Samuel odia a Dereck, y Dereck disfruta molestar a Samuel. La razón detrás del odio de Samuel es un misterio para Dereck, quien no entiende por qué su antiguo amigo de repente se distanció y lo mira con desprecio. Sin embargo, el destino parece empeñado en reunirlos, y constantemente se encuentran forzados a pasar tiempo juntos. A medida que pasan más tiempo juntos, sus sentimientos comienzan a cambiar, aunque la desconfianza de uno y el miedo del otro complican las cosas.
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Capítulo 03. Cansado de las coincidencias.
Los murmullos de las chicas que recién llegaban para las clases nocturnas hicieron que Samuel rodara los ojos y dejara la botella de agua con molestia en el piso de madera.
—¿Estás bien? —preguntó Lily, su amiga y pareja de baile. Ambos habían estado en varias competencias y se conocían muy bien—. Te ves un poco irritado —murmuró.
—¿Un poco? —preguntó mientras guardaba sus zapatillas de ballet en la mochila—. Estoy seguro de que me siento bastante irritado en este momento.
—Oh —Lily alargó el sonido y se recargó contra el espejo. Samuel no era muy expresivo con sus sentimientos, pero cuando estaba irritado, enojado o molesto, se volvía menos racional y dejaba ver todo su interior—. ¿Quieres decirme por qué?
—Dos palabras: Derek Blackwell.
—¿Hablas del atractivo ingeniero? —Samuel rodó los ojos al escuchar la descripción. Al parecer, todas a su alrededor lo amaban o al menos les gustaba algo de él. Odiaba eso—. Umh, no, quiero decir, ya sabes, es famoso por doquier y, umh, bueno, así lo conocen —mencionó encogiéndose en su lugar y abrazando sus rodillas para esconder su rostro avergonzado.
—Sí, lo sé —Samuel se puso de pie y agarró su mochila sin mucho ánimo de salir. Ya se había duchado, así que no tenía más nada que hacer ahí—. Bueno, resulta que está afuera y por eso todo el ruido de las chicas —mencionó restándole importancia.
—¡¿Qué?! —Lily se puso de pie de un salto—. ¡¿Derek está aquí?! —preguntó sin poder evitar la emoción en su voz. Samuel evitó poner los ojos en blanco y asintió en silencio, logrando hacer que Lily hiciera lo que parecía ser un sonido muy agudo—. ¿Puedes presentarnos? Por favor, Samy, te prometo comportarme.
Los ojos miel se veían suplicantes, sin embargo, Samuel no estaba muy convencido de hacerlo, después de todo, Lily era una chica extraordinariamente hermosa y no dudaba que Derek quisiera poner sus sucias manos sobre ella.
—Bien —accedió al final—. Pero nada de coqueteos, ¿entendido?
—Sí, señor —prometió ella con un saludo militar.
Ambos salieron del gimnasio y ahí estaba él, Derek Blackwell, el ingeniero más famoso de la Universidad Mitchell. Derek estaba semi apoyado en su motocicleta; su ropa oscura y su chaqueta de piel, así como la imponente altura y cabello medio largo, le daban un aspecto completo de chico malo. Un chico malo que a todas volvía locas.
—¡Hey, princesa! —dijo al levantar la mirada del celular y ver a Samuel parado frente a la puerta principal, a unos cuantos metros de él.
—¿Princesa? —Lily parecía confundida y miró con extrañeza a ambos.
—Es para molestarme —dijo Samuel—. Vamos, te lo presentaré.
Los dos amigos caminaron hasta quedar un poco más cerca de Derek. Fue entonces cuando los oscuros ojos de Derek se centraron en Lily.
—Qué hermosa chica —Derek se adelantó a cualquier palabra que pudiera salir de Samuel—. Soy Derek Blackwell, mucho gusto. ¿Tú eres?
