Junsu, un sigma que oculta su verdadera naturaleza, con el peso de los prejuicios en su vida, sobreviendo en un mundo que lo rechaza. Junsu se ve envuelto en un falso acuerdo amoroso con Hyunmin, su jefe, un alfa. Lo que comienza como una farsa para salvar las apariencias y un futuro impuesto, pronto se transforma en una conexión genuina que ninguno de los dos esperaba.
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Golpe de realidad
El martes llegó, y con él, la ansiedad habitual que me había acompañado desde mi juventud. Me desperté mucho antes de que sonara la alarma, con una sensación de pesadez en el pecho que se intensificaba con cada minuto. Había días en los que los pensamientos intrusivos sobre mi propia vida y decisiones se apoderaban de mí, y este día, después de la cena de la noche anterior con Hyunmin, sentía que esos pensamientos estaban más fuertes que nunca.
Me preparé para el trabajo como de costumbre, intentando calmarme. Aunque sabía que debía enfocarme en mis tareas como asistente, una parte de mí no podía dejar de pensar en lo que sucedería a partir de ahora. Me decía a mí mismo que todo seguiría como siempre, que el acuerdo con Hyunmin era solo un añadido a nuestra rutina diaria, pero esos pensamientos se desmoronaron rápidamente.
Apenas había llegado a la oficina cuando Hyunmin me llamó a su despacho. Mi corazón latía con fuerza mientras caminaba hacia allí con la ansiedad golpeando mi cabeza.
-Junsu, tenemos que hacer un par de ajustes.- Dijo con su habitual tono firme. -El viernes tenemos un evento al que debo asistir. Será nuestra primera aparición pública como pareja.
Mis ojos se abrieron de par en par al escuchar eso. Sentí como si el aire hubiera sido succionado de mis pulmones. Sabía que eventualmente esto sucedería, pero una cosa era imaginarlo y otra, enfrentarlo tan pronto.
-¿Tan pronto?- Logré decir, intentando que mi voz no temblara.
Hyunmin asintió sin mostrar preocupación.
-Quiero que estés preparado. Hoy después del trabajo, nos tomaremos algo de tiempo para comprar ropa. Quiero que te veas impecable.
Asentí, sin saber qué más decir. Todo el día me la pasé con esa conversación repitiéndose en mi mente, imaginando qué tipo de ropa esperaría Hyunmin que llevara puesta para un evento como los que asistía él siendo alguien tan importante. Nunca había sido alguien que prestara demasiada atención a la moda, y mucho menos a ese tipo de eventos sociales, pues me conformaba con ocultar mis inseguridades y pasar desapercibido.
Cada vez que intentaba concentrarme en mis tareas, mi mente volvía a la imagen de nosotros dos en un evento público, con cientos de ojos observándose, analizándonos. Sentía el peso de las expectativas de Hyunmin y las mías propias, preguntándome si realmente sería capaz de soportar la presión y estar a la altura de lo que se esperaba de la pareja de un hombre como él.
A medida que avanzaba el día, noté cómo las miradas de mis compañeros de trabajo se intensificaban. No era algo que me hubiera preocupado en otras circunstancias, pero goy sentía cada par de ojos sobre mí como un peso insoportable. Las miradas furtivas, los susurros ahogados, y las conversaciones interrumpidas cuando pasaba cerca me hacían sentir cohibido.
No podía evitar pensar que el rumor sobre el acercamiento de la tarde anterior con Hyunmin había corrido rápido por la oficina. Después de todo, aunque siempre intentaba pasar desapercibido, ser visto tan cerca de él no era algo que se pudiera ignorar fácilmente. No había duda de que alguien había visto el momento en que Hyunmin rodeó mi cintura en el vestíbulo.
Nunca me había llevado bien con mis compañeros de trabajo. Nuestra relación siempre había sido estrictamente profesional, y yo me había encargado de mantener una distancia prudente con todos. No quería que se entrometieran en mi vida, y menos aún que descubrieran lo que estaba pasando realmente entre Hyunmin y yo. Cada mirada de curiosidad o juicio me hacía sentir más aislado, más expuesto.
La tarde legó más rápido de lo que esperaba, y antes de darme cuenta, estaba caminando junto a Hyunmin hacia su auto. Sentía las miradas de todos clavadas en mi espalda mientras atravesábamos la oficina. Cada paso me recordaba que estábamos a punto de sumergirnos aún más en este juego.
Al entrar en su auto, me di cuenta de que no había vuelta atrás. Hyunmin arrancó el motor sin decir mucho, su expresión serena mientras me llevaba a una tienda de ropa que estaría muy por encima de mi presupuesto. A lo largo del trayecto, el silencio entre nosotros no era incómodo, pero el nerviosismo seguía revolviéndose dentro de mí.
