En sus últimos momentos antes de morir en las manos del héroe del mundo, Sirius aquel que eligió ser un villano cae en conciencia de sus acciones y se arrepiente de todo el mal que ha causado en especial a los que un día fueron sus seres queridos. Solo al enfrentar la muerte entiende lo lamentable que fue el camino que eligió y con sus últimas fuerzas pidió a los cielos por que le dieran una nueva oportunidad. Sin saber que era escuchado por alguien en las alturas que le otorgó tal milagro.
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Capítulo 24: Encuentro en la taberna
Sirius salió de la academia y se dirigió a la ciudad, se sentía demasiado confiado con los resultados de la prueba que ya no quiso volver para comprobar todo.
Por otro lado, no fue como si fuera a pasear en las calles, había un propósito de estar ahí, la búsqueda de alguien.
La persona que buscaba era un traficante qué se hizo famoso en su otra vida por ser el causante de comenzar un mercado negro en la ciudad donde se venderían múltiples cosas ilegales, algunas de naturaleza demasiado abominables como drogas y venta de esclavos. Este hombre del cual no se supo su identidad hasta mucho después, cuando la santa orden de la cruz comenzó su cacería contra él, sería un creador de objetos malditos qué se usarían para realizar pactos con entidades oscuras de otras realidades.
Fueron estos objetos lo que Sirius utilizó para alcanzar la etapa dos, pues desde el comienzo su cuerpo era débil, incapaz de poseer la suficiente aura. A cambio de vidas y con la ayuda del comerciante oscuro Sirius hizo un pacto con una entidad oscura para levantar su restricción de aura. Desde su retorno había sentido que la limitante de su energía era menor a como era en su primera vida, como si el contrato que hizo con la entidad se mantuviera, aunque a medias, eso se le hacía algo extraño y tenía que averiguar para quitarse la duda. En primer lugar, ni siquiera sabia el nombre del ser con quien realizo tal trató, en ese momento estaba tan desesperado por poder que actuó sin medir las consecuencias. Al final de cuentas, no sería él quien pagaría por firmar el contrato sino las vidas de la gente inocente que entregó a cambio.
Llego a una taberna qué servía como un punto de información.
Al entrar el cantinero lo miro con cierto miedo, cosa que no paso desapercibida para el joven, pero no le dio importancia.
-Sé, señor Sirius por favor perdone a mis hijos, en verdad no quisieron ofenderle - Dijo el viejo tabernero inclinándose
Ante tal escena una chica no mayor a Sirius se asomó levemente de una puerta.
-¿Qué pasa padre? - Pregunto la joven de madurez llamativa, era obvio que aún era menor, pero su cuerpo era casi el de una mujer bien desarrollado
-¡Métete y no salgas! - Le ordenó a gritos el tabernero
-¿Padre? - Musito la joven confundida, entonces miro a Sirius al reconocerlo se puso pálida y se encerró
Sirius se quedó pensativo tenía una leve sensación de lo que estaba pasado, aun así estaba confundido, solo pudo aventurarse a preguntar:
-¿Es tu hijo Julián Dusy?
-Sí mi señor, no tengo cara para pedirle perdón, pero se lo suplico
-¿Cuál es tu nombre anciano? - Pregunto clavando sus ojos en el tabernero
El hombre sudó frío.
-Este humilde servidor suyo es Joan Dusy, le suplico su perdón
Joan no hacía más que burdas reverencias llenas de miedo, si Sirius se lo hubiera ordenado incluso se hubiera hincado. Era un hombre sin carácter, acostumbrado a ser pisoteado. Sirius no pudo evitar formas una sonrisa maliciosa.
-Viejo, tus hijos son realmente valientes, este joven maestro los admira, en especial Julián es alguien que no teme al sol, se orgulloso padre, se orgulloso - Dijo con un tono de burla
Los pocos clientes presentes comenzaron a marcharse al sentir el ambiente tornarse pesado.
-Julián es impulsivo, Iris es su única hermana e intentó protegerla, solo eso - Dijo sudoroso Joan
El infame carácter de Sirius era muy bien conocido en la ciudad. Siempre que salía de parranda gustan de hacer destrozos, meterse en peleas con ayuda de sus guardias y tratar a toda mujer que le gustara como una prostituta queriendo comprar un rato con ellas. Y nadie, ni las autoridades se metía ya qué su familia era dueña de la ciudad, así como de muchos pueblos cercanos.
-Es el instinto de familia proteger a los suyos, no hay duda, pero al decirlo con esas palabras es como si dijeras que este joven maestro atormento a tu hija - Vociferaba Sirius
El villano no recordaba aquel incidente, lo único que sabía era que se había metido con esa tal Iris en un coqueto hostil qué terminó con él, humillándola. Pero pese a ser quien obró mal, entendía al ver el actuar de Joan que estaba en una posición de poder ahí por su estatus.
-No, no, señor Sirius no quise decir eso, solo que todo paso tan rápido que las cosas no son claras, pero sé que usted jamás tuvo malas intenciones - Se escudó Joan
Para Sirius todo esto fue muy divertido, decidió atormentar al viejo aún más.
-Sí las cosas no son claras, solo debemos revelarlas, viejo Joan... Llama a tu hija - Le pidió en tono frío
Joan casi llora en ese momento, un pesar recorrió su espalda.
-No mi señor, no busco ofenderle más, mis hijos son jóvenes e ignorantes, no saben actuar frente alguien de su grandeza - Dijo en tono bajo
-Hablas con cuidado, pero no pareces respetarme - Comentó Sirius levantado la ceja - Hazla venir - Ordenó esta vez, sintiendo la presencia de la joven detrás de la puerta espiando
-No puedo mi señor - Musito el pobre hombre con el cuerpo tembloroso
-Es así, entonces no me culpes por ser cruel - Dijo Sirius en tono amenazante poniéndose de pie
En eso la puerta se abrió de nuevo e Iris apareció con una pálida determinación.
-Hija - Lloró su padre
-Ja, ja, ja viejo Joan tu hija no es tan ignorante como hablaste, ella parece respetarme, incluso mejor que usted - Dijo con triunfo Sirius
La chica estaba ahí plantada con pesar, dispuesta a rendirse a las manos del villano, después de todo fue por ella que comenzó todo.
-No temas acércate - Ordenó Sirius
La chica caminó unos pasos hasta situarse cercas de Sirius. Estaba aterrada y no podía ni levantar la cabeza. Pero no quería que nada le pasara a su familia, los rumores decían que el joven maestro de los Palacios era capaz de ordenar incluso la extinción de toda una casa de personas.
-¿Eres Iris no?
-Sí mi señor - Respondió
-Iris, ya habrás escuchado lo que discutía con tu padre, el asunto poco claro que tenemos, así que tengo una pregunta para ti, ¿Te ofendí la vez que nos conocimos? - Lanzo la pregunta como una trampa
Joan le lanzaba miradas a su hija para que respondiera de una forma que no ofendería a Sirius. Iris solo podía manterse callada ante la presencia de cruel de su verdugo, y pero por fin pudo responder.