Destino

Alana toca el timbre, y su madre le abre la puerta. Al verla, la abraza con fuerza y ambas entran para recoger sus pertenencias. Posteriormente, Ana cierra la puerta cuidadosamente y se marchan.

Durante el trayecto, Ana le pregunta a su hija: Mi amor, ¿estás segura de esto?

Alana responde: No tenemos otra opción, mamá. Ahora es lo que me ha tocado, pero esperemos que siga siendo tan bien como ha sido hasta ahora.

Ana asiente y dice: Está bien, mi amor.

Al llegar a casa, Ana comenta: ¡Qué inmensa! Esto es una auténtica mansión.

Alana sonríe y dice: Espero que la veas por dentro, mamá. Ambas entran y Alana llama a Luna: ¡Luna, ven! Hemos llegado. Luna sale y Alana presenta: Te presento al amor de mi vida, mi madre.

Luna le extiende la mano y dice: Encantada de conocerla, señora. Me llamo Luna y estoy a su total disposición.

El placer es mío, cariño. Me llamo Ana y estoy muy agradecida contigo. Mi hija me ha contado que la has tratado muy bien desde el primer día, y eso siempre lo agradeceré. Así que, si necesitas algo, no dudes en llamarme.

Luna: Qué linda, muchas gracias. He preparado un delicioso almuerzo, ¿vamos al comedor?

Alana: Sí, vamos.

En ese momento, se abrió la puerta y apareció Martín. Alana se sorprendió, ya que pensó que vendría por la tarde.

Martín: Buenas tardes.

Luna: Buenas, señor.

Alana: Buenas, Martín. Te presento a mi madre.

Martín le estrecha la mano y dice: Un placer conocerla, soy Martín.

Ana: Mucho gusto.

Luego, Luna comenta: Señor, estábamos a punto de ir al comedor.

Martín: Está bien, continuemos, también tengo ganas de comer.

Todos comenzaron a caminar hacia el comedor.

Mientras Luna sirve la comida, Martín le pregunta a Alana: ¿Ya le mostraste la casa a tu mamá?

Alana responde: Aún no, recién acabamos de llegar. Primero le estaba presentando a Luna y luego vinimos a comer.

Martín dice: Está bien, entonces lo haremos después de comer, ¿les parece?

Alana asiente: Está bien.

Ana los observa; su hija parece un poco nerviosa, y Martín da la impresión de ser un hombre que prefiere que se hagan las cosas a su manera.

La comida fue servida y los tres comenzaron a comer.

Al cabo de un rato, ya eran la 1:00 p.m. Martín se dirigió a la señora Ana, diciéndole: “Venga, le mostraré la casa”. Ana se levantó y comenzó a caminar junto a Martín, mientras Alana los seguía.

Le enseñaron toda la planta baja, que era bastante amplia. Luego, subieron al área superior, donde el espacio parecía aún más grande y contaba con numerosas habitaciones. Martín le comentó: “Mire, esta es mi habitación y pronto será también la de Alana”. Alana lo miró y se sonrojó, pensando que no sabía que tendría que mudarse a su habitación.

A continuación, Martín continuó hablando.

Esta habitación es la que Alana está utilizando actualmente; además, es bastante espaciosa.

Si continuamos hacia este lado, encontramos la habitación de mis padres, que utilizan cuando vienen de visita. Las tres habitaciones que están a continuación no están ocupadas, y por aquí se encuentra la que será suya mientras esté en casa. Observe, es grande y espaciosa.

Ana la observa y comenta: 'Sí, es muy amplia, gracias.'

Martín responde: 'Cuando guste, puede subir sus pertenencias.'

Ana dice: 'Antes de eso, me gustaría hablar a solas con usted.'

Martín la mira y responde: 'Por supuesto, vayamos a mi despacho.'

Alana toma a su madre del brazo.

Ana toma a Alana de la mano y le dice con calma: Tranquila, hija, todo estará bien. Martín mira a Alana y se intercambian miradas. Luego, Ana le dice a Martín: Vamos. Martín camina junto a Ana mientras descienden al despacho. Alana se dirige a la cocina y le comenta a Luna: Estoy muy nerviosa, mi mamá le pidió a Martín que hablen a solas.

Luna le responde: No te preocupes, déjalos hablar. Para mí, está bien lo que hizo tu madre; quiere conocerlo mejor y saber cuáles son sus verdaderas intenciones hacia ti.

Alana responde: Lo sé, pero tengo miedo de que Martín lo tome a mal.

Luna: Mantén la calma, todo estará bien. Mejor ven y siéntate; te voy a servir un poco de ensalada de frutas, está deliciosa.

Alana: Es para calmar los nervios.

En el despacho.

Martín invita a Ana a sentarse; ella lo hace y le pregunta: ¿Cuánto era el dinero que te debía Juan para entregarme a mi hija? Por lo menos, dime que fue una suma considerable.

Martín: No puedo proporcionarte una cantidad exacta, pero para tu tranquilidad, te aseguro que fue una suma bastante alta.

Ana: ¿Y por qué mi hija?

Martín: Para serte sincero, yo no tenía conocimiento de ella.

Juan llegó a mi oficina y me aseguró que tenía una hija mayor a la que me entregaría como pago por la deuda.

Ana: Es realmente miserable. ¿Acaso sabes por qué no te entregó a su otra hija?

Martín: Porque es menor de edad.

Ana: Sí, conociste a mi hija y decidiste traerla a esta casa sin que ella estuviera al tanto de nada. ¡Lo hiciste a propósito!

Martín: Juan ya me la había entregado y firmó los documentos. No tengo nada que ver con sus problemas personales; además, necesitaba cobrar mi deuda.

Ana lo observa, a punto de hablar.

Martín continuó: Señora Ana, no tengo ninguna mala intención hacia Alana; simplemente acepté esta situación porque realmente lo necesito. Por favor, dígame si puedo confiar en usted y le contaré todo.

Ana respondió: Por supuesto.

Martín añadió: Alana, no está pasando un mal momento aquí; le he permitido estudiar y hacer lo que desee. Solo debe permanecer en esta casa y ser amable conmigo cuando mis padres estén presentes. Yo no vivo aquí; tengo un departamento donde resido con mi novia.

Ana replicó: Si tienes novia, entonces ¿por qué...?.

Martín interrumpió: Permítame explicarle...

Mis padres no aprueban mi relación con mi novia, Sara, por lo que he tomado la decisión de considerar a la hija de Juan como una alternativa. Juan tiene una empresa con un gran potencial y estoy convencido de que mis padres aceptarían a su hija. Por ello, he decidido traer a Alana y formalizar un compromiso con ella, aunque se trataría de un matrimonio por contrato. Ambos tendríamos la libertad de llevar nuestras vidas como deseemos y, cuando mis padres vengan a visitarnos, nos comportaremos como una pareja ejemplar. Le aseguro que no habrá ninguna intención de dañar a Alana y que, además, contará con su propio salario.

Ana: ¿Estás seguro de que mi hija no tendrá problemas ni con sus padres ni con su novia?

Martín: Se lo aseguro.

Ana: Tengo otra pregunta para ti. ¿Qué sucederá con mi hija si a tus padres no les gusta y no la aprueban?

Martín: Estoy convencido de que les caerá muy bien y la aceptarán. Sin embargo, si por alguna razón no lo hicieran, te prometo que la dejaré ir.

Ana: Me genera mucha inquietud dejar a mi hija en estas condiciones, pero veo que no hay otra opción. Así que te pido, por favor, que la cuides y que no sufra. Ella no merece pasar por más sufrimiento.