La vida es la esencia misma, la esencia son los artes manipulables.
El arte de la vida, realidad y muerte; y el arte de los elementos.
Unos nacen con gran Voluntad, otros con una mediocre. Otros deciden luchar con garras y dientes, otros quedarse a esperar.
Unos nacen en la gloria, otros deben pelear por esa gloria. Otros yacen en la ruina, y otros crean su ruina.
La vida es injusta, sin embargo, es justa para quienes deciden enfrentarla. Pocos lo logran, y cuando lo logran, el mundo se doblega ante su voluntad.
Solo aquel con una Voluntad insondable y vasta, es capaz de subyugar y manipular la voluntad de otro, sin embargo esto es tabú.
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Cap 22: Inquietud
Al salir de la arena tomé ambas perlas, por lo que, no terminé desmayandome en el suelo.
Mi madre fue la primera en recibirme, luego mi hermana, y mis amigos. Mi padre estuvo a cierta distancia, y asintió.
Recordé las veces que él estaba desesperado en el hospital, eso fue suficiente para mí.
Las perlas ayudaron, pero no mucho. Estella se ofreció a sanarme. Pero primero les dije que quería llegar a casa, entonces ellos dos me acompañaron.
Luego, el día pasó con normalidad, Brock me felicitó, las sirvientas se emeraron en prepararme ropa limpia, y tenerme una deliciosa comida. Me sentí muy bien, ya era hora de recibir algo de respeto.
Tuvimos una cena llena de elogios y correcciones que mi padre me daba, de acuerdo al duelo. Estella me curó.
Después, de pasar un tiempo charlando de lo que ha sucedido en la academia en ese tiempo, se habían suspendido las clases para nosotros cuatro. Tendríamos como examen final una prueba de supervivencia en el bosque de los espíritus, que quedaba al nor-oeste del reino, pasando las cadenas montañosas.
Mark también rendiría el examen.
Acordamos reunirnos mañana en el restaurante de cinco estrellas "Delicias del mar y cielo". Ese si que es buen restaurante de mariscos.
Luego de las formalidades en presencia de mi familia. Se despidieron, y me dieron un sincero abrazo, y antes de irse Estella dijo: – Me alegra mucho que estés vivo –.
Sonreí con las mejillas sonrojadas y los volví a abrazar, ya después solo pude ver como Brock los llevaba a casa.
– Tienes buenos amigos –. Dijo mi padre, con su habitual voz profunda y serena, como si fuera el mar calmado.
– Conocidos diría yo –. Dije con una sonrisa de oreja a oreja.
– Esa niña se preocupa por ti, ¿no te parece? –. Preguntó mi hermana, con una sonrisa traviesas.
– Así parece, pero estas alejada de la realidad –. Le respondí.
– ¿A, si? ¿Tu crees? Sabes la mujeres tenemos un sexto sentido –. Mencionó mientras me lanzaba un collar.
El collar tenía la forma de una luna menguante, el material era frío al tacto, y sentía que de él se desprendía una fuerza extraña.
– ¿Y esto? –. Pregunté mientras observaba con interés el collar.
– Es un regalo de parte mía, lo talle yo misma en una de las minas cerca de la costa –. Explicó con orgullo.
Cuando hiba a agradecer, ella volvió a hablar: – Tiene un único hechizo de protección y sanación. Cuando estés en peligro, ropeló y se formará una barrera de hielo alrededor tuyo, y esta, es capaz de resistir hasta los ataques de un espíritu de la quinta categoría –.
Abrí lo ojos como platos, y mi boca se quedó abierta mientras miraba al collar y a Amara a la vez.
– ¿Quinta categoría? ¿Acaso te gastaste todo tu mesada? –. La miré expectante.
– ¿Qué? ¡No!, además, eso no se pregunta, estúpido –. Se escuchaba la ofendida que estaba solo con el tono de su voz aguda.
Eso fue demasiado gracioso.
Mi madre se reía con gracia, mientras que mi padre solo meneaba la cabeza, en cambio, yo me reía sin elegancia, a grandes carcajadas mientras me agarraba el pecho.
La noche transcurrió con normalidad, mi madre y mi padre se fueron a descansar, yo me quedé con mi hermana en la sala.
– A veces pienso que eres muy sanguinario Valian –. La voz profunda y pesada de mi hermana me hizo recordar las escenas del duelo.