Cuando llegamos a la tienda, el lujo del lugar era abrumador. Cada prenda parecía diseñada para gritar poder y exclusividad, y sentí una extraña mezcla de fascinación y temor. Sabía que esta era solo una pequeña muestra del mundo en el que Hyunmin vivía, pero estar ahí me hacía sentir más fuera de lugar que nunca.
La tienda en la que Hyunmin me había llevado era un paraíso de lujo, con prendas que parecían más arte que ropa. Al entrar, sentí una extraña combinación de asombro y ansiedad. sabiendo que nada de lo que había allí estaba alineado con lo que solía usar. No es que fuera particularmente descuidado con mi apariencia, al menos en mi rostro, pero mis elecciones de ropa siempre habían sido discretas, prácticas y, sobre todo, cómodas.
Hyunmin se dirigió a la vendedora con esa naturalidad que lo caracterizaba, sin siquiera perder el tiempo en detalles.
-Necesito algo para él, algo adecuado para un evento importante.- Dijo, señalándome con un leve gesto de la mano, como si fuera una especie de proyecto que debía ser pulido.
La vendedora, con ojos entrenados, captó rápidamente lo que Hyunmin buscaba. Su mirada recorrió mi cuerpo de arriba abajo, evaluando cada detalle con precisión. No tuve tiempo de procesar lo que estaba sucediendo antes de que me guiaran hacia un área más privada de la tienda, un espacio donde los clientes más exclusivos recibían atención personalizada.
-Esto te quedará perfecto.- Dijo la vendedora, entregándome una blusa finamente hecha, ligeramente traslúcida y con un corte que insinuaba más de lo que cubría.
La sostuve en mis manos, sin saber qué pensar. Era elegante, sí, pero también sugerente, algo que, definitivamente, nunca habría elegido por mi cuenta. Luego, llegaron los pantalones, ajustados, diseñados para abrazar cada leve curva de mi cuerpo. Ropa hecha para realzar la figura para destacar, para atraer miradas.
El problema era que no me veía a mí mismo como alguien cuya figura pudiera ser realzada. Sí, era delgado, pero no de una manera que me pareciera digna de ser mostrada. Mis hombros eran ligeramente más anchos que los de un omega típico, aunque no tanto como los de Hyunmin. Mi cintura era algo pequeña, sí, pero todo en mí se sentía desproporcionado para lo que la ropa parecía exigir. En resumen, no tenía el tipo de cuerpo para el que esas prendas habían sido diseñadas.
Peor aún, había marcas en mi piel, cicatrices y recuerdos de un pasado que no quería mostrarle a nadie. La sola idea de usar esas blusas traslúcidas me aterrorizaba, temiendo que algo quedara expuesto. No estaba preparado para eso, no quería estarlo.
-Pruébate esto.- Dijo la vendedora, entregándome más piezas con la misma tendencia, ropa que insinuaba.
Me sentía como una muñeca, alguien que estaban transformando a su antojo. Mientras me cambiaba en el probador, no podía evitar sentirme vulnerable, como si cada prenda me quitara una capa de protección que me había construido a lo largo de los años. Cuando me miraba al espejo, no me reconocía. Las telas eran suaves y costosas, pero me hacían sentir frágil, como si fuera un omega al que Hyunmin estaba dispuesto a exponer como un trofeo.
Yo no era un omega, era un sigma, algo completamente diferente. Aunque no era más alto que Hyunmin, lo era más que la mayoría de omegas y betas, y aunque mi cintura era algo delgada, mis hombros, mi postura y mi naturaleza eran diferentes. No encajaba en esa imagen de fragilidad que la ropa trataba de proyectar, y lo último que quería era ser percibido como tal. Había pasado años lidiando con mis inseguridades, con la sensación de ser invisible o de no encajar, y ahora parecía que me estaban obligando a enfrentar todos esos miedos de golpe.
Cuando salí del probador, con una de las blusas elegantes y un par de pantalones ajustados, Hyunmin me miró con aprobación. Su mirada era crítica, pero al mismo tiempo complacida.
-Eso es perfecto.- Dijo, sin dejar de mirarme de arriba abajo. -Te ves bien, Junsu.-
A pesar de que sus palabras me causaban cierto alivio y felicidad por el reconocimiento, no me sentía bien. Me sentía expuesto, como si cada prenda que llevaba encima fuera una capa más de mentira que estaba obligado a cargar. Aunque sabía que Hyunmin estaba satisfecho, al final, solo quería arrancarme todo y volver a mi propia ropa, a mi propia vida, donde al menos tenía el control sobre cómo me veía.
-¿No te gusta?- Preguntó, notando mi incomodidad.
