ELUCIBETH, NO NACE MUDA TODO ES PRODUCTO DEL ACCIONAR INHUMANO DE SU MADRASTRA.
LA VENDE COMO YEGUA DE CRÍA A UNA FAMILIA PODEROSA.
ELUCIBETH TIEMBLA DE MIEDO, EL HOMBRE DESTINADO ES UN HOMBRE CRUEL Y SIN CORAZÓN.
JAMÁS IMAGINÓ QUE EL MISMO HOMBRE LA HARÍA SENTIRSE VALIOSA Y AMADA
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Capitulo 5. Solo obedéceme
Sus profundos ojos se abrieron con sopresa al escuchar una tajante repuesta a su confusa hipótesis.
Estaba reacia a creer que aquella pieza de arte postrado bajo las sábanas, fuera el hombre despiadado a quién tanto le temía.
Nadie le había dicho que aquel cruel hombre estaba enfermo.
Al volver la mirada hacia la escultura inmaculada, sonrió de manera casi imperceptible.
'Gracias Dios'. Elevó una oración.
Se alegró en su corazón de que Bryan Prieto del Sol se encontrara en penosa situación.
Una brisa de alivio la refrescó y deseó que jamás se levantara de su lecho, para vivir una vida mas tranquila.
"Como te habrás dado cuenta" la voz de Estela la volvió a la realidad y giró el rostro para verla. "Mi hijo nunca se levantará de esa cama. Mi único consuelo es que su descendencia no se va a extinguir".
El alma de Elucibeth se turbó en ese instante y sintió miedo.
¿Cómo se iba a embarazar de un vegetal?.
¿Que iban a hacer con su cuerpo?.
Las peores ideas se cruzaron por su mente, golpeándola cómo un relámpago.
Tragó gruesa saliva y sus ojos empezaron a escocer.
"Solo debes obedecerme muchacha. No quiero oirte lloriquear. Ahora ve a ducharte y múdate de ropa. No olvides tirar ese horrible bolso y los trapos que llevas puesto".
La dulce joven sintió un nudo en la garganta al reprimir sus lágrimas y solo se limitó a asentir con gran preocupación.
¿Si tiraba sus únicas prendas que se iba a poner entonces?.
¿La humillarían paseándola desnuda por toda la casa?.
La mujer pareció leerle el pensamiento.
"Despeocúpate por todo. Mandé a llenar el armario. Si eres obediente podrás gozar de muchos privilegios" Se detuvo por unos minutos para observarla bien, mientras empequeñecia los ojos. "Viendo tu contextura, creo que estás en 1.60 pequeña. Me temo que elegí una talla más grande. Si las prendas no te dan, me lo haces saber para cambiarlas".
Elucibeth volvió a asentir con la cabeza de manera obediente.
Lo que menos deseaba era hacerla enojar. Tenía mucho miedo de ser golpeada otra vez.
"Tu primera tarea es de calentar a mi hijo todas las noches. Lo siguiente te diré en la cena. ¡Vamos niña, dúchate primero y luego bajas al comedor". Ordenó agitando las manos con impaciencia.
Cuando Elucibeth escuchó el ruido de los tacones de Estela alejarse, por fin sintió que el aire regresaba a sus pulmones.
Dejó su bolsa de tela en el piso y con mucho recelo abrió el gran armario.
Lo que encontró dentro la dejó sin aliento. Habia muchas prendas hermosas y elegantes, pensado para toda ocasión... Abrigos de piel, vestidos de todos los modelos, ropas casuales e incluso varios pares de zapatos.
Elucibeth recordó las prendas de Thiara. Éstas quedaban cortas en comparación. Ella solo podía antojarse y contemplarlos cuando limpiaba la habitación de su hermana mayor, pero ahora, tenía muchas cosas bonitas solo para ella y estas no eran imitaciones.
No logró procesar lo que veia, incluso le tembló la mano al tocarlas.
Pero su emoción del momento se disipó como humo al pesar que en su futuro. Ninguna cosa material por mas valor que tuviera, podría llenar y curar su corazón.
Temblorosa, se dirigió a la ducha. Al entrar al baño se quedó embelesada por su belleza. Su antigua sala y cocina en conjunto, no superaban su tamaño.
Miró el jacuzzi y se preguntó ¿que se sentiría darse un baño de burbujas?, como en las novelas, debía de ser muy relajante.
Sin querer distraerse mucho, se desnudó y entró a la ducha. Encontró frascos nuevos de productos para el aseo, de una de las marcas más reconocidas, que salía en las revistas.
Después de largos minutos, llorando bajo bajo el agua, salió envuelta en toallas, llenado el lugar a flores de jazmín.
Se dirigió al armario y buscó prendas interiores.
Después de rebuscar, encontró varías tanguitas en hilo en el tercer cajón. Al extenderla se sonrojó.
Pensó que usar eso sería muy incómodo. Pero no tenía de otra, todo lo que poseía estaba viejo.
Luego tomó un sujetador blanco, que encontró una gaveta mas abajo y lo miró varías veces.
Era muy bonito, llevaba con mucho encaje. Jamás había tenido la dicha de ver cosas tan lindas.
Después de estudiar su tamaño, sintió que le quedaban un poco grande. Tenía los pechos proporcionados, no tan grande ni tan pequeño.
Antes de dejar caer la toalla se giró para ver al apuesto hombre que permanecía inmóvil en la cama.
'Es otro mueble más, no me ve' Pensó.
Caminó hasta la puerta y puso seguro.
Tomó la prenda que supuso era la mas sencilla y dejó caer la toalla. Dejando su blanco y esbelto cuerpo al desnudo.
Cada parte de su delgado cuerpo seria perfecto, blanco y delicado, si no estuvieran cubiertas de grandes cicatrices que descendían desde ambas hombros hasta el inicio de sus glúteos.