Jennifer Núñez una joven de 23 años quien pensaba que tenía una vida perfecta hasta que un día descubre que su novio y su mejor amiga la estaban engañando, después de pasar tanto dolor y seguir hacia delante conoce a Roberto Antonio Diaz dueño de una de la compañía más importantes de Inglaterra, quien le dará un giro inesperado a sus planes y poniendo de cabeza.
Con quien descubrirá su verdadera personalidad y el amor verdadero.
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Capitulo 4 El Bar
Es el hombre que hace unos momentos se encontraba al otro extremo de la barra y ahora lo tengo justo frente a mí.
- Hola hermosa quieres un trago - le sonrió.
- Oh claro que si me gustaría - sonrió y trato de despejar mi mente.
Le hice señas a Doris para que no se acerque a donde estoy con el hombre guapo y musculoso.
Pidió dos cervezas y nuestras miradas se encontraron, no pude evitar sonreír.
- Te vi un poco decaída así que vine a alegrarte la noche - bebo de mi botella.
- Bueno si la estaba pasando mal, pero no quiero que hablemos, no quiero aburrirte con mis problemas - me muerdo el labio.
- Esta canción me gusta bailamos - termino mi botella y le extendí la mano - olvídate de todo eso que te preocupa y solo déjate llevar.
- Si claro, bailemos - termino mi botella y vamos a la pista de baile, me muevo pegada a él moviendo me dé manera seductora.
Hay mucha química entre nosotros, lástima que tenga pareja, él es muy lindo y sexy, me tomo de las manos y me llevo a un lugar apartado.
- Bésame - lo miro.
No pensaré en nada en este momento solo me dejaré llevar y quiero que él me haga sentirme viva al menos por unas horas.
- Tus decesos son órdenes para mí - la beso apasionadamente - tu novio.
- No tiene por qué saberlo - lo vuelvo a besar.
Nos dejamos llevar, no sé si es el alcohol o su esencia qué me vuelve loca, solo me deje llevar, sus manos recorren mi cuerpo sin deja un lugar sin tocar.
- Si seguimos así terminaré fo**andote - la miro con la respiración entre cortada.
- No importa sol quiero sentirte, no te pondré límites - Desabrocho su pantalón.
Nunca me sentí así en manos de un hombre ni Eduardo me hace sentir tan bien como él lo hace y eso que es un extraño ni lo conozco, pero me llena y me hace sentir mujer en sus brazos.
Cada toque cada caricia aumenta la temperatura en nuestro cuerpo y cuando estuvimos a punto de hacerlo él se detuvo.
- Eres muy hermosa, te mereces algo más que se*o en el baño de una discoteca -a beso - nos vemos hermosa, te prometo que te are temblar de rodillas la próxima vez.
Me baja y se va dejando me hay para con ganas de más, a un que tiene razón no es la forma y si seguíamos en algún momento me arrepentiré de esto, acomodo mi ropa y voy a la barra encontrando me con Doris.
- A donde fuese te estaba buscando desde hace un rato - enojada.
- Perdón, estuve bailando y después fui al baño donde hay mucha cola para entrar - acomodo mi cabello y me doy cuenta de que el chico se llevó mi ropa interior.
- Bueno vamos, mi departamento queda de camino a tu casa - la miro curiosa, siento que me está ocultando algo.
- Si no hay problema, te deja en la entrada del edificio - caminamos a la salida.
- Segura qué estás bien - subo en el asiento de copiloto.
- Si es solo que la pase muy bien, gracias por sacarme temprano de trabajo hoy.
Puse el auto en marcha y la dejo frente al complejo de apartamento donde vive y me voy a mi casa.
Esta noche fue increíble, nunca me sentí tan viva y sexy como en el día de hoy, lástima que lo más seguro no nos volveremos a encontrar, y cuando lo vuelva a ver lo más probable es que no se acuerde de mí, ni sabe ni mi nombre, en ese momento era lo último que se me pasaba por la cabeza.
Entre a la casa y me fui al baño a tomar una ducha y después irme a dormir hasta el día siguiente.