—Hola —dijo tímidamente y tartamudeando un poco—. Soy Lily Moore, pareja de Samuel. —Los ojos de Derek se agrandaron ante tremenda revelación y su rostro se volvió serio al instante. Él se alejó un poco y miró al chico al lado de ella. Samuel no tenía nada atractivo que una chica pudiera ver en él—. De baile —se apresuró a aclarar al ver cómo el rostro de Derek comenzaba a deformarse en una mueca de disgusto—. Somos pareja de baile —reafirmó. No podía perder la oportunidad de dejar en claro que estaba soltera y disponible.
Derek se relajó y una sonrisa volvió a su rostro. —Mucho gusto, Lily. Es un placer conocerte. —Luego, volvió a mirar a Samuel—. ¿Nos vamos, princesa? No queremos llegar tarde.
Samuel bufó y se giró hacia Lily. —Nos vemos mañana, Lily. Recuerda lo que te dije —mencionó mientras se dirigía hacia la moto de Derek.
—Lo recordaré, Samy —respondió ella, lanzándole una sonrisa antes de girarse hacia Derek—. Un placer conocerte, Derek. Espero verte de nuevo.
—El placer es mío, Lily —respondió Derek, con su habitual tono encantador y viendo como ella se alejaba hasta un auto que arrancó poco después de que subiera.
Samuel subió a la moto, y Derek le pasó el casco. Mientras Samuel se lo ponía, no pudo evitar pensar en cómo todas las chicas caían rendidas ante Derek. Era exasperante.
—Vamos, Derek. Ya he tenido suficiente por hoy —dijo Samuel, subiendo a la moto y agarrándose con fuerza a la cintura de Derek.
—Lo que digas, princesa —respondió Derek, arrancando la moto y acelerando por las calles.
Mientras la moto avanzaba, Samuel no pudo evitar sentir una mezcla de irritación y resignación.
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—Derek, detente —dijo Samuel casi gritando mientras movía el hombro de Derek. Samuel esperó a estar estacionados a la orilla para levantar el cristal del casco y mirar a su alrededor.
—¿Qué sucede? —preguntó Derek, mirando a su alrededor también—. ¿Qué estamos buscando?
—¿A dónde estamos yendo? —Samuel preguntó, aún mirando por doquier. Nada de lo que veía le resultaba familiar.
—Oh, eso —Derek rascó su nuca y miró hacia otro lado, un tanto apenado—. Resulta que un amigo necesita mi ayuda, apenas lo recordé y por eso cambié de ruta. ¿Te molesta acompañarme?
Samuel lo fulminó con la mirada.
—¿De verdad me lo estás preguntando? Ya estamos quién sabe dónde. ¡Eso debiste decirlo antes, Derek!
—Sabía que te negarías.
—Oh, por supuesto que lo haría. —Samuel estaba enfadado y resopló varias veces. Derek siempre hacía lo que quería y jamás tenía repercusiones por ello.
—Ya estamos lejos. Tu casa queda al otro extremo de la ciudad. A esta hora es muy peligroso por aquí, así que no pienses en regresar solo.
—¿Por qué no? También soy hombre y me sé defender muy bien. —Samuel agarró su mochila y estaba por quitarse el casco, pero Derek lo impidió, agarrando sus manos.
—Lo sé, pero tus padres quieren que te lleve en una pieza a casa. Además, dos son mejor que uno; podemos ayudarnos si algo pasa.
Samuel odiaba que Derek tuviera razón. Aunque se sabía defender, en esos barrios era muy común que los pandilleros asaltaran a mano armada, y de una pistola era difícil escapar. Resignado, suspiró y volvió a subir a la motocicleta.
No pasó mucho hasta que se estacionaron afuera de lo que parecía ser un taller mecánico. Samuel bajó de la motocicleta y siguió a Derek hacia adentro. El lugar tenía todo tipo de olores desagradables, desde el penetrante olor de la gasolina hasta el asfixiante aroma a tabaco; era desagradable.
—¡Viejo! Qué sorpresa tenerte por aquí —un hombre robusto de unos treinta y tantos años se presentó ante ellos. Samuel arrugó las cejas al ver lo desaliñado que se veía esa persona, vestido con un overol manchado de aceite y con las manos sucias.
—¿Qué tal, eh? —A Derek pareció no importarle la apariencia del otro y chocó los puños con él—. Marvin me llamó, dijo que tiene algo para mostrarme.
