Divorciada, Viuda Y Amada

De camino a la casa de Alejandra hubo un silencio incómodo dentro del auto, Felipe quería saber lo que pensaba, no quería que ella tuviera una mala imagen de él o que pensara que se había aprovechado de la situación o utilizar sus servicios para llegar a ella.

—Alejandra, si la hice sentir mal, le ruego que me disculpe. Le dije volteándola a ver y regresar la mirada al camino mientras sigo manejando —solo me gustaría saber lo que decida, en serio y estoy siendo muy sincero con usted aclarando las cosas por la que hemos pasado y ahora lo que más quisiera es conocerla aunque sea como amigos.

—¡Yo!, no sé qué decir, - me dice y voltea su mirada hacia la ventana del auto - necesito reflexionar y poner en orden todo lo que acabo de escuchar.

Ya no mencionamos una palabra hasta llegar a su casa, baje, rodee el auto para abrirle la puerta y ayudarla a bajar, dándole la mano, el solo tocarla, me manda una electricidad que recorre por todo mi cuerpo, no sé lo que me ha hecho, pero quiero conocerla y quizá más adelante seamos algo.

—Gracias por la cena, señor Franco, me la pasé bien. Me dice con una leve sonrisa formándose en esos labios carnosos que me invitan a probarlos y recordar su sabor, ya que siendo sinceros también no me acuerdo sus besos y sus caricias y no estaría mal volver a recordarlo.

Me acerqué a ella dándole un abrazo y un beso de despedida, pero en vez de darle el beso en la mejilla fui más astuto y se lo di en la comisura de sus labios, por el momento fue así, ya llegará el día en que pueda probarlos y degustarlos a mi manera y hacer la mía, tengo que ir despacio por el momento ya di el primer paso, invitarla a cenar y ofrecerle una amistad.

—Ya tengo que entrar, otra vez gracias por la invitación y por traerme a casa, me mira ruborizada y sé el porqué, el nuevo color en su rostro. —que descanse y tenga una linda noche, hasta mañana, - se despide agitando la mano y espero a que entre a la casa.

Me subí de nuevo a mi auto y manejé rumbo a mi departamento contento y con una sonrisa de oreja a oreja, le llamo a mi amigo Williams para ir a tomarnos una copa, hoy quiero celebrar que mi exesposa, es ahora mi amiga, quedamos de vernos en el bar de siempre cuando llegue él ya estaba ahí esperándome. -Estoy pensando en que tú ya estabas desde, no sé qué hora, le digo y Williams levanta su vaso de whisky en señal de invitación.

-Que es eso tan necesario que tienes que contarme, hace días no te veo por estar ocupado detrás de tu diosa exesposa, cuéntame ¿por fin te hizo caso? Me dice con un tono de burla, lo quedo viendo con cara de pocos amigos.

-para tu información si es mi diosa, por lo pronto somos amigos, la invite a cenar y aclaramos como es que terminamos casados, tanto ella como yo no recordábamos lo que paso, sus recuerdos y los míos atamos cabos y para serte sincero querido amigo creo que fue una buena noche, solo que lo eche a perder con lo de mi compromiso con esa mujer que no quiero nombrarla, le digo pidiendo un whisky.

Nos quedamos hablando de muchas tantas cosas que el tiempo se fue volando, a la barra llegaron dos chicas, ¿estaban hermosas?, Pero más hermosa está mi exesposa. Williams se fue con una de ellas mientras yo me tome un último trago y salí de ahí a mi departamento, al llegar me di un baño y me acosté a descansar para que mañana vaya, llegue temprano a la empresa y vea a mi diosa, es el día que entrega el informe final de la auditoria y restructuración de la empresa.

*Alejandra

No sabía qué pensar o más bien que decir de lo que me dijo, la verdad si me gusta y mucho no soy de piedra este hombre me mueve el piso, cuando estoy cerca siento que las piernas no responden y quiera comérmelo a besos y que me haga suya y si por mí fuera ya estaría bajo sus sabanas, pero no quiero verme ofrecida, cierto que me tomó por sorpresa que me dijera que quería algo más que amigos, no supe que decir lo único que se me salió fue ¨ ya es tarde, me tengo que ir¨ ¿es en serio?, Bueno no es que tenga mucha experiencia en relaciones de pareja si ni tiempo tengo.

Cuando llegamos a mi casa fue todo un caballero en abrir la puerta y ayudarme a bajar, al despedirnos en vez de darme un beso en la mejilla, me lo da en mis labios, bueno cerca estuvo, me dejo con las ganas de que me lo diera y probar esos labios que desde que lo volví a ver le traigo ganas, me despedí de él con un ademán de manos y entre a mi casa, mis papás ya se habían dormido, subí a mi habitación, me duche y entre a mi cama a dormir y espero poder dormir porque no me saco de la cabeza las palabras que me dijo.

 ¿Será posible que podemos ser más que amigos? Le daré una oportunidad de conocernos, como dice mi mamá, más vale conocerlo que quedarme con las ganas.

Pensando en Felipe Franco, quede dormida, soñando estar entre sus brazos, delineando ese pechito que invitan a tenerlo de almohada. Desperté sudorosa y agitada y no fue precisamente por haber corrido un maratón.