-Es… diferente.- Respondí, tratando de sonar neutral, pero sin poder ocultar del todo mi malestar.
Hyunmin se limitó a sonreír levemente, como si entendiera pero no le diera demasiada importancia. Aunque esas sonrisas me hacían sentir cierto orgullo, porque sabía que no se las dedicaba a cualquiera, era difícil no dejar de sentirme mal.
Salí de la tienda con más bolsas de las que jamás hubiera imaginado. Cada una de ellas contenía prendas que, sin duda, costaban más que toda mi ropa junta, La sensación de estar rodeado de lujo me dejó aturdido. Esa ropa era un reflejo de un mundo que no era mío, un mundo que me hacía sentir más inseguro que nunca.
Hyunmin abrió la puerta del auto para mí, un gesto amable que me recordaba lo diferente que era nuestra dinámica ahora. Mientras conducía a mi casa, el silencio en el auto era pesado. Mi mente estaba llena de pensamientos contradictorios. Por un lado, estaba agradecido por lo que había hecho por mí, pero por otro, la idea de tener que presentarme en un evento público como su supuesta pareja me llenaba de ansiedad.
Cuando llegamos frente a mi casa, Hyunmin se detuvo y me miró con seriedad.
-Prepárate Junsu.- Dijo, su tono era firme pero gentil. -Debes estar impecable para el evento.-
Asentí, sintiéndome un poco mal, como si no estuviera a la altura de las expectativas. La presión de tener que lucir bien me hacía cuestionar si realmente podía cumplir con lo que se esperaba de mí. Aún así, Hyunmin pareció notar mi incomodidad.
-No te costará mucho, ya lo verás.- Añadió, su voz era tranquilizadora. -Eres alguien hermos, solo necesitas sentirte seguro de ti mismo.-
Sus palabras me hicieron sentir una punzada en el corazón, haciéndome sonrojar suavemente. No estaba acostumbrado a que me dijeran eso. En mi interior, la voz de la inseguridad me seguía diciendo lo contrario, me sentía insuficiente.
Sin poder articular nada más, simplemente asentí. Hyunmin sonrió levemente, pero su mirada era comprensiva, como si pudiera ver a través de las capas de mis dudas. Sin decir más, se despidió con un gesto y se marchó, dejándome en la puerta de casa, cargando las bolsas que contenían la ropa que, a partir de ahora, representaban un nuevo capítulo en mi vida.
Mientras entraba a casa, aún sonrojado por la interacción, sentí el peso de las bolsas en mis manos, pero el peso de la ansiedad en mi pecho era aún mayor. Me preguntaba si realmente podría ser la persona que Hyunmin quería que fuera.
Esa noche, el peso de la ansiedad se volvió abrumadora. Después de una larga jornada de trabajo, y con el evento presionando sobre mí, decidí tomar mi medicación para dormir. Había estado con insomnio con frecuencia, especialmente en momentos de estrés, y la noche anterior había sido un claro recordatorio de lo mal que podía ir todo si no lograba descansar.
Mientras me preparaba, sentí que cada paso era más pesado que el anterior. Mi mente aún estaba agitada por las experiencias del día. No solo las miradas de mis compañeros, sino la ropa que había probado, y sobre todo, las palabras de Hyunmin, resonando en mi cabeza.
Tomé la medicación sin dudar, sabiendo que era lo mejor para mí en ese momento. La sensación de alivio inmediato me acompañó mientras me metía a la cama,sin embargo, a pesar de la ayuda química, mi mente no se callaba. Los pensamientos oscilaban entre la ansiedad y la inseguridad revoloteando como mariposas inquietas.
No había siquiera abierto los mensajes de Ji Eun, que había estado insistiendo que le explicara lo que quería decir con hacer una locura. Sentía que cualquier respuesta que pudiera darle no haría más que abrir una caja de Pandora que no estaba listo para enfrentar. No quería hablar de lo que estaba sucediendo, de cómo me sentía o de las decisiones que estaba tomando. Así que dejé que mi teléfono se quedara en silencio, ignorando el zumbido de sus mensajes.
Sin comer nada, me metí bajo las sábanas, buscando refugio en la oscuridad de mi habitación. La soledad se sentía abrumadora, pero al mismo tiempo, era una forma de protegerme de un mundo que parecía tan grande y aterrador. Cerré los ojos, tratando de apaciguar mis pensamientos, mientras la medicación comenzaba a hacer efecto. Con cada respiración, trataba de dejar atrás la presión del día y las expectativas que se acumulaban para el evento.
Finalmente, el sueño me envolvió, llevándome a un lugar donde las preocupaciones no podían alcanzarme, aunque sabía que al despertar, tendría que enfrentar la realidad nuevamente.