—¡Oh, sí! ¡Te vas a morir cuando lo veas, es jodidamente genial! —El hombre parecía un niño feliz de recibir un nuevo juguete—. Por cierto, ¿quién es él? —sus ojos se fijaron en Samuel, que estaba medio metro detrás de Derek, y Samuel se encogió de hombros.
—Ven aquí, princesa —Derek dio un paso hacia atrás y pasó su mano sobre los hombros de Samuel, llevándolo a su lado—. Este es Samuel, la estoy haciendo de niñera. Ya sabes cómo son los niños ricos —dijo con burla, recibiendo un pisotón nada disimulado de parte de Samuel, quien se enfadó al instante.
—Así que eres amigo de Crusher, entonces eres bienvenido aquí —el hombre soltó una carcajada un poco exagerada y Samuel solamente sonrió con nerviosismo—. Yo soy Jack.
—Mucho gusto, Jack —dijo Samuel con una sonrisa rígida.
—Bueno, iré a trabajar y tú —señaló a Derek—, es mejor que vayas rápido o se enojará —advirtió, dándose media vuelta para irse.
—Sí, sí —Derek miró a Samuel, quien quitó con un empujón su mano de su hombro, lo cual hizo rodar los ojos a Derek—. Siéntate por ahí, regreso en unos quince o veinte minutos.
Samuel buscó un lugar donde sentarse y encontró una vieja silla de metal en una esquina del taller. Se dejó caer en ella con un suspiro, sintiendo el cansancio acumulado del día. Desde la esquina, observó cómo Derek y Jack se adentraban en el taller, hablando en voz baja y gesticulando animadamente. Samuel nunca había entendido la fascinación de Derek por esos lugares. Para él, el olor a grasa y el sonido constante de herramientas eran simplemente molestos.
Sacó su teléfono y comenzó a revisar sus mensajes. Había varios de sus amigos preguntándole dónde estaba, y uno en particular de Lily, su pareja de baile, que le hacía una pregunta que él había estado temiendo, luego de responder, recargó su cabeza sobre el respaldo de la silla.
Después de unos minutos, Derek regresó con una sonrisa en el rostro y un brillo en los ojos que Samuel rara vez veía.
—Tienes que ver esto, Sam —dijo, sin esperar respuesta y tirando de él hacia el interior del taller.
Samuel no tuvo más remedio que seguirlo, aunque no estaba seguro de qué esperar. Al entrar más profundamente en el taller, vio un coche deportivo, brillante y aparentemente nuevo, rodeado de herramientas y piezas de automóvil. Marvin estaba de pie junto al coche, sonriendo orgullosamente.
—¿Qué te parece? —preguntó Marvin, dirigiéndose a Derek, aunque sus ojos también estaban en Samuel.
—Es increíble —respondió Derek, caminando alrededor del coche y examinándolo con atención—. ¿Es el nuevo modelo que mencionaste?
—Exacto. Acaba de llegar y pensé que te gustaría verlo primero. —Marvin sonreía de oreja a oreja, claramente disfrutando de la admiración de Derek.
Samuel, por su parte, no podía entender el entusiasmo. Para él, un coche era simplemente un medio de transporte, nada más. Sin embargo, decidió mantener sus pensamientos para sí mismo y simplemente observó mientras Derek, Marvin y Jack, quien se les unió unos segundos después, continuaban hablando sobre el coche.
Después de un rato, Derek se volvió hacia Samuel con una mirada de disculpa.
—Lo siento, Sam. Sé que esto no es lo tuyo, pero tenía que ver este coche. Prometo que será rápido y después te llevaré a casa —dijo, genuinamente arrepentido.
Samuel suspiró y asintió con la cabeza. No había mucho que pudiera hacer en ese momento.
—Está bien, solo no tardes demasiado. Tengo cosas que hacer mañana temprano.
Derek sonrió y le dio una palmada en la espalda antes de volver su atención al coche y a sus amigos. Samuel se retiró a su rincón y se sentó de nuevo, resignado a esperar. Mientras observaba a Derek interactuar con los desconocidos, no pudo evitar preguntarse por qué seguía aguantando todas las locuras de Derek.
