Me enamoré de John a primera vista pero me obligaron a casarme con su hermano Damon
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Capítulo 24
Damon
Mí ángel comenzaba a sentirse rara, podía notarlo pero no le diría nada.
Se puso un pijama más liviano y no esos tan llamativos que suele usar y me dijo que tenía calor. Yo controlaba el tiempo y la observaba de reojo para no incomodarla y para que no se sienta en peligro
Me pidió el termómetro, creía que tenía fiebre, lo busqué y se lo di pero estaba normal. Ésto solo era el principio de lo que sentiría. Sus manos apretaron las sábanas y supe que el calor estaba llegando a su parte más privada, aquella que más tarde conoceré.
Algunos testimonios de personas que han tomado aquello por su propia cuenta decían que sentían una gran necesidad de tocarse, de ser llenadas, que estaban presas del deseo. Claro que a mí esposa le di una dosis baja y como era tan inocente no sabía ni lo que estaba sintiendo.
Le dije que algo le había dado, que sabía lo que me había hecho tantas veces porque había mandado a analizar todo. De haber podido habría palidecido y huido pero no lo hizo. No le diría el fin de ésto, para nada.
Intentó salir de la habitación pero la llevé a la cama sin mucho esfuerzo ya que estaba un poco mareada o aturdida, algo que luego pasará. Me acosté sobre ella y le pedí que me besara mientras la observaba tan sonrojada. Se negó peor acabó cediendo y yo me metí entre sus piernas, solo para que me sintiera.
Sabía que necesitaba atención pero no me lo pediría, así que opté por besarla y sutilmente rozar mí erección en ella. Quiso alejarme pero solo junte aún más nuestras partes íntimas. Con la sensibilidad que debía tener estaba conteniendo sus gemidos, estaba luchando contra sus propios deseos, no quería dejarse llevar.
-¿Por qué no te relajas? No pasará nada que no desees
-¿Que es lo que quieres?- preguntó confundida
-Lo mismo que tu, *relájate y deja que me ocupe de ti
-No quiero, déjame*- intentó apartarme
-Besame y luego te dejo tranquila si no quieres ir más lejos
La besé, y deslicé una mano llegando a su centro por encima del pijama. Inicialmente no se dio cuenta pero comencé a moverla y escuché su gemido sobre mis labios, algo que hizo que abriera los ojos asustada y se encontrara con mí atenta mirada. Eso la hizo reaccionar y darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, quiso apartarme pero metí la mano dentro de su pantalón y la toque por debajo de la ropa interior. Estaba mojada, más bien empapada y cerró los ojos cuando sintió mis caricias en su sexo.
Quité la parte superior de su pijama revelando un sostén negro, aunque intentó cubrirse y arrebatarme la prenda por lo que acabé arrojando aquella prenda lejos.
-*Sigues intentando detenerme esto cuando sabes que me deseas tanto como yo a ti
-Esto está mal
-Está mal que sigas resistiendote, bésame y deja que me encargue de ti*
Volví a besarla y poco a poco bajé su pantalón de pijama hasta que pude empujarlo con mí pie y así terminar de quitarselo. No se dio cuenta, volví a tocarla pero sobre su ropa ésta vez y sabía que deseaba más. Gemía muy bajito pero aun así lograba escucharla, me desnudé rápidamente solo quedando con mí boxer puesto.
Saqué su sostén, estaba tan perdida en la excitación que no se dio cuenta, besé sus pechos y quité la única prenda que le quedaba. La vi completamente desnuda aunque la luz era algo escasa, aún así memorice cada curva.
Me quité el boxer y me posicione en su entrada y comencé a introducirme lentamente en ella. En ese momento reaccionó y se dio cuenta de cómo estábamos y lo que estaba ocurriendo pero acabé de entrar, un grito escapó de sus labios en aquel momento.
-Tranquila, te prometo que pasará pronto, relájate
Comencé a moverme lentamente y poco a poco comenzó a disfrutarlo. Su cuerpo era mejor a como me lo imaginaba, sus besos, todo de ella. Lo único que me hacía sentir miserable era haber tenido que drogarla para que esté conmigo y sabía perfectamente que cuando todo esto acabara y un nuevo día llegara se arrepentirá y me odiara, lo merezco, claro que sí.
Sentí que su interior me apretaba y que sus gemidos se hacían cada vez más fuertes anunciando que su orgasmo estaba cerca. Yo tampoco podía aguantar más y terminé dentro suyo.
Poco a poco salí de su interior y ella se quedó dormida casi instantáneamente mientras yo me sentía feliz por lo que acababa de pasar. Finalmente tenía a mí mujer desnuda en la cama y no con esos pijamas ridículos, pero haber tenido que recurrir a sustancias me hacía sentir un maldito hijo de puta. Mañana sería el infierno en ésta casa cuando mí ángel despierte...