– Paso lo que tenía que pasar, Amara, él se lo buscó –. Dije sin remordimiento.
– Mmm... bueno, creo que tienes razón. Él se lo buscó –. Su voz sonaba apagada, como si sintiera que darme la razón estaba mal.
Me acerqué y me senté junto a ella. Luego la abracé con fuerza y la bese en la frente. Ella era alta, así que tuve que esforzarme por llegar a su frente.
– Valian, somos hermanos, no dudes en pedir mi ayuda –.
"Ah... hermana mía, si supieras". Pensé con pesar.
– Tranquila hermana, así mismo te digo, si necesitas ayuda no dudes en pedirla, después de todo, soy tu hermanito –. Dije en un tono confiado.
***
¡Pum! ¡Pum! ¡Pum...
El constante retumbar en mi alma me despertó del sueño profundo en el que me encontraba.
Me agarré el pecho como si eso fuera a aliviar el horrible dolor que sentía.
"Mierda esto es insoportable".
Medité con la poca concentración que tenía, y me fundí en mi alma. La capa de voluntad, estaba otra vez distorsionandose, se resquebrajaba y se cerraba.
Tracé un corte vertical, dejando que la esencia se disipara. Sin embargo, eso solo sería temporal, tenía que buscar una manera de evitar que esto suceda de nuevo.
Me levanté de la cama y caminé hasta mi baño personal. Tomé un baño con el agua helada de la madrugada, y me quedé ahí bajo el agua. Mis pensamientos caóticos volaban desenfrenadamente, sin armar una idea en sí.
Hiban y venían, desde las montañas lejanas hasta el dichoso duelo de honor. Sentía que había pasado mucho... mucho.
"Supongo que en algún momento mi secreto saldrá a la luz... Mmm... solo espero ser lo suficientemente fuerte para ese momento". Pensé con esperanza.
Ciertamente no había manera de que esto quede bajo la alfombra. Ya sea en algún duelo, o incluso en la prueba de supervivencia, pero no podré mantener esto por mucho tiempo.
Además la conversación de la noche, me hizo darme cuenta que, si este secreto saldrá a luz del día, no sólo yo, sino todos estaríamos en problemas graves... demasiado graves.
"No sé, como se desarrollaría todo".
Cerré la ducha y salí. Bajé hasta la cocina y me preparé unos huevos revueltos con camarones apanados.
Tomé el plato y me lo llevé hasta la sala, tomé asiento en el sofá junto ala ventana, corrí las cortinas, y esperé hasta que el sol se asomara.
Todo estaba en penumbras, todos estaban dormidos. Solo por ocasiones veía a Brock junto a un cadete caminar en el jardín. Ellos se encargaba de la guardia en las horas antes del amanecer. Sólo dos guardias patrullaban la casa, los demás guardias retornarían a sus hogares.
Al terminar de comer, subí a mi cuarto, me vestí con una camiseta azul oscuro, un jean del mismo color y unos zapatos deportivos blancos. Me puse un abrigo blanco con mangas y cuello azul oscuro, y bajé a velocidad, no deseaba encontrarme con nadie.
Saludé a los guardias y salí. El sentimiento extraño de ser observado, me hizo darme cuenta de que Brock me observaba con curiosidad, sin embargo, al cabo de unos metros, la extraña sensación desapareció.
"Vaya-vaya-vaya, al parecer solo puedo sentir la voluntad de otros hasta cierta distancia".
"Este es un nuevo descubrimiento".
"Tal vez si agregará otra capa pueda sentir voluntades más lejanas, incluso podría ver la voluntad del alma".
El entusiasmo crecía con cada teoría que imaginaba.
El sol comenzaba a salir desde el horizonte, sus cálidos rayos solares bañaban de colores cálidos el cielo, el viento helado de la madrugada daba paso al aire fresco calentado por el sol. "El invierno está cerca".
Necesitaba prepararme para todo lo que vendría, así que, me encaminé a la biblioteca de la ciudad. Allí encontraría libros relacionados a la manipulación del aire, la física que hay en ello, además, de buscar la manera de manipular el agua.
"Se supone que vengo de un linaje que manipula el agua, pero hasta ahora no he pedido".
Obviamente en mi hogar, podría encontrar eso, pero realmente quería evitar preguntas molestas.
– No deseo que nadie se entrometa en lo mío, bastante tengo con haber molestado a Richard y Estella –. Dije, como si el destino o lo que fuera, escuchara mi decisión.