Samuel revisó la hora en su celular. Habían pasado treinta minutos y se estaba impacientando; aún tenía trabajo de la universidad por hacer.
Miró hacia donde los había visto anteriormente, pero solo pudo vislumbrar a Jack y Marvin, quienes estaban revisando el coche. Arrugó las cejas y se puso de pie, dirigiéndose hacia ellos.
—¿Dónde está Derek? —preguntó, llamando la atención de ambos.
—Robbin vino a buscarlo y salió hace quince minutos —dijo Jack—. Por allá, por la puerta de atrás —señaló un pasillo donde se podía ver una puerta de metal al fondo.
Samuel asintió, dando las gracias, fue hasta allí. Salió y miró un callejón con nada más que enormes contenedores de basura. El lugar apestaba. Buscó con la mirada y caminó unos pasos hasta ver a Derek, sentado en las escaleras de emergencia del edificio contiguo. Sin embargo, no estaba solo. Samuel se acercó un poco más y vio a una chica que se encontraba sobre el regazo de Derek.
Ella llevaba un vestido negro y corto, tan corto que si Derek movía su mano un poco más arriba de su muslo, podría entrar en sus bragas. Samuel se sintió irritado de solo verlo.
—Llevo media hora esperando como tonto y tú casi tienes sexo con ella aquí —dijo, haciendo que ambas personas se separaran del fogoso beso que compartían en ese momento.
—Samuel, ¿qué haces aquí? —preguntó Derek, nervioso.
—Te estoy esperando para regresar a mi casa. Dijiste que no tardarías mucho, pero aquí estás, besándote con esta señorita. —Los ojos verdes de Samuel brillaban con rabia. Estaba verdaderamente enojado.
—Es solo una amiga. Iba a volver rápido —Derek se acomodó la camisa y la chica bajó su vestido lo más que pudo.
—A las amigas no se les mete la lengua hasta la garganta —dijo Samuel enfadado—. Al menos no que yo sepa. ¿Y sabes qué? Puedes quedarte con tu amiga, me regreso solo. —Samuel se dio media vuelta para regresar por donde había llegado, pero Derek lo agarró del brazo.
—No, espera, yo te llevo.
—¿De verdad me vas a dejar? —cuestionó la chica—. Él puede irse solo, también es un hombre —ella se cruzó de piernas recargandose sobre la espalda de Dereky pasó sus manos con manicura perfecta sobre el hombro y abdomen de Derek—. Además, esta escena parece de un novio celoso —mencionó, mirando deliberadamente a Samuel. Samuel apretó los puños con rabia ante tremenda insinuación y se soltó del agarre que Derek mantenía sobre él.
—Quédate, ella te necesita más que yo —dijo—, y si te preocupan mis padres, les diré que me llevaste a casa sano y salvo. —Después de eso, Samuel se fue lo más rápido que pudo de ahí, sin mirar atrás.
Mientras caminaba de regreso por el taller, su mente estaba revuelta con pensamientos de enojo y frustración. No podía entender por qué seguía soportando a Derek y sus irresponsabilidades. A medida que salía del taller, sacó su teléfono y llamó a un taxi. No estaba dispuesto a caminar solo por esos barrios a esa hora de la noche, a pesar de su enfado.
Finalmente, un taxi llegó y Samuel se subió, dando la dirección de su casa al conductor. Se hundió en el asiento trasero, cerrando los ojos por un momento y tratando de calmarse. Sabía que había reaccionado exageradamente, pero la actitud de Derek lo había sacado de quicio.
Al llegar a casa, Samuel pagó al conductor y entró en silencio. No quería preocupar a sus padres con lo sucedido. Subió a su habitación y se dejó caer en la cama, agotado. Pensó en Lily y en lo que le diría al día siguiente.
Con esos pensamientos en mente, se quedó dormido, esperando que el siguiente día fuera mejor y que, de alguna manera, Derek Blackwell ya no se interpusiera en su camino. Estaba cansado de esas coincidencias.