aquí está toda la información.
Al día siguiente, Alejandra se coloca un vestido ceñido con la falda estilo lápiz que destaca su figura y unos zapatos de tacón, todo esto en el color que la hace sentir poderosa, el negro; peina su cabello en una cola alta, dejando aleatoriamente unos mechones sueltos que enmarcan su rostro, se hace un maquillaje suave y sus labios los pinta de color vino.
Sale una hora antes de la pautada, valora mucho la puntualidad, por lo que se dirige a la dirección indicada y ya está lista para atender el cliente de su hermano.
Alejandra ya se encuentra en el hall del pequeño edificio de oficinas con todo preparado para el recorrido, la puerta principal es abierta y atravesada por dos hombres jóvenes de aspecto serio.
— Buenos días, Henry Brown — dice uno de los caballeros estrechando su mano con la chica. — mi socio es.
— Franco Alcázar — habla extendiendo su mano y nuevamente sus ojos se encontraron después de meses y volvieron a perderse en el tiempo y espacio.
Una falsa tos los trae de vuelta a la realidad, y ella trata de recomponerse.
—Alejandra Smith, es un placer atenderlos— se aclara la garganta —comencemos con el recorrido.
—Disculpa, eres familia de Pedro Smith— Pregunta Henry quien tiene cierta amistad con él por ser el novio de su prima.
—Sí, soy su hermana— responde y comienzan el recorrido. Alejandra trata de no perder la concentración, mientras se pregunta qué es lo que está sintiendo por ese hombre que acompaña al que hasta el momento no sabe que es el primo de su cuñada.
Por su parte, Franco está secretamente eufórico, al fin tiene una oportunidad, está vez tratará de no perderla de vista; a lo largo del recorrido Henry es quien hace las preguntas, cualquiera pensaría que el otro hombre calla por estar prestando excesiva atención, pero lo cierto es que se encuentra en un estado de ensoñación mientras ve sus gestos, como gesticula al hablar y como se mueve al caminar.
—Franco, ¿Qué te parece?— el hombre nuevamente entra en la realidad, la verdad es que no prestó atención al edificio en sí, pero la ubicación es buena y no perderá la oportunidad de continuar viendo a la chica.
—Si estás de acuerdo podemos firmar ahora mismo— responde.
—Bueno, pero tenemos un pequeño inconveniente— dice Alejandra, quien no pensó que el negocio se concretara tan fácil — mi hermano es el que tiene que firmar— agrega haciendo un gesto de pena.
—No hay problema, siempre y cuando nos garanticen que el edificio es nuestro.
—No se preocupe señor Brown, déjeme llamar a mi hermano— Alejandra se retira mientras llama al número de Pedro.
—¿La recuerdas?— le pregunta Franco a su amigo.
—¿Cómo no?, si desde que la viste es de la única mujer que te escucho hablar, hasta te estudiaste la teoría de los grados de separación esos— contesta en burla.
—Seis grados de separación y fueron cinco eslabones para llegar a ella— comienza a explicar cuando Alejandra se acerca.
— Disculpen, mi hermano dice que pueden reunirse en aproximadamente una hora y media— expresa un tanto apenada.
—Por mí no hay problema, mientras podemos tomarnos un café por aquí cerca— se apresura a decir Franco y lanza una mirada a su socio, quien inmediatamente la entendió la señal.
Gracias por compartirla, y tener el placer de leer los 61 capítulos.
bendiciones
felicidades y que sigan los éxitos en cada novela que subas
un abrazo desde CD jJuarez