**Sinopsis**
En un mundo donde la biología define roles y los instintos son incontrolables, dos hombres de mundos opuestos se ven atrapados en una ardiente atracción. Leon, un alfa dominante y poderoso empresario, ha rechazado el amor… hasta que Oliver, un omega dulce y sensible, entra en su vida como asistente. Lo que comienza como un deseo prohibido pronto se convierte en una intensa relación marcada por celos y secretos. Cuando verdades devastadoras amenazan con separarlos, deberán enfrentarse a su pasado y decidir si su amor es lo suficientemente fuerte para desafiar las estructuras que los mantienen apartados. ¿Están dispuestos a arriesgarlo todo por un futuro juntos?
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Capítulo 4: Pruebas de Confianza
La noche se cernía sobre la ciudad como un manto oscuro. Las luces de las oficinas titilaban en el horizonte, pero dentro del elegante edificio de vidrio y acero, la atmósfera era densa de ambición. Oliver se encontraba solo trabajando en la mesa del fondo de la sala de diseño. Era una de esas noches donde el trabajo se volvía un refugio, un atisbo de la creación en la que quería involucrarse. Sin embargo, en su mente, siempre había un eco: las palabras de Leon resonaban como un mantra, impulsándolo a empujar los límites de su creatividad.
A medida que el reloj avanzaba, el sonido del tecleo de la computadora era cortado únicamente por los ecos lejanos de las conversaciones de otros empleados que también se quedaban tarde. La música suave que emergía del altavoz en la esquina de la habitación creaba un ambiente acogedor, dándole un pequeño respiro a la habitual tensión que envolvía la oficina. Justo cuando pensó que la noche iba a ser tranquila, escuchó el sonido de pasos firmes acercándose a él.
Cuando levantó la mirada, se encontró con Leon, quien lucía casualmente elegante en una camisa de lino blanca, las mangas ligeramente arremangadas, mostrando los músculos de sus brazos. Su cabello oscuro caía desordenadamente sobre su frente, un look que, aunque despreocupado, proyectaba una imponente aura de autoridad.
—¿Todavía aquí, Oliver? —preguntó Leon, con una sonrisa lateral que iluminó su rostro y suavizó un poco la gravedad de la noche.
—Lo sé, estoy completamente atrapado. Si no me apuro, probablemente no entreguemos esto a tiempo —respondió Oliver, sintiendo su corazón latir un poco más rápido al estar tan cerca de él.
Leon se acercó a la mesa, su presencia se sintió como una cálida corriente eléctrica. —Es una locura, pero creo que no eres el único que ha estado trabajando tarde. Hay ciertas cosas que necesito discutir contigo sobre la propuesta que presentaste.
Oliver sonrió, haciendo un esfuerzo por no perderse en la intensidad de la mirada de Leon. —Claro, ¿deberíamos hacerlo aquí o hay un lugar más... privado?
Leon arqueó una ceja, evidentemente intrigado, pero luego asintió. —Quizás el despacho del director, entonces. Es menos probable que alguien interrumpa.
Se levantaron y se dirigieron a la oficina de Leon, cada paso enviado pulsos de adrenalina por las venas de Oliver. Al entrar, la habitación era más pequeña de lo que imaginaba, pero el aire estaba cargado de una mezcla de perfumes masculinos y el aroma del café dejado por las noches de trabajo.
Leon cerró la puerta con un suave chasquido, y luego se volvió hacia Oliver. —Voy a ser honesto. Lo que propusiste en la reunión realmente captó mi atención. Creo que podríamos estar en la senda de algo grande... pero necesitaré que confíes en mí para llevarlo a cabo.
Oliver sintió como si una ola de intimidad comenzara a envolverlos. Había un tono de seriedad en la voz de Leon que lo hizo preocuparse por lo que estaba a punto de decir. —¿Cómo esperan que confíe en ti? —preguntó, sintiendo que las palabras eran más audaces de lo que había previsto.
—No me refería a eso, Oliver. Me refiero a que hay que estar dispuesto a asumir ciertos riesgos, a dar un salto hacia lo desconocido —dijo Leon, dando algunos pasos hacia él, acortando la distancia entre sus cuerpos.
El corazón de Oliver latía cada vez más fuerte. La atmósfera se había vuelto cargada de una anticipación intensa. A medida que Leon se acercaba, las sombras proyectadas por la luz tenue en la oficina parecían oscilar entre ellos. No había solo deseo en el aire; también había una frágil vulnerabilidad.
Leon sonrió suavemente. —Hay momentos en el trabajo donde la confianza se pone a prueba, Oliver. Y en ocasiones, se necesita un pequeño empujón para cruzar esa línea.
Aquel susurro se sintió como una invitación. Oliver sabía lo que estaba en juego, pero no podía evitar la atracción que lo acercaba a Leon. —Quizás estoy listo para eso —respondió finalmente, su voz más suave de lo habitual.
Leon se acercó aún más, sus ojos profundos reflejaban una mezcla de deseo y hambre de conexión. Fue un momento crucial; Oliver no podía dar marcha atrás. Sus corazones parecían latir al mismo compás. Leon extendió una mano, casi tocando la mejilla de Oliver antes de retirarse nuevamente, nervioso por la cercanía.
—Veo que hay una chispa aquí —dijo Leon, su voz un poco más ronca. Su aliento, casi palpable, llenaba el espacio entre ellos—. ¿Confías en mí, Oliver?
Oliver se retorció internamente, luchando con la decisión. Sabía que el camino por delante podría complicar aún más su relación laboral. Pero en ese instante, la atracción parecía superar cualquier razón. —Yo confío en ti —respondió, su sinceridad resonando en el silencio que los rodeaba.
El aire entre ellos vibró con una energía palpable. Leon se movió un paso más cerca, y en un instante que pareció congelarse, sus labios se encontraron. Fue un roce cauteloso al principio, ambos explorando la frontera que habían mantenido hasta ese momento. Oliver sintió la calidez del cuerpo de Leon contra el suyo, y la conexión entre ambos se intensificó.
La brisa suave que entraba por la ventana abierta parecía aumentar la tensión en el aire, pero era esa chispa de riesgo que los mantenía inmersos el uno en el otro. Sus manos comenzaron a encontrarse, las palmas unidas en la búsqueda de un lenguaje más íntimo. El corazón de Oliver se precipitó mientras Leon lo atraía hacia sí, su cuerpo presionando suavemente contra el escritorio.
—Esto es solo el comienzo —murmuró Leon entre los besos, la voz llena de promesas no cumplidas.
Mientras se perdían en la intimidad del momento, cada roce se sentía como una declaración, cada respiración, una oración. El mundo exterior se desvaneció; las luchas laborales, las tensiones pasadas y el juego de poder se convirtieron en meros recuerdos en sus mentes. Ahora estaban en la frontera de algo emocionante y nuevo, un territorio donde la confianza se convertía en combustible para un deseo inquebrantable.
Sin embargo, en medio de ese torbellino de emociones, ambos sabían que el desafío no había hecho más que comenzar. Si bien el roce de sus labios había sido solo un primer paso, era un paso lleno de potencial. La conexión que habían establecido se profundizaba, la confianza se probaba en cada momento compartido, y el juego de poder que había dictado su relación anterior comenzaba a transformarse en una danza llena de complicidad.
La noche continuó desenrollándose mientras la ciudad zumbaba con la vida, pero, en ese pequeño mundo que compartían, estaba surgiendo un nuevo tipo de relación, colmada de promesas, riesgos y una espléndida incertidumbre que los arrojaba aún más a la profundidad de la conexión que ambos habían anhelado, tanto dentro como fuera del entorno